Lo Imperdonable

Capítulo 5: Vuelve la tiranía

Tensión. Tensión era lo único que se podía sentir entre esas cuatro paredes. Estaba a merced de la muerte, y es que los ojos azules de aquella colorada lo miraban queriendo fusilarlo, o quizás iban dirigidos a su prima que aún seguía sin despegar sus manos de su cuello, ni siquiera la presencia de su prima la había movido de su lugar. Heather parecía querer masticarlos a ambos y escupirlos quien sabe a dónde. Pudo ver sus pequeños puños cerrados y oír su respiración totalmente agitada, su pecho se inflaba con fuerza. En su defensa, no tenía nada de culpa por lo que había presenciado, ya que había sido sorprendido por la pelinegra, quien de repente entró sin tocar y asaltó su boca dejándolo congelado y sin poder mover un solo músculo ante aquel inapropiado gesto. No era ella a quien esperaba para corresponder un beso. Esperó tanto por la pelirroja y fue su prima quien terminó ocupando su lugar, desgraciadamente el beso de Daphne no había logrado borrar la marca de Heather. Al cabo de unos segundos, Daphne lo soltó suavemente. Su retorcida mente le comunicaba que tendría otras oportunidades de estar con él, pero la chance de ridiculizar a su prima se le estaba presentando ahora y claro, no la iba a desaprovechar.

Ella solo curvó la comisura con ironía y caminó retadora hacia Heather, quien la veía mosqueada.

— Lárgate, ¿no ves que con Ethan estamos algo ocupados? Es que no tienes vida, Heather. Siempre tienes que meterte en todos lados por un poco de atención. —replicó cruzada de brazos.  Él notó que la pelirroja cerraba con tanta fuerza sus puños que los volvía casi tan blancos como la leche. 

Ethan aclaró su garganta y frunció el ceño al mirar a Daphne.

— En realidad, lo que sucedió aquí no es lo que claramente se vio.

— Tú no hables. —lo calló de repente, al mismo tiempo que le dedicaba una miraba dura, como si estuviera reprendiéndolo—. Al parecer tú sí que sabes cómo fastidiar a los demás, ¿verdad? ¿Viniste hasta aquí por gusto, o porque te enteraste de que me besó esta mañana? Oh sí, creo que llegaste un poquito tarde a la fiesta, querida... Somos la compañía del mismo hombre con tan solo horas de diferencia, pero como siempre eres la última en llegar a la meta.

Daphne apretó sus dientes cuando vio la sonrisa petulante de Heather.

— No intentes provocarme. Un beso es un beso, y viniendo de ti no pudo no haber significado nada, solo te importas tú misma. —respondió tajante la pelinegra. Heather elevó sus cejas sin dejar de sonreír.

— ¿Eso piensas de mí? No puede ser... —puso un mano en su pecho y fingió dolor ante los dichos de la pelinegra—. ¿Qué me dices del sexo entonces? ¿Realmente crees que en algo tan íntimo como el sexo importa nada más una sola persona? No estoy de acuerdo contigo, linda. —tanto Ethan como Daphne abrieron sus bocas, casi tocaban el suelo con ellas.

 Él la miró ceñudo, todo era una mera provocación hacia Daphne.

— ¿De qué está hablando esta ridícula, Ethan? ¿Acaso ustedes...?

— Yo... Lo que pasa es que... —comentó con tartamudez. Ambas esperaban ansiosas una respuesta, y Heather rogaba porque le siguiera el teatrito. Sin embargo, prefirió presionar su dedo en la herida por cuenta propia—. No te debo explicaciones de ninguna clase, Daphne. Lo siento.

— Lo siento, primita. Aunque te duela él me hizo suya primero, y qué chistoso que lo hizo justo donde tú estás parada. —la mujer miró con horror el suelo, no podía ser cierto. Heather no habría podido hacerlo con Ethan. Intentó canalizar su cólera para no atravesarle la cabeza con lo que fuera que encontrara a mano. 

Despejó su cabeza al sacudirla e indiferente le replicó.

— No te creo ni media palabra, Ripoll. Esa eres tú siendo tú... Te hirió vernos aquí y así, por eso tienes que buscar subterfugios para no llorar como lo has hecho toda tu miserable vida.