Hacían ya dos semanas desde el robo de las ovejas, que por suerte nadie salió herido, pues los ladrones metieron a 50 ovejas y salieron despavoridos de allí.
Blaz no había visto ninguna de sus caras, pero era alemanes y eso les tenía preocupados a todos. La gente pasaba hambre y al final terminaban robando incluso a sus vecinos para poder comer. Laila lo comentaba con su madre y Carmela, todas rezaban por qué no la hubieran visto. Pero Laila tenía el presentimiento de que, si lo habían hecho, la estrella de David que les obligaban a llevar en la ropa y allí se le había olvidado quitársela para pasar desapercibida.
Aquella mañana comenzó con normalidad. A la hora de la comida Arthur les pidió que hicieran algo por el bien de todos.
- Clara, -le comenzó a decir intentado cuidar sus palabras para que no pensaran mal. - quiero que recojáis vuestras cosas, hagáis las maletas y las dejéis a mano.
- ¿Quieres que nos vayamos? -preguntó ella preocupada.
Todo miraron a Arthur preocupados y desconcertados. Laila veía normal que no les quieran allí, podían traer muchos problemas y podían acabar todos en el mismo sitio.
- No, jamás os diría semejante cosa, pero lo mejor es estar prevenidos por si algo pudiera suceder. - Decir esto le estaba resultando muy desagradable. Nadie quería que sucediera lo peor.
- Pero no tiene por qué pasar nada -se atrevió a decir Gabriel, a pesar de que hablaba poco y nunca se metía en ese tipo de asuntos- seguramente no la vieron.
- Esperemos que así sea, porque como la hayan visto las cosas no van a ir muy bien. Pero lo mejor es que me hagáis caso por si acaso, será mejor no lamentarse después. Si llega a pasar algo lo mejor es estar preparados por si os toca salir corriendo de aquí.
- De acuerdo Arthur, haremos lo que nos has pedido, lo veo compresible. Será lo mejor. -confirmó Clara.
Al terminar de comer la familia subió a recoger sus cosas. Blaz fue a ayudar a Gabriel.
- Espero que no hayan visto a Laila -comenzó a decir Blaz mientras metía ropa de Gabriel en la maleta.
- Ya... Eso esperamos todos.
Los dos siguieron metiendo cosas preocupados y con el miedo en el cuerpo. Desde el incidente, aunque intentaban se positivos, no podían evitar tener miedo. Al fin y al cabo, estaban en un país en guerra en el que se castigaba a la gente por su raza, religión, condición sexual o ideología.
Gabriel quiso cambiar de tema para no seguir dando vueltas a lo mismo y ponerse peor. No tenía muy claro de qué hablar y dijo lo primero que se le vino a la mente. Que lo pensaba desde hacía tiempo, pero tampoco le gustaba mucho meterse en esas cosas.
- Oye Blaz, ¿tú y mi hermana... Tenéis algo? O sea, quiero decir, que si sois novios o algo... - Según lo dijo comenzó a ponerse rojo. No estaba acostumbrado a hablar de esas cosas.
Blaz no respondió en seguida. Tardó unos segundos en pensar lo que iba a decir.
- No tío, sólo tiene 4 años... es una niña... ¿por quién me tomas? -le dijo, aunque sabía de sobra que no se refería a Navit. Pero era bueno gastarse bromas para sacarse ese mal estar del cuerpo, aunque sólo fueran unos minutos. Necesitaba reírse un poco
Gabriel le miró de reojo, echándose a reír a los pocos segundos.
- No me referiría a Navit... ¡Idiota! - le soltó con un tono de burla en su voz.
Los dos rieron, pero en seguida Blaz le respondió a su pregunta.
- No, no somos novios.
Lo dijo con un tono de voz que Gabriel no supo interpretar.
- ¿Seguro?
- Sí, te aseguro que solo somos amigos. Reconozco que Laila es preciosa y muy agradable a la vista y además se puede hablar con ella de cualquier cosa. Es inteligente y muy divertida. Pero solo la veo como una amiga, casi podría verla como a una hermana. -Carraspeó al terminar de hablar.
- Disculpa entonces, como pasáis tanto tiempo juntos y estáis siempre sonrientes y tal... pensé que os habíais enamorado o algo así. Algo que sería normal, muchas veces el roce hace el cariño.
- No tranquilo, para mi Laila es una amiga, nos contamos cosas, nos desahogamos...
Justo ahí le interrumpió Gabriel.
- ¿Os desahogáis? -preguntó Gabriel alucinado por lo que acababa de oír poniéndose las manos en la cara y abriendo mucho la boca. Sabía a qué se refería, pero le apetecía vacilar un poco Blaz.
- No de esa forma tío ja, ja, ja, -le respondió riéndose- contándonos las penas y eso. Que de eso tenemos mucho los dos.
- ¡Ah! que susto... Ya pensé que habías pervertido a mi hermana. -Volvieron a reír con ganas. Gabriel se sentía muy bien en ese momento, hacía mucho que no se reía tanto.
- Estamos muy unidos, pero como amigos que somos, nada más. Hace que me sienta bien. Sabe cómo tranquilizarme y que, aunque esté de mal humor, termine sonriendo y de buen humor. Consigue que olvide la mierda de mundo que estamos creando.
- Pues siento el mal entendido- se disculpó Gabriel, terminando con la broma.
- Tranquilo, no pasa nada, esto queda entre nosotros, no le diré a tu hermana que estas tan necesitado que te imaginas cosas que nos son. -le dijo esto con tono burlón y guiñándole un ojo a la vez que los dos reían.
Y los dos mientras reían y disfrutaban de ese ratito de risa, continuaron recogiendo las pertenecías de Gabriel.
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Amor en el infierno (En Edición)
RomanceUna familia judía huye de su peor enemigo en esos años, los nazis. 1942, vagan por la Alemania nazi, intentando refugiarse en casa de unas personas que les ayudaran. Por desgracia uno de ellos no llegará a ese destino. Laila, protagonista de esta hi...