Un fuerte relámpago los había dejado sin electricidad como aquella vez en el ascensor, con la enorme diferencia de que la lujuria los había acompañado, más, sin embargo, en ese preciso momento todo era diferente. A través del ventanal se podía apreciar con claridad la fea y perturbada noche que golpeaba la ciudad. Heather tenía la mirada cernida en Ethan y él solo podía observarla en silencio, temía hacer un movimiento brusco. Hablaría en cualquier momento y no quería persuadirla de repente con cualquier cosa. La tormenta se intensificó agresivamente y los truenos se hicieron cada vez más fuertes. Ella esquivó su mirada y bebió la taza de café apreciando las gotas de la lluvia que caían por la ventana. No podía encontrar las palabras exactas para iniciar la conversación, jamás había tenido que hablar de ella con alguien más, pero se trataba de su futuro esposo, debía hacer el sacrificio. Ya no tenía ni siquiera dignidad que perder, después de todo la habían expuesto crudamente. Ethan se puso de pie y buscó unas velas en la pequeña mesita junto al sofá. Las encendió colocándolas en la mesa de cristal frente a ellos, y tomó su lugar nuevamente con sigilo.
Heather exhaló con dificultad, estaba lista para relatarlo todo de una vez por todas.
— Todo comenzó hace exactamente dieciséis años atrás cuando asesinaron a mi madre. —comenzó agachando la mirada hacia la taza—. Recuerdo a la perfección cómo sucedió todo, ¿sabes? Habíamos vuelto de cenar hamburguesas, ella las odiaba, pero siempre hacía los mayores esfuerzos por mí. Tomamos el camino incorrecto por culpa mía, eso es algo que me persigue diariamente. Ella se había negado a ir por aquella calle desolada, pero como estábamos cerca del café con la rocola, los colores para mi eran más llamativos y no pudo negarse a ello, fui una estúpida. —Ethan hizo ademán de querer decir algo, pero ella siguió hablando dejándolo en su lugar. Apenas había empezado y ya quería abrazarla fuerte—. Caminábamos por una zona oscura, recuerdo que íbamos cantando una canción de Queen, no le habíamos prestado atención a nuestro alrededor así que fue sencillo para el destino causar lo que causó.
— Heather... —Ethan se había acercado a ella, pero la mujer no se distrajo en lo absoluto.
— Un hombre vestido de negro y con un pasamontaña se nos plantó delante, y comenzó a discutir con mi madre. Le pidió todo su dinero, las joyas que llevaba y también las claves de las tarjetas, pero mamá se negó. Él sacó un arma que llevaba encondida y nos obligó a entrar a un callejón... —su voz se detuvo cuando sintió la garganta seca, así que bebió del café recuperando la humedad—. Cuando nos acorraló hasta el final, le apuntó a mi madre y le repitió nuevamente que le entregara todas las joyas que usaba, pero entonces ella fingió acercarse a él y lo engañó. Forcejeó con ese desgraciado intentando quitarle la pistola, lo golpeó varias veces, pero entonces se escuchó un fuerte disparo. Los dos se habían quedado quietos, pensé que mamá había terminado con aquella pesadilla, pero la realidad era que aún no comenzaba. El tipo le dijo algo que no recuerdo, solo la vi caer al suelo mientras brotaba sangre de su boca... —tenía los ojos bañados en lágrimas, apenas podía visibilizar a Ethan—. Tomó el bolso de mi mamá y como pudo le quitó todo lo que llevaba, en especial su collar favorito de esmeraldas. No pude hacer nada por mi madre, Ethan. No pude predecir que la perdería aquella noche, aún puedo oír su voz despidiéndose de mí, diciéndome que me amaba...
— Cariño, no fue tu culpa. Nada de lo que sucedió es por responsabilidad tuya, eras una niña. Todo fue un accidente desafortunado.
Ella se mantuvo callada escuchándolo. Terminó de beber el café y prosiguió.
— Un par de años después cuando llegué a la adolescencia todo se descarriló, no pude maniobrar para un mejor destino en la vida. Empecé a fumar marihuana cuando tenía catorce, fui un terrible dolor de cabeza para mi padre y mi tía, no había día en el que no discutiera con ellos. —sonrió amargamente—. Les hice la vida imposible... Conocí a gente muy mala, me involucré con ellos creyendo que entenderían mi dolor y me recibirían por querer a alguien más en su grupo, pero sus intenciones fueron peor y yo no pude verlo. Un día, me había quedado sola con el digamos líder de la pandilla y lo vi inyectarse LSD. Sus venas saltaban recibiendo la droga, y me sentí por primera vez decidida a hacer algo sumamente estúpido e idiota. Aquella noche fue la primera vez que había dejado entrar a las drogas en mi vida. Así fue por cuatro años seguidos, es impresionante llevar buenas calificaciones cuando eres una jodida drogadicta. —Ethan tenía los ojos clavados en su novia, sus pupilas se habían dilatado—. Mi padre no tenía idea de que llevaba consumiendo esas porquerías por años, hasta que entró un día a mi cuarto y vio decenas de cajetillas de cigarros y agujas con frascos de LSD. Me internó en un centro de rehabilitación y pasé ocho meses dentro, pero hizo tan mal en enviarme justo a aquel lugar... Uno de los enfermeros había fijado su mirada en mí. Era asqueroso, creo que tenía casi cuarenta y aun así no maduraba de la cabeza. —miró a su novio deseando que no sintiera asco de lo que diría posteriormente—. Una tarde, todos los enfermeros se habían ido y él se quedó. Yo estaba durmiendo cuando se metió a mi cuarto y trabó las puertas. Ese infeliz me violó hasta saciarse... Me golpeó en las costillas, me dio la golpiza de mi vida y todo para que no luchara contra él. Mi padre lo mandó a matar, pero se arrepintió, no quería dejarme sola otra vez yendo a la cárcel. Así que lo envío a la prisión más repugnante de Suiza, no recuerdo su nombre. Pero estoy segura de que a estas alturas ha de estar muerto.
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Lo Imperdonable
RomanceHeather Ripoll se ve en medio de una encrucijada cuando la empresa de su padre se encuentra prácticamente en la ruina, gracias a una estafa. El ser una mujer decidida, respetada, inteligente y lo suficientemente responsable para cargar con cualquier...