Capítulo 27

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Había mantenido muchas conversaciones con Laila este mes. Muchas, pero no demasiadas. Todas las noches iba a su caseta con Dirk y hablaba con ella. Cada día adoraba más su forma de pensar, de ser, como le hablaba, como le miraba cuando le explicaba sus convicciones y creencias, Laila estaba convencida y lo defendía muy bien. Para ella todos somos iguales, no hay diferencia entre razas, sexo o incluso religiones. Le había hecho entrar en razón. No tenía por qué seguir así, enfadado con su madre por aquello. Muchas veces Laila le había dicho que antes de juzgar a nadie escuchara todas las versiones y luego sacara sus propias conclusiones, que nadie le dijera como debía pensar o no. Era libre de pensar como él quería. Fue entonces cuando se decidió, quería saber la verdad, como fueron de verdad las cosas. Pero esta vez no lo escucharía de boca de su padre, tampoco de su madre, pues ella ya no volvería a hablar nunca. Hablaría con él, él le dirá toda la verdad. Él lo vivió todo con su madre, estaba seguro de que en las circunstancias en las que se encontraba le iba a decir la verdad.

Cruzó la puerta del campo y se dirigió al pabellón 10. Por el camino vio el horror de ese lugar, nunca se había detenido a mirar bien, se imaginó a Laila en esas condiciones y le entró el pánico. Jamás permitirá que ella lo pásese así. No sabía exactamente cuánto tiempo llevaba con ella, porque cuando ella le miraba, hablaba o besaba perdía la noción del tiempo. No sabía si quiera si era verano o invierno, pero le daba igual, solo quería estar con ella, sacarla de ese lugar. La amaba, estaba seguro de ello. Y conseguiría sacarla de ahí, aunque perdiera la vida en el intento.

Entró en el barracón, miró a todos los hombres que había y le vio. Él también le miró.

-Fuera- exigió al resto de hombres, pero con voz tranquila, tenía claro que no volvería a hablar mal ni maltratar a nadie. Laila le hacía ver el mundo de otra manera, y le gustaba más vivir, el mundo, las personas, la naturaleza, todo.

El hombre se quedó sentado, mirando al suelo mientras Adler se acercaba despacio, con paso firme.

-Necesito que hablemos- le dijo cuándo se colocó delante de él. El olor del barracón le asfixiaba, era como si las fosas nasales no le permitieran respirar, pero necesitaba hablar con él, y ese era el mejor lugar- De lo que pasó.

El hombre levantó la mirada, Adler se impresionó al verle. Estaba demacrado, los pómulos se le marcaban como si le hubieran succionado toda la carne y una fina capa de piel cubriera su cara. Su mirada, apagada, triste, nada que ver con la mirada que tenía la primera vez que le vio.

Su madre le llevó a conocer a su jefe, estaba muy contenta. No paraba de repetirle lo bueno que era. Que se portaba muy bien con ella. Recordaba con claridad como al llegar a su despacho, aquel hombre, el que le daba trabajo a su madre, se agachó para ponerse a su altura y conocerle de igual a igual. Adler siempre había sido alto, pero con sus 12 años ese hombre le seguía sacando bastante altura.

-Llevo mucho tiempo sin verte, desde que me metieron aquí y me mirabas desde lejos. No te atrevías a acercarte... - comenzó a decir, haciendo caso omiso a lo que Adler acaba de decirle. - ¿Qué tal estás?

Adler agachó la mirada. No sabía muy bien cómo hablarle después de lo que le había hecho. Aun así, aquel hombre de mirada apagada, se mostraba amable y preocupado por él. Incluso no pensaba que Adler le hubiera encerrado allí, era un hombre muy inocente y muy bueno.

- Yo estoy bien, gracias por preocuparte- le respondió con sinceridad.

-Me alegro.

Se agachó frente a él, como en su día hizo el hombre de la mirada apagada, ponerse a su altura para hablar con él. Ese gesto jamás lo hubiera hecho antes de conocer a Laila. Su padre le había educado para creerse superior a los demás, por suerte Laila había llegado a su vida y cambiado su forma de ver las cosas, le había ayudado a abrir su mente. Su madre también lo intentó, y durante mucho tiempo tuvo una mentalidad mucho más abierta. Pero entonces su padre lo estropeó todo.

Amor en el infierno  (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora