Ramé: en esta vida y la que sigue [Completa]

Capítulo 27

Nunca sabes cuán importante es alguien hasta que lo pierdes, aprendí a la mala a apreciar a las personas que me rodeaban. Por más rota que estuviera solo quería mantenerlas a salvo, eso era lo único que me importaba.

—No sabes cuánto te extraño— me incline acariciando su nombre en la lápida.

—Ven cariño, es hora de irnos— aviso mi padre ayudándome a levantarme del suelo.

Mi padre parecía ser el más afectado, mantenía una postura firme ante mi familia pero al llegar a casa siempre se derrumbaba, se encerraba el estudio y no salía hasta el día siguiente cuando tenía que ir con mis abuelos, sacaba excusas para no comer, lo entendía había estado igual por un tiempo. Lo que más me dolía era saber que se sentía culpable, todo lo que había pasado en su ausencia lo lastimaba decía ni siquiera podía cuidar de sus hijos.

Entramos en el auto, su vista estaba clavada en la carretera, se veía pensativo, suspiró y encendió el motor. Había días en que simplemente le era imposible hablar pero ¿Cómo superarlo? Annabeth siempre había sido su favorita, le tenía tanto afecto y había años en los que pasábamos las vacaciones solo con ella y Thierry. Extrañaría tanto todo eso, me arrepentía por siempre encerrarme en la habitación del hotel con tal de no estar con ellos ¿Cómo fui tan estúpida? Me dolía saber que se había ido pensando que la odiaba, eso me destrozaba por dentro.

Llegamos a la casa de Steve quien le había dado asilo a su mejor amigo Julián y a sus hijos durante su recuperación, ellos dos eran algo así como Apolo y yo o incluso como cuando Adén seguía vivo. Entrando estaba mi madre hablando con Darla y Tessa, ella hablaba con euforia, incluso en los peores momentos sabía cómo alegrar a las personas. Shelby estaba en el sofá con Damián descansando la cabeza sobre su regazo, ella acariciaba su cabello mientras él dormía. No había señales de Marlon y Steve solo hablaba con Julián, quien aún se veía muy herido pero sobrevivieron, eso me daba la paz que necesitaba.

— ¿Cómo te fue, bella dama? — cuestionó Tessa.

—Mejor que otros días— contesté.

—Bien, quiero enseñarte algo pero está en mi habitación— giró hacía Darla y mi madre— con su permiso, iremos a la habitación.

Tessa me llevó hasta su habitación, aún tenía las maletas con todas sus cosas, ella era una persona alegre y dedicada pero cuando se trataba de arreglar su cuarto se negaba a hacerlo a toda costa, decía que perdía el tiempo arreglándolo para que después de dos días volviera a ser un desastre. Me senté en la cama mientras cerraba la puerta.

—Muy bien, es hora de que hables— la miré confundida— si te traje aquí fue para hablar en privado, desde que salimos del hospital has estado muy cabizbaja más que de costumbre, tienes golpes que no fueron proporcionados por el maldito que nos atacó y siempre parece que estás a punto de romper en llanto. No me gusta verte así pero para saber cómo ayudarte necesito que hables— y hablé.

—Gabriel fue al hospital— recordarlo ardía— me dijo que estaba enamorado de mí, pero no supe qué decir ni que hacer ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Correr a sus brazos y hacer como si nada hubiera pasado? Eso no es lo peor, cuando regresé a mi habitación Aquiles comenzó a golpearme intentando matarme pero le di un buen golpe y logré salvarme pero no, eso no termina ahí. Gabriel llegó y solo me miró para después sacar a Aquiles sin decir nada, ni siquiera fue para decir "oh lamento haber traído a una de las personas que quiere matarte" — hablaba demasiado rápido, me levanté y di vueltas por la habitación- ¿Cómo se le ocurre? Todavía que me traiciona, que fue cómplice en el intento de asesinarme, aun sabiendo todos mis secretos, mis puntos débiles tuvo el descaro de romperme el corazón para después llegar y decirme que está enamorado, distraerme para que al final Aquiles haga el trabajo sucio ¿Acaso soy tan estúpida? Creí que había sido todo pero por si fuera poco defiende a un asesino y le da paso libre para hacerme lo que quiera...