Capítulo 21

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La noche llegó con rapidez. Dirk entró en la caseta con una sonrisa de oreja a oreja. Le encantaban las noches, cuando por fin podía verla a gusto, besarla, acariciarla y perderse completamente en su cuerpo, mientras ella se retorcía entre sus brazos y gemía de placer. Adoraba el sonido que emitía Iris cuando estaba disfrutando, le encantaba verla perder el control y que se retorciera entre de placer. Nunca se cansaría de esos momentos y los disfrutaba todos como si fueran los últimos.

Aquella noche Adler no vino y Laila sintió una angustia que no entendía. Todo el rato miraba la puerta a ver si aparecía, o se levantaba y miraba disimuladamente por la ventana. Cuando ya no pudo soportar más su inquietud preguntó.

- ¿Adler no viene hoy? - cruzó los dedos deseando que la respuesta fuera afirmativa y le dijeran que iba a llegar en cualquier momento.

-No, hoy no viene- respondió Dirk poniéndose en pie, ya que estaban los dos sentados en la cama. Ni si quiera la miró cuando se lo dijo, no podía apartar sus ojos de Iris. A Laila se le fueron las ganas de todo en un suspiro.

Se quedó sentada en la cama, desganada mientras repasaba una y otra vez lo ocurrido aquella mañana. Dirk e Iris por el contrario disfrutaban de su momento juntos. Estando de pie frente a Iris, ya los dos centrados en lo suyo, la cogió en brazos y la puso a la altura de su boca. Comenzó a besarla como si fuera la última vez que podía hacerlo. Se fue acercando a la cama con ella en brazos. La recostó en la cama boca arriba y él se fue tumbado sobre ella, poco a poco pues a ella le gustaba así.

Cuando Laila salió de sus pensamientos y notó que el ambiente se calentaba y que empezaba a sobrar, tomó la decisión de salir al jardín. Al salir sintió algo de fresco y se arrepintió de no haber cogido una chaqueta. Pero "no iba a volver a entrar" pensó, a saber lo que se encontraba si lo hacía. Levantó la cabeza hacia el cielo y contempló las estrellas, brillantes como diamantes puestos en un manto negro. Recordó cuando por las noches que salía con Blaz a verlo, a él le encantaba mirar las estrellas, se quedaban horas con la cabeza mirando al cielo. Echaba de menos estar allí... y mirar las estrellas con él, sin saber cómo apareció el rostro de Adler y se imaginó viendo las estrellas con él. Se sonrojó.

-Hola- le saludó una voz que hizo que se le pusieran los pelos de punta. Se dio la vuelta girando sobre sus talones y le vio ahí, delante de ella, mirándola a los ojos. Su estómago dio un vuelco, los pelos de la nuca se pusieron de punta y su respiración se agitó sin poder remediarlo.

-Ho... hola-alcanzó a decir al final.

Adler se acercó y se puso a su lado, sin dejar de mirarla.

- ¿Qué haces aquí fuera? -preguntó con amabilidad, algo poco común en él.

-Pues... nada... aquí... mi... mirando las estrellas-contestó entre tartamudeos. Se sentía inútil a su lado.

La miró de reojo.

- ¿Por qué no estás dentro?, hoy hace frio...

-Pues verás... una nota cuando sobra, y yo ahí dentro sobraba... no me gusta mirar la verdad...-sonrió mientras recordaba el cariño que le daba Dirk a Iris y le dio envidia- he preferido dejarles solos.

-Entiendo. He tenido que pasar por eso muchas veces, más de las que puedo contar. No tienen control. Les da igual quién haya delante.

- ¡Déjales! -inquirió ella-Se quieren y es la única distracción que tienen en este... sitio...

Hubo un silencio. Los dos se pusieron a mirar al cielo. Adler bajó la mirada hacía un lado y la miró de nuevo. Ella estaba distraída contemplando la belleza que había ahí arriba, él... distraído con la belleza que tenía a su lado.

La observaba con detenimiento. Su nariz pequeña, sus labios gruesos y perfectos, sus ojos... esos ojos que le volvían loco y que hacían que no supiera donde estaba cada vez que la miraba. "Es tan bonita a la luz de la luna... bueno, es bonita siempre..."pensó.

Se fijó que Laila frotaba con las manos sus brazos, un signo que él interpretó como que tenía frío. Se quitó la parte de arriba de su uniforme y se la puso sobre los hombros. Ella miró, se percató de que tenía puesto la parte de arriba de su uniforme, el uniforme de un SS, de un nazi.

- Pero ¿qué...? -se lo quitó rápidamente. No quería llevar puesto algo así sobre ella. Si lo hacía se sentiría una traidora. Prefería seguir pasando frío.

- ¿Por qué eres tan desagradecida? -preguntó Adler alzando la voz- pensé que tenías frío, encima de que te dejo mi uniforme para que no lo pases mal. Debieras estar agradecida, es un privilegio llevar un uniforme así.

Ella lo miró mal, muy mal. Sintió ganas de darle un tortazo.

- ¿Privilegio le llamas a llevar el uniforme de un asesino? -no podía controlar sus palabras, salía como si fueran olas del mar tratando de llegar a la orilla de la playa.

- ¡No soy un asesino! -gritó el teniente enfurecido- Yo sirvo a Hitler para limpiar el mundo de basura como tú.

Ella se cabreó aún más. Eso dolía, mucho. Pensó en algún momento que Adler era diferente.

- ¡Si soy una basura... ¿qué haces a mi lado? -gritó- Además, más basura sois vosotros matando gente inocente, niños, personas mayores que no le han hecho mal a nadie. ¿Y nos llamas basura a nosotros?

Adler enfureció y levantó la mano para darle un buen tortazo, pero... apareció su madre en su cabeza y se le quebró la mirada.

- ¡Adelante!, ¡Pégame por decir la verdad! -siguió ella.

- No.... no puedo...-dijo él con apenas voz- Lo siento...

Y se marchó a paso rápido. Ella se quedó allí, sin entender qué podía haberle pasado. Había estado a punto de pegarla, pero algo le había impedido hacerlo. Observó cómo se iba del jardín y desaparecía por el pequeño pasillo que daba a la parte delantera de la casa. El cabreo se le fue igual de rápido que había venido. No entendía que le había podido pasar, pero agradecía que no hubiera ido a mas todo. Volvió a mirar a las estrellas, pensando en lo sucedido y a la espera de que la parejita acabara con sus carantoñas. 

Amor en el infierno  (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora