Capítulo 15: Un cruel pasado

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Heather no dejaba de apreciar el precioso anillo de diamantes en su anular. Se habían despedido del lindo lugar donde celebraron su cumpleaños, para continuar festejando en casa su compromiso de la forma más típica de que podían hacer ambos. Se follaron sin cesar todo el fin de semana, sin descanso sin tregua, merecían celebrar su inminente boda. El castaño no le daba descanso, ni ella tampoco lo buscaba mientras más prologaran el asunto muchísimo mejor. Jamás se había sentido tan plena junto a una persona, era increíble retroceder hacia algunos meses atrás cuando ambos se llevaban bastante mal, bueno, ella más que nada hacía difícil su estadía en la empresa. Pero el destino la había obligado a caminar por otros lados. Terminó cayendo rendida por él, y de repente tenía a la vista un precioso diamante en su dedo. Iba a unir su vida para siempre con aquel hombre que tanto la volvía loca. Que locura su vida, lo menos pensado estaba pasando. Lo vio dormir y no se resistió en mimarlo mientras descansaba tan tranquilo. Besó sus anchos y suaves hombros, acción que logró despertar lentamente al castaño. Era tan hermoso, su melena despeinada y sus ojos mieles dilatados eran arte para ella.

Lo miró con una sonrisa lela y él correspondió a su gesto, completamente cautivado por esa pelirroja.

— ¿Qué, mi amor? —preguntó curioso al ver su mirada atenta, estaba preciosa.

— Nada, no es nada. Solo pensaba... —dejó salir el aire y acarició el pecho lampiño de su novio—. No puedo creer que vayamos a casarnos. Te odiaba, Ethan, me caías demasiado mal, ¿y ahora estamos comprometidos? Esto es hermoso y tan...

— Inesperado, extraño, apresurado, inefable... —quiso continuar, pero la risa de su novia inundó el lugar contagiándolo.

— Pues sí, algo así. Pareciera tan irreal esto que estamos viviendo, me gusta cómo se siente. ¿Pero crees que es el momento? Quiero decir, no estamos yendo en zancadas, ¿no?

Él se acomodó de costado para verla mejor.

— Amor, sé que sonará algo raro y hasta confuso, pero ¿nunca has tenido la sensación de querer algo en tu vida porque sabes que hay señales mostrándote que lo necesitas? —ella frunció el ceño, buscando quizás la parte cursi, y él sonrió entendiéndola—. Eso me pasó contigo, Heather. Puedo jurar que tú eras la última persona con quien yo quería estar hace algunos meses atrás. Vamos mujer, fuiste engreída, presumida, altanera y berrinchuda.

— ¿Yo, berrinchuda? —elevó sus cejas con diversión.

— ¡Ni que lo digas! Sólo venía a ayudar y tú me imposibilitabas hacer lo que debía hacer, estorbabas con tu presencia tan pesada. Pero todo cambió cuando te conocí de a poco, cuando hablamos en aquel bar y sacamos un poco los tragos amargos de nuestras vidas, y después aquel beso... —tocó su pecoso y terso rostro—. Aquel beso fue el inicio de mi perdición por ti, mujer.

— No mentías... Sí que sonó todo muy cursi y hasta lo vi en color rosa. —rio al ver el rostro de Ethan, que la miraba resignado. Él besó su risa—. Gracias.

— ¿Gracias por qué, nena?

— Por cambiarme la vida, amor. Por mostrarme la otra cara de la realidad, en esa donde también existen los comienzos y finales felices. —replicó algo tímida. El hombre sintió latir con fuerza el corazón. Heather sabía cómo desarmarlo, como enternecerlo con tan solo unas palabras, y es que después de lo que había pasado comprendía su valor por los pequeños detalles y nuevas oportunidades. Esa mujer era demasiado valiosa.

— En todo caso, gracias a ti también, preciosa. Eres mi nuevo sueño, espero ser el tuyo también. —la besó lentamente probando del dulce néctar que emanaban esos labios, no se cansaba de besarlos—. Y bueno, ¿cuándo quieres casarte, nena? Por mí, podría ser mañana.

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