Capítulo XXVII

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Liam lo había pensado desde todos los ángulos posibles y estaba decidido, lo haría. Después de todo, la vida es una, se aseguraba una y otra vez.

Con Clara, habían decidido quedarse una última noche para, a la mañana siguiente, volver a sus casas.

Llamaron a sus familias, contándoles la situación. La verdad, el joven se había olvidado completamente de ellos, sentía pena por su madre, quien más se preocupaba por él, llorando en la llamada y pidiéndole que llegase en cuanto pudiese.

Su padre y su hermano (sí, tenía un hermano), por otro lado, no mostraron mucho interés en la llamada, no los malentiendan, lo querían, pero estaban seguros de que el muchacho estaría bien. Era increíble tener esa dualidad en su familia: su madre, que siempre lo sobreprotegía, y su padre y su hermano, que siempre lo animaban a hacer cualquier cosa.

- Deberíamos ver a Bianca?- propuso.

- Quieres decir visitarla? Quiero decir, no puedes verla- su mejor amiga parecía no cansarse nunca de hacer ese tipo de bromas.

- Exacto- no valía la pena pelear.

- Ya escuchaste a los señores Herondale, no saben dónde está- le recordó.

- Yo creo que podríamos encontrarla- aseguró-. Con todo lo que sucedió, no puede hacer salido del instituto.

No podía verla, pero sintió cómo la joven lo pensaba. Sabía que Bianca no le caía para nada bien, pero él no podía evitar sentir curiosidad.

No habían conversado mucho, sin embargo, en la conversación en la que le dijo que él era el chico de su mural, su interés fue en aumento.

- Está bien, te dejaré en su habitación, pero luego me iré- dió su veredicto, luego de estar pensando un rato.

Lo tomó del brazo y lo comenzó a guiar por, lo que para él eran, esos infinitos pasillos. Su sentido de la orientación no era el mejor, pero ese lugar se lo dejaba totalmente patas arriba.

Caminaron por unos minutos, hasta que la otra se detuvo en seco.

- Llegamos, suerte- le deseó, antes de que él escuchase cómo se alejaba.

El azabache, extendió la mano, descubriendo que la puerta estaba cerrada, así que tocó.

- Quién es?- escuchó la voz de la joven, un poco apagada.

- Liam, puedo pasar?- pidió.

Escuchó cómo la chica quitaba el cerrojo.

- Adelante- dijo, esta vez, en un tono más alto, como si quisiese aparentar que no estaba destruida.

Giró el picaporte y entró, no encontró a Bianca del otro lado de la puerta, pero escuchó sus pasos dentro de la habitación.

Olvidó completamente la súper velocidad de la chica.

- Estás bien?- le hubiese podido tomarle la mano, pero no sabía dónde estaba.

- No- respondió con una risita-, Lily estuvo conmigo por años, ahora la habitación se siente... Fría- sintió que la muchacha le tomaba el brazo y lo guiaba a la cama, donde usó su hombro para apoyar su cabeza.

- Bueno, al menos, lo admites.

- Por qué no lo admitiría? Me duele y quiero que pare, pero sé que no puedo hacer nada- su camiseta se mojó, la menor de los Herondale estaba llorando.

- No fue tu culpa...

- Sí, lo fue, si no me hubiese salido del instituto, ella no hubiese tenido que protegerme- ahora su camiseta estaba más mojada.

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