Deseaba de todo corazón que las cosas fueran cambiando, pero cambiando para bien. Que dejasen de haber tantas muertes, tanta gente pasando hambre y tantos hombres muriendo en el frente. O los que morían bombardeados en sus propias casas por el enemigo. Quería que todo cambiara, lo deseaba. Reunirse con su familia y ser feliz lejos de ese sitio con Adler.
No sabía de qué quería hablar, estaba un poco asustada, pero confiaba y deseaba que fuera algo bueno.
Estaba en la caseta esperándola, donde solían verse alguna vez para darse algún beso o un abrazo a lo largo del día. Les ayudaba, no se hacía tan largo. Eran como su propia batería para el otro, se ayudaban mutuamente a cargarse de energía y buen humor. Y la verdad, en aquel sitio lo necesitaban.
Entró en la caseta, él sentado en la su cama, con la vista fija en ella cuando atravesó la puerta.
-Hola- le saludó con algo de preocupación- ¿Qué querías decirme?
Se levantó de la cama y fue aproximándose a ella.
-Esta noche, te espero en la puerta trasera- le explicaba mientras la miraba a los ojos- tenemos que ir a un sitio.
Preocupada, no sabía que decir. Hasta que al fin preguntó.
- ¿Adónde?
-Ya lo verás esta noche. Pero estate ahí sobre las 23:30h. Esta noche hay una fiesta, han contratado a otras sirvientas para ello, no os echaran de menos.
-Está bien, ahí estaré. ¿No me puedes dar un adelanto? -Le preguntó con una sonrisa, esa sonrisa que a él le volvía loco y con la que conseguía convencerle para que le contase la cosas o simplemente viniera a verla más tarde.
-No me mires así, no te voy a decir nada. Espérate a esta noche. -le devolvió la sonrisa- Me vuelvo a trabajar, ve tú también. Te quiero.
-Te quiero- salió Adler y a los dos minutos ella. Volviendo cada uno a su trabajo, esperando con ganas y nervios la llegada de la noche.
Se acercó a ella por detrás, despacio y en silencio. Ella distraía y ajena a lo que pasaba a sus espaldas, doblaba ropa. Cuando ya estaba justo detrás de ella, le pasó las manos por la cintura. Iris dio un saltito.
-No te asustes cielo, soy yo. Sigue con lo que estás haciendo- ella obedeció y siguió de espaldas a Dirk doblando ropa. La gustaba cuando la cogía así. - Esta noche tenemos la caseta sola un rato. Aquí habrá una fiesta y podremos estar a lo nuestro. - La besó el cuello con delicadeza, ella se removió en el sitio. Los pelos se le pusieron de punta ante los besos que él le daba. Así respondía su cuerpo siempre ante su contacto.
- ¿Cómo así estaremos solos? -le preguntó.
-Adler y Laila se van a hacer unas cosas. Luego te contaré bien todo. Ahora me tengo que ir.
Ella torció la cara para mirarle y él la besó la miró, se sonrieron y se fue.
Llegó la noche. Laila caminaba junto a Adler. Nerviosa. Un rato antes la había dicho que iba a poder ver a su hermano y a Blaz. Iba hecha un manojo de nervios por verles. Les echaba de menos y se moría por estar un rato con ellos.
Adler paró en seco. Unos metros antes de llegar a su destino.
-Tengo algo más que decirte...-comenzó a decir entre susurros.
-Dime- le respondió ella sonriente también en voz muy baja.
Cogió aire.
-He encontrado a tu hermana pequeña. Esta viva. He hablado con ella y la he dicho que te conozco y que haremos lo posible por sacarla de ahí- Laila se quedó callada, escuchando atenta la confesión de Adler. -Se ha puesto muy contenta. La he dicho que por desgracia no os vais a poder a ver. Pero, aun así, estaba aliviada. Es una niña muy lista.
- ¿De verdad? - preguntó sin creerse muy bien lo que su novio le contaba.
-Sí, de verdad. A la que no he encontrado es a tu madre. Pero seguiré buscando. Te lo prometo.
Se la escaparon unas lágrimas de emoción. Saber que su hermanita estaba viva y más o menos bien le quitó como una tonelada de peso en encima.
-Gracias, muchas gracias de verdad-fue lo más sincero que pudo decirle. No podía abrazarle ni besarle. Por si alguien les miraba, pero se moría de ganas de lanzarse sobre él y llenarle de besos.
-Sigamos, nos están esperando ya. -concluyó él.
Le encantaba estar dentro de ella. Mirarla mientras disfrutaba. -"Joder, adoro hacerla disfrutar así"- pensó mientras seguía. Le gustaba muchísimo cuando ella estaba a punto de llegar al orgasmo y su cuerpo temblaba, le arañaba, gemía. Eso le excitaba mucho y tenía que controlarse mucho para no acabar antes de tiempo.
Cuando acabaron, se quedaron tumbados en la cama, abrazados. Disfrutando de sus últimos momentos a solas.
-Te amo- comenzó a decirle Dirk, mirándola a los ojos- No lo dudes nunca. Eres lo mejor que me ha pasado. Y no soporto verte aquí encerrada. Cuando esto acabe nos iremos lejos. Los dos solos.
-Te amo- le respondió ella con una sonrisa y acurrucándose en su pecho- nos iremos donde quieras. Con tal de estar contigo me vale cualquier lugar. - Se recostó sobre su pecho y los dos se dejaron llevar por la relajación que sentían sus cuerpos.
Estaban medio dormidos, ajenos a lo que se avecinaba. Se oían voces, pero estaban tan adormilados que no se percataron de que no eran Adler y Laila.
Se oyeron unos golpes fuertes en la puerta y esta se abrió. Los dos se incorporaron por el susto, dispuestos a echar la bronca a sus amigos. Pero quien apareció por la puerta no eran sus amigos. Eran tres soldados de las SS y el Comandante.
Los dos se quedaron petrificados, sin poder moverse.
-Se lo dije Comandante, ahí les tienes.
-Vais a pagar por esto. - les dijo el comandante mirándoles con odio. Dirk lo único que pudo hacer fue abrazarla a modo de protección, lo que enfureció aún más a su superior.
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Amor en el infierno (En Edición)
RomanceUna familia judía huye de su peor enemigo en esos años, los nazis. 1942, vagan por la Alemania nazi, intentando refugiarse en casa de unas personas que les ayudaran. Por desgracia uno de ellos no llegará a ese destino. Laila, protagonista de esta hi...