Silbidos, gritos, llantos... El sonido del infierno en que acababan de entrar. Unos lloraban, otros gritaban y otros morían por negarse a bajar del tren. Los soldados de las SS, altos, fuertes, con la mirada llena de odio les obligaban a bajar con gritos, golpes y empujones, los que se negaban finalmente morían, los SS tenían poca paciencia y les pasaban ni una.
Laila, apoyada en la pared del vagón, observaba, sin saber muy bien qué estaba pasando. El miedo que sentía en ese momento, más fuerte todavía que el de hace días, le impedía moverse. Estaba muy asustada, el corazón le latía tan rápido que notaba los latidos en las sienes. Le vinieron unas nauseas. Le temblaba todo el cuerpo, un hormigueo recorría sus manos, los brazos y las piernas, le dolía el estómago y tenía la boca tan seca que a veces le daba la sensación de que tenía arena.
- Laila -la llamó Blaz con voz temblorosa- tenemos que salir de aquí, sino nos van a bajar a la fuerza, o directamente ni nos bajaran. Coge a Navit.
Con la voz de su mejor amigo reaccionó. Cogió a Navit en brazos y comenzó a caminar junto a Blaz, Gabriel que iba pálido y su madre que caminaba apoyada en Gabriel y se había orinado debido al miedo.
- Laila... Te prometo que todo irá bien -dijo Blaz en un intento de calmarla.
- No prometas cosas que sabes que no son ciertas -le respondió ella con voz ronca.
- Sólo intentaba tranquilizarte...
- Primero tranquilízate tú, me vas a arrancar el brazo a este paso. Aunque calmarse con todo esto es imposible -le decía mientras miraba el panorama según se iba aproximando a la puerta.
Blaz la cogió por la cintura para ayudarla a bajar.
Un anciano que iba delante suyo, al cual estaba claro que le faltaban las fuerzas, tropezó y cayó en medio de la rampa por la que bajaban parando así la cola de personas que se disponían a bajar del tren.
- ¡Maldito gusano inútil! -gritó un SS dándole una patada en las costillas.
Todos los pasajeros se quedaron petrificados con la escena. Laila se atrevió a decir algo.
- Por favor no le golpeé, es un anciano.
El SS la miró, clavando sus ojos azules en ella. Temblaba, había cometido un error, pero no soportaba esas cosas.
- Claro señorita -dijo el soldado mirándola fijamente a los ojos- lo que usted diga -dijo esto con una sonrisa llena de maldad.
Sacó la pistola y le disparó cuatro veces en la espalda y una en la cabeza. Laila gritó de pánico.
- Le ha matado por mi culpa...- sus ojos derramaban lágrimas como si en sus ojos hubiera una tormenta.
- No, tú sólo has querido ayudar, no es al primer anciano que matan, lo iba a hacer de todas formas. -Le dijo Gabriel.
Les hicieron bajar pisoteando el cadáver. Ya abajo comenzaron a separarles. Las mujeres a un lado con los niños y los hombres a otro. Por suerte Clara, al separarla de Gabriel consiguió sostenerse y caminar por su propio pie.
- ¡Gabriel! -gritó.
- ¡Madre!
Se llevaron a cada uno a un lado. Cogieron también a Laila que con Navit en brazos le costaba avanzar.
- ¡Blaz, no! -dijo ella gritos y sollozos.
- ¡Laila! -gritó él desesperado- ¡Cuídate mucho y a tu madre y Navit también!
- ¡Blaz! -volvió a gritar ella.
La iban empujando mientras ella a duras penas conseguía verle. No quería separarse de él. Empezaba a sentir rabia e impotencia. No entendía nada de lo que sucedía. Sólo que su rabia aumentaba, y su odio a esa gente.
- ¡Te quiero! -le gritó Blaz y desapareció entre la gente.
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Amor en el infierno (En Edición)
RomanceUna familia judía huye de su peor enemigo en esos años, los nazis. 1942, vagan por la Alemania nazi, intentando refugiarse en casa de unas personas que les ayudaran. Por desgracia uno de ellos no llegará a ese destino. Laila, protagonista de esta hi...