Capítulo 18: Sangre en las manos

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La noticia acerca de la repentina e inesperada boda entre Christopher y Vilma aún se hacía oír por toda la ciudad a una semana de ser publicada. No había lugar en donde no hablaran de ambos, de su pasado comprometedor y dejándolo a él como el hombre que jamás amó a su primera esposa, sino a su hermana. O al menos era lo que por mayoría se especulaba. El pelirrojo no tenía más remedio que evadir todos los medios habidos y por haber, no tenía paz ni un solo momento. Se hallaba en la mansión, sentado en la ejecutiva de su despacho con la camisa desabotonada y con la mirada perdida. Llevaba entre sus manos un trago de Ron finísimo, su trago favorito. Sentado allí pensaba en su hija y en lo que había pasado. Ella lo odiaba tanto como él a Vilma, y probablemente ella también sentía lo mismo por Heather. Intentó reiteradas veces hablar con ella, pero no había manera de que lo escuchara, quería desligarse para siempre de él. Bebió con tosquedad la bebida dejando apenas una gota dentro del vaso. Alguien había tocado la puerta, pero no estaba interesado en lo más mínimo en saber quién era o qué buscaban. Deseaba morirse lo más pronto posible, no tenía nada más. 

— ¿Otra vez bebiendo? No, es que tú no tienes cara, Christopher... —Vilma lo miró con una mueca sentándose sobre el escritorio—. Ya deja de beber, ¿qué dirán si se enteran de esta faceta tuya?

— Me importa una mierda lo que digan. Tú bebes más que yo, mejor deja de meterte en donde no te llaman y deléitate con lo que conseguiste. Tienes tu estúpido anillo, ya todo el mundo sabe que serás una Ripoll dentro de poco. Quebraste mi relación con la persona que más amo en la vida, tienes que sentirte orgullosa por eso.

Vilma puso los ojos en blanco, soltando un respiro sumamente exagerado.

— Ya vas a empezar... Sí realmente te quisiera, no te hubiera discutido la decisión que tomaste, amor.

— Detente ya con esa estupidez. Óyeme algo y espero te quede muy claro... —se puso de pie tirando al suelo el vaso—. Tú jamás serás alguien en mi vida, no te mereces nada de mí. Por tu culpa he arruinado mi pasado, hice las cosas mal por causa tuya, y ahora tomas revancha porque eres tan resentida que no eres capaz de seguir tu vida. Pero no cantes victoria aún, Sanderson.

— Ripoll cariño, ya puedes llamarme Vilma Ripoll. —tocó su pecho suavemente, y él la tomó por el cuello con ímpetu—. ¿Qué haces? Suéltame.

— Juro que podría arrancarte el cuello con mis propias manos... —sonrió con rabia y Vilma sintió pavor, pues comenzaba a sujetarla con más fuerza—. Maldita seas tú, y tu hija, y el que sigas respirando, perra asquerosa.

— ¡Tú fuiste quien me metió en su cama y jugó conmigo para luego casarte con mi hermana! —dijo en apenas un audible tono. De él salió una voz dolida por tanto rechazo. Christopher la soltó brusco, y la pelinegra se sostuvo el cuello recuperando el aire. Se alejó un poco de ella, mientras Vilma tosía sin perderlo de vista.

— Eres una infeliz.

— ¿Así tratabas a mi hermana cuando eran esposos? ¿Con agresividad? —recuperó la compostura volviendo a ser ella.

— Piérdete de mí vista. Ya mañana nos dirán cuándo podremos cas... Solo lárgate, esfúmate si es posible también.

Vilma se fue acercando lentamente a él, y con voz tristona lo cuestionó.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué, qué? —preguntó con hastío.

La mujer giró el rostro esquivando sus ojos. Su voz era temblorosa, pero intentaba mantenerse firme. 

— ¿Por qué no me escogiste a mí? ¿Por qué elegiste a Virginia luego de haberme ilusionado? —entrecerró sus ojos, y de ellos escaparon unas lágrimas. Christopher negó burlón sin decir nada—. Deberías pedirme perdón por todo lo que me has hecho... Si crees que esto es un castigo, te aseguro que apenas voy comenzando. Sobrevive si puedes, amorcito.

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