Capítulo 5

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Hacían ya dos semanas desde el robo de las ovejas, que por suerte nadie salió herido, pues los ladrones metieron a 50 ovejas y salieron despavoridos de allí.

Blaz no había visto ninguna de sus caras, pero era alemanes y eso les tenía preocupados a todos. La gente pasaba hambre y al final terminaban robando incluso a sus vecinos para poder comer. Laila lo comentaba con su madre y Carmela, todas rezaban por qué no la hubieran visto. Pero Laila tenía el presentimiento de que, si lo habían hecho, la estrella de David que les obligaban a llevar en la ropa y allí se le había olvidado quitársela para pasar desapercibida.

Aquella mañana comenzó con normalidad. A la hora de la comida Arthur les pidió que hicieran algo por el bien de todos.

- Clara, -le comenzó a decir intentado cuidar sus palabras para que no pensaran mal. - quiero que recojáis vuestras cosas, hagáis las maletas y las dejéis a mano.

- ¿Quieres que nos vayamos? -preguntó ella preocupada.

Todo miraron a Arthur preocupados y desconcertados. Laila veía normal que no les quieran allí, podían traer muchos problemas y podían acabar todos en el mismo sitio.

- No, jamás os diría semejante cosa, pero lo mejor es estar prevenidos por si algo pudiera suceder. - Decir esto le estaba resultando muy desagradable. Nadie quería que sucediera lo peor.

- Pero no tiene por qué pasar nada -se atrevió a decir Gabriel, a pesar de que hablaba poco y nunca se metía en ese tipo de asuntos- seguramente no la vieron.

- Esperemos que así sea, porque como la hayan visto las cosas no van a ir muy bien. Pero lo mejor es que me hagáis caso por si acaso, será mejor no lamentarse después. Si llega a pasar algo lo mejor es estar preparados por si os toca salir corriendo de aquí.

- De acuerdo Arthur, haremos lo que nos has pedido, lo veo compresible. Será lo mejor. -confirmó Clara.

Al terminar de comer la familia subió a recoger sus cosas. Blaz fue a ayudar a Gabriel.

- Espero que no hayan visto a Laila -comenzó a decir Blaz mientras metía ropa de Gabriel en la maleta.

- Ya... Eso esperamos todos.

Los dos siguieron metiendo cosas preocupados y con el miedo en el cuerpo. Desde el incidente, aunque intentaban se positivos, no podían evitar tener miedo. Al fin y al cabo, estaban en un país en guerra en el que se castigaba a la gente por su raza, religión, condición sexual o ideología.

Gabriel quiso cambiar de tema para no seguir dando vueltas a lo mismo y ponerse peor. No tenía muy claro de qué hablar y dijo lo primero que se le vino a la mente. Que lo pensaba desde hacía tiempo, pero tampoco le gustaba mucho meterse en esas cosas.

- Oye Blaz, ¿tú y mi hermana... Tenéis algo? O sea, quiero decir, que si sois novios o algo... - Según lo dijo comenzó a ponerse rojo. No estaba acostumbrado a hablar de esas cosas.

Blaz no respondió en seguida. Tardó unos segundos en pensar lo que iba a decir.

- No tío, sólo tiene 4 años... es una niña... ¿por quién me tomas? -le dijo, aunque sabía de sobra que no se refería a Navit. Pero era bueno gastarse bromas para sacarse ese mal estar del cuerpo, aunque sólo fueran unos minutos. Necesitaba reírse un poco

Gabriel le miró de reojo, echándose a reír a los pocos segundos.

- No me referiría a Navit... ¡Idiota! - le soltó con un tono de burla en su voz.

Los dos rieron, pero en seguida Blaz le respondió a su pregunta.

- No, no somos novios.

Lo dijo con un tono de voz que Gabriel no supo interpretar.

- ¿Seguro?

- Sí, te aseguro que solo somos amigos. Reconozco que Laila es preciosa y muy agradable a la vista y además se puede hablar con ella de cualquier cosa. Es inteligente y muy divertida. Pero solo la veo como una amiga, casi podría verla como a una hermana. -Carraspeó al terminar de hablar.

- Disculpa entonces, como pasáis tanto tiempo juntos y estáis siempre sonrientes y tal... pensé que os habíais enamorado o algo así. Algo que sería normal, muchas veces el roce hace el cariño.

- No tranquilo, para mi Laila es una amiga, nos contamos cosas, nos desahogamos...

Justo ahí le interrumpió Gabriel.

- ¿Os desahogáis? -preguntó Gabriel alucinado por lo que acababa de oír poniéndose las manos en la cara y abriendo mucho la boca. Sabía a qué se refería, pero le apetecía vacilar un poco Blaz.

- No de esa forma tío ja, ja, ja, -le respondió riéndose- contándonos las penas y eso. Que de eso tenemos mucho los dos.

- ¡Ah! que susto... Ya pensé que habías pervertido a mi hermana. -Volvieron a reír con ganas. Gabriel se sentía muy bien en ese momento, hacía mucho que no se reía tanto.

- Estamos muy unidos, pero como amigos que somos, nada más. Hace que me sienta bien. Sabe cómo tranquilizarme y que, aunque esté de mal humor, termine sonriendo y de buen humor. Consigue que olvide la mierda de mundo que estamos creando.

- Pues siento el mal entendido- se disculpó Gabriel, terminando con la broma.

- Tranquilo, no pasa nada, esto queda entre nosotros, no le diré a tu hermana que estas tan necesitado que te imaginas cosas que nos son. -le dijo esto con tono burlón y guiñándole un ojo a la vez que los dos reían.

Y los dos mientras reían y disfrutaban de ese ratito de risa, continuaron recogiendo las pertenecías de Gabriel.

Amor en el infierno  (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora