Capítulo 28

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      Final

Una vez más me encontraba en el cementerio, pero no estaba sola. Llevaba un ramo de crisantemos, era curioso que Annabeth fue la responsable de que se convirtieran en mis flores favoritas, también eran sus favoritas. En otra ocasión estaría llorando pero esta vez era diferente, estaba con él y era suficiente para que cualquier tipo de dolor se esfumara.

Si estaba bien o mal realmente no me importaba, hubo un tiempo que llegué a creer que el amor no era nada, no servía para poder vivir. Creía que se podía vivir perfectamente si estabas solo, pero me equivoqué.

Amar nunca estuvo mal, amar es lo que nos hace humanos y sí, vendrá algún momento en el que nos rompan el corazón. Siempre llegará ese día en el que sientas que todo está perdido, que ya nada importa, sentirás ese dolor creciente en tu pecho y en algún momento la idea de desaparecer llegará a tu mente. Pero ¿Qué será de nosotros si no lo enfrentamos? Ahora sé que amar nunca fue una debilidad, que las personas que creen en eso son cobardes, tienen miedo de lo que pueda pasar pero ya no más.

Tal vez arriesgarse y dar todo por una persona no es tan malo, si sientes amor, felicidad, tristeza, rencor, si eres impulsivo y sientes que todo se está cayendo está bien. Lo que no está bien es dejar que pase, no hacer nada y dejar que nuestros demonios nos consuman hasta que ya no quede nada, está mal. Rendirse y creer que si sientes que el mundo se acabara solo es una tontería porque sentir significa que estás vivo, que tu corazón sigue latiendo y así seguirá.

Lo aprendí de ella, por más jodido que se vea todo no te puedes rendir, incluso si sientes que te estas muriendo por dentro puedes luchar y mantenerte a flote. Solo con un poco de perseverancia, de pasión en lo que haces es suficiente para demostrar que eres más de lo que los demás pueden ver.

Fue lo que hice, a pesar de todo escuche a los que me rodeaban, acepté la verdad por más dura que fuera y ahora estaba aquí, feliz de haber tenido a una hermosa persona. No sirve de nada llorar por las personas que ya no están, solo nos queda vivir y afrontar los problemas de cara, tal y como nos enseñaron.

Junto a mi acompañante caminamos hasta una banca debajo de un árbol, estábamos sentados observando cada tumba pero mis ojos no se desviaban a ninguna que no fuera la de Beth.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó con voz suave.

—Mejor de lo que me veo — le dije con una sonrisa.

Sé que estaba mal, mis padres no querían saber nada sobre ellos después de enterarse que el culpable era Lucas pero no podía decir lo mismo. Delia y Mateo siempre habían sido las personas más bondadosas, eran diferentes a todos en su familia pero no entendía cómo era que sus hijos podían ser tan insensibles. Gabriel, no podía alejarme, lo quería y quería estar con él, era mutuo, los últimos días habíamos estado viéndonos a escondidas. Debíamos ser muy cuidadosos, ir a lugares donde nadie nos viera, a veces olvidaba que mi familia y la suya eran el centro de atención en éste momento, si nos veían mi familia me mataría antes de que Lucas tuviera oportunidad. Gabriel no me preocupaba, en su familia al único al que le tenían desprecio era Lucas pero claro que estaban preocupados, había escapado y nadie sabía dónde estaba ni siquiera Gabriel. Él podía decírmelo, estaba seguro de que no diría nada porque si lo hacía lo heriría y tal vez lo alejaría, yo no quería alejarlo, no otra vez.

El sonido de una cámara hizo que me levantara rápidamente de su regazo, miré a todas partes pero no vi a nadie, me acerqué al lugar de donde había escuchado las cámaras pero no vi nada.

—Creo que deberíamos irnos — hablé sin apartar la vista.

—Sí, vamos antes de que terminemos en la portada de una revista — tomo mi mano y nos alejamos de ahí.

Ramé: en esta vida y la que sigue [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora