Capítulo 22.

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Nos quedamos mirando fijamente un rato hasta que lentamente decido bajar el arma, los chicos están tensos a mi alrededor mientras que el tipo se encuentra relajado y con una sonrisa de burla.

— Deberían calmarse— dice mientras hace una seña para que lo sigamos dentro de la mansión— Dejaron fuera de juego a la mitad de los de seguridad, bueno al menos ahora sé que solo son unos inútiles.

Nadie dice nada y él chico sigue con una sonrisa divertida que me gustaría borrar de un puñetazo.

Cuando estamos dentro nos invita a la sala, es una bonita casa pero nada que no hayamos visto.

— Bueno quieren un café, refres…

— Yo solo quiero que digas lo que sepas antes de que mi ya casi inexistente paciencia se acabe y termine por ponerte una puta bala en la frente.

— Primero baja la jodida voz chica— su sonrisa ya desapareció— Ya te dije que no soy el enemigo y si te estuve esperando fue porque tengo un trato que nos va a favorecer a los dos, así que deja de amenazarme si no quieres que esto termine mal.

— Supongo que me conoces— dice Nicola con voz fría, mirándolo fijamente, el chico asiente— ¿Y aún así te atreves a amenazarla en mi puta presencia?.

— No la estoy amenazando— dice aparentando estar tranquilo, aunque lo veo tragar fuerte— Solo estoy poniendo las cartas sobre la mesa.

— Más te vale porque no quiero poner tú maldita cabeza sobre la mesa— dice esta vez Malik.

— Vaya no sabía que tenías tantos guardaespaldas Rinaldi— se burla— Pensé que eras capaz de cuidarte tu solita.

Listo ya me cansé, saco el arma de mi cintura y disparó al aire.

— Si no paras juro que la próxima irá en tu fea cara— gruño enojada— Así te quedará claro que soy capaz de cuidar perfectamente de mi yo solita.

Todo rastro de diversión desaparece de su cara y es reemplazado por uno de preocupación y me atrevería a decir miedo y enseguida comprendo porque, guardo inmediatamente el arma cuando una niña de aproximadamente unos 5 años entra en la sala, parece una muñequita, su pelo es castaño y sus ojos son grandes y verdes.

— ¿Papi, que fue ese ruido?— pregunta haciendo un adorable puchero— Oh hola, ¿¡Son tus amigos papi!?, mucho gusto me llamo Tiare Anderson White y tengo 5 años.

Sky y yo soltamos una risita cuando levanta 4 dedos en vez de 5. Me acerco un poco a ella y su padre del que por cierto aun desconozco el nombre se pone alerta.

— Creo que te faltó uno preciosa— levanto el dedo que le falta y le sonrió— Ahí si son 5.

— Cierto— dice riendo por su despiste, mostrando sus pequeños dientes— ¿Cómo te llamas?

— Me llamo Kayra hermosa— digo apretando suavemente una de sus mejillas sonrojadas.

— Eres muy linda, como las princesas que veo en la tele pero mucho más— dice dando saltitos— ¿Quieres jugar conmigo? ¡Di que sí! ¡por fi!

— Tiare ve a tú habitación— la interrumpe su padre ella lo mira enojada— Ahora por favor florecilla.

Duda un momento pero luego se va, no sin antes darle un beso en la mejilla a su "papi".

— Que sorpresa— digo rompiendo el tenso silencio que se formó.

— A mi hija no la metan en estas mierdas— dice ya perdiendo cualquier rastro de diversión que antes había— Ella es la razón por la cual quiero proponer este trato.

Quiéreme Por Quien Soy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora