Capítulo 4

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Abría los ojos poco a poco, me encontraba en mi cama con la misma ropa del día anterior, intente volver a dormir pero un débil ruido me lo impidió. Me acerqué a la orilla de la cama para ver de dónde provenía lo que acababa de escuchar, era de madrugada y solo podía ver una silueta en el piso. Encendí la luz despertando a aquel intruso, no podía ser nadie más que mi pobre hermano que al igual que yo se había quedado dormido y por lo visto había caído de la cama.

Camino hasta la cama cubriéndose completamente con las sábanas, empujándome para que me levantara y lo dejara dormir, lo odié en ese momento pero no tuve el valor de despertarlo, podía ver una pequeña lágrima que aún no secaba. Salí de la habitación dirigiéndome a la cocina para hidratarme un poco, al parecer no era la única que tenía problemas para conciliar el sueño.

    —Señorita Rose ¿Qué hace despierta a estas horas? — Interrogó con un poco de preocupación en su voz— ¿Todo está bien?
    —Por supuesto, Eloisa. Marlon y yo nos quedamos dormidos pero me ha corrido de mi propia habitación— comenté mientras de mi boca salía un corto bostezo— estoy sedienta ¿tienes algo por ahí? 
     —Preparaba un poco de chocolate caliente, le serviré una taza. Mientras puede contarme lo que le agobia.
     —Hemos hablado ya sobre llamarme de “usted” ¿cierto?— deje soltar una leve risa. 
    —Es la costumbre, frente a tus padres debo hablarte así. A ellos no les importa si somos cercanas o no. 
    —Eloisa, puedes decirlo como es. Eres mi amiga y me atrevería a decir que eres la única que tengo, sin contar a Apolo—Añadí mientras a Eloisa se le dibujaba una sonrisa en el rostro.

Desde que había comenzado a trabajar en nuestra casa se hizo una gran amiga para mí, era fácil hablar con ella y tenía la certeza de que jamás revelaría un secreto que le contara. Cuando nos encontrábamos solas hablábamos por horas y me daba consejos, al igual que yo a ella. Pero al ser una empleada mi padre no permitía que ella me tratase como su amiga.

    —No es nada de lo que me gustaría hablar, ¿puedes cambiar de tema? — Estaba segura de que Eloisa notaba lo mal que me había ido, aunque no todo fue tan malo.  
    —Está bien, aunque sabes que puedes hablarme de cualquier cosa y te apoyaré— dijo mientras me tendía la taza de chocolate— pero no hay que deprimirnos. Conocí a un chico, es amigo de mi hermana, Hydra. No hemos tenido la oportunidad de hablar mucho, pero ha sido todo un caballero, me sorprende que mi hermana tenga al menos un amigo decente y que no me trata como una sirvienta.
    —Espera, ¿Tu hermana no les dice nada? Si fueras mi hermana te defendería de personas como esas o les soltaría un puñetazo— apunte con un visible tono de enojo en mi voz. Ella se rió.
    —Desde que mi madre murió yo tuve que trabajar ya que mi hermana se quedó todo el dinero para poder estudiar. Jamás le importe de verdad, me atrevería a decir que a pesar de que solo trabajo para tus padres siento como si fueran mi familia, algo que nunca he sentido con la que se supone es mi familia. 

En ese momento rodeé a Eloisa con mis brazos, seguía mal por la muerte de su madre y con toda razón, ella solo tenía 12 años. El día que llegó a nuestra casa no logré retener el sentimiento de lástima, era muy pequeña y debía trabajar para poder sobrevivir.

Cuando nos separamos, nos percatamos de que había una persona viéndonos, acababa de escuchar todo lo que habíamos dicho. Mi madre se acercó y le dio un fuerte abrazo a Eloisa, mi corazón se aceleró cuando mi madre pronunció las palabras “eres parte de la familia, no solo una empleada”, se trazó una enorme sonrisa en su rostro mientras derramaba algunas lágrimas.

    — ¿Señora, cómo puedo agradecerle todo lo que ha hecho por mí? — preguntó Eloisa entre sollozos.
    —Para empezar, esta despedida— dijo mi madre con una gran sonrisa.
No podía creer lo que estaba haciendo, era confuso.
Eloisa estaba perpleja, no tenía ni idea de qué decir o hacer y las lágrimas corrían con mayor intensidad por sus mejillas, le dolían las palabras de mi madre y yo estaba igual. No quería que ella se fuera o se alejara de mí, hacía de mi vida menos dramática, eso es mucho decir.

Ramé: en esta vida y la que sigue [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora