Capítulo 3: Inesperado

44 2 2
                                    

Durante el trayecto al bar, la colorada no mencionó una sola palabra ni tampoco lo miró, y es que el castaño tampoco hizo ademán de querer conversar con ella para alivianar la incómoda situación dentro del auto. Quizás había cometido un error al aceptar aquella invitación. Ethan se estacionó frente a un bar bastante reconocido en la ciudad, un bar apodado como el "desconocido conocido", o eso había oído de sus nuevos empleados. Desde afuera el lugar lucía caro, se veía muy refinado; pero lo mejor para el hombre, era que no se encontraba muy lejos de Ripoll's Inc, probablemente lo frecuentaría más adelante. Aún intentaba adaptarse al ritmo de Chicago, era bastante pesado, y si bien Nueva York lo superaba por una partida doble extrañaba su aire tan familiar, las calles pocas transitadas o los puntos ciegos que solamente él conocía. Observó a la pelirroja que aún se hallaba intentando normalizar la respiración luego de aquel arranque brusco, la vio sacudir su ropa y respirar profundamente. Vaya, parece que había metido la pata. Apenas si había podido convencerla de tomar un trago y ya empezaba a arruinarle la velada. Posiblemente esa sería la primera y última vez que le decía que sí.

Apagó el auto y la miró con algo de curiosidad, y también con preocupación.

— ¿Heather, estás bien? Te noto como muy... Pareciera que te está dando un infarto.

— ¿No te parece factible esa opción? No sería para menos. Manejaste como un maniático, podrías haber herido a alguien. —lo reprendió, mientras bajaba del auto. El hombre hizo exactamente lo mismo, y rodeando su auto se acercó a ella. La vio acomodar el cuello de su camisa negra y su cabello. Sí que era perfeccionista.

La miró con algo de culpa y masculló con tranquilidad.

— Lo siento, no creí que te pondrías hermética por acelerar solo unos metros. Lo hice para sacarte la tensión que tuviste con la señora Sanderson y que al menos sintieras algo de adrenalina para calmar tus nervios.

— La mencionas a esa mujer de nuevo, y terminas bebiendo solo. Y sí... —suspiró mientras lo veía fijamente. Ethan sintió la electricidad recorriendo por su cuerpo a causa de aquellos azules—. Créeme que la sentí, me asusta la velocidad.

— Ah vaya, perdóname. No lo pensé con claridad, de veras.

Ella solamente lo miró por unos segundos, «no es momento de discutir otra vez, contrólate».

— Descuida. Entremos de una vez, ¿quieres? —señaló con el pulgar al bar, y se dispusieron a entrar. El aroma fuerte del ron le recordó a Christopher, era capaz de beberse una botella entera y seguir trabajando como si no tuviera alcohol en su sistema. Caminaron hacia la barra, y se sentaron en la espera de ser atendidos.

Se quedaron en silencio, y fue él quien no tardó en romperlo como al hielo.

— No pensé que aceptarías venir a beber conmigo, sinceramente creí que no conocías ni el significado de beber.

— ¿Qué te hizo pensarlo? Claro, olvidé que tú eres bueno en eso de leer o adivinar personalidades. —se refirió a la nota que este le había escrito. Aún no la superaba.

— Ah, tengo talento en eso. Muchas veces acierto, en otras ocasiones fallo... Y así sucesivamente.

Ella hizo una mueca mirándolo de arriba abajo.

— Eres terriblemente malo en eso, pésimo diría yo. Me gusta concurrir a bares, lo hago cada vez que puedo y tengo el tiempo.

— Ya veo... De acuerdo, ¿Qué quieres tomar, Heather? —preguntó al ver que el barman se acercaba a ellos.

— Cerveza negra. —él la miró anonado. La cerveza negra era su favorita. Sí que comenzaba a llamarle la atención esa mujer.

— Dos cervezas negras, por favor. —Heather elevó sus cejas con sorpresa—. ¿Qué? Es mi bebida favorita.

Lo ImperdonableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora