Si debía encontrar una palabra exacta para describir la situación en la que se encontraba era incomodidad. Realmente se sentía incómoda y fuera de lugar estando dentro de esas pequeñas cuatro paredes con la compañía del hombre. Vio a Ethan agitar con su móvil y frunció el entrecejo, en su opinión no lucía como el tipo inteligente que se mostraba, en ese momento era un simple idiota buscando lo imposible. No podía ser cierto, buscaba señal cuando el teléfono no tenía cobertura dentro del ascensor. Habían discutido cerca de diez minutos desde que se quedaron atascados en el ascensor, y al parecer aquellos diez minutos solo eran el comienzo. Heather recordó las cosas que tenía que hacer y que por culpa del elevador no alcanzaría a hacerlas. De repente pensó en el asunto pendiente con su padre y torció el gesto, aún no se preparaba mentalmente para escuchar el cómo se había tirado a Vilma. Se sentía tan furiosa por no encontrar una salida urgente, la próxima vez consideraría usar las escaleras. Había pasado más de media hora, casi eran las doce. Su humor estaba por los suelos, el silencio era estúpidamente molesto, y él lo era aún más. Pero entonces comenzó a reírse cuando vio Ethan mover sus manos como si se estuviera nadando en el aire. Llevaba un largo rato con el teléfono en la mano haciendo tal cosa, qué hombre tan ridículo.
— ¿Qué? ¿De qué te ríes? —inquirió ceñudo el castaño, dejando de hacer aquellos extraños movimientos con sus manos. La mujer rascó la cuenca de su ojo mientras negaba con la cabeza.
— Es que Ethan, no puedes ser tan tonto. ¿No te das cuenta de que no hay señal aquí dentro? —indagó burlona. Él no se había percatado de ello por lo que miró el móvil. Era cierto, Heather tenía razón. Pero en su defensa la tensión en ese lugar, más el lindo escote de la pelirroja y su irracional miedo a los espacios cerrados, no lo ayudaban en lo absoluto.
— Mierda, es cierto. Lo siento, es que sufro de claustrofobia y los lugares así me ponen nervioso. —la pelirroja elevó las cejas, incrédula. Había sido grosera, después de todo se trataba de una condición compleja.
Suavizó su tono y apenada le respondió.
— Lo lamento. Fue inapropiado lo que dije, estuvo fuera de lugar.
— No importa. Solo necesito llegar a esa reunión, y ahora. Estoy harto de estar aquí.
— Lo sé. No eres el único ser que tiene cosas importantes que hacer, ¿sabías?
— ¿Quieres... —dijo aireado casi por encima de la mujer. Dejó salir el aire acumulado, buscando calmarse—. ¿Quieres por favor parar de ser tan tú, Ripoll? ¿Es que no puedes no fastidiar con tu forma de ser tan déspota y tirana por un segundo?
— ¿Cómo que tan yo? ¿De qué estás hablando Ethan? Te prohíbo que hables así de mí. No sabes con quien te metes, idiota. —lo apuntó molesta.
Él solo pudo mirarla de abajo hasta arriba, despacio. Su mirada hizo temblar a Heather por lo que esquivó su mirada. Él analizó sus largas y provocadoras piernas, su espectacular cuerpo estaba cubierto por ese lindo vestido apretado, y esos pechos tan voluptuosos y apetecibles parecían querer salirse de su lugar. Si bien apenas la podía apreciar en ese lugar por la falta de luz, desde la parte superior se colaba un poco de luz por lo que podía verla a los ojos, sabía que por su mente pasaba lo mismo que en la suya. La mujer respiraba agitada, como si aquel análisis la hubiera dejado con ganas de más él. Fue entonces cuando recordó que hacía mucho no tenía sexo y todo se debía a este Ethan, pensar en él dentro suyo le hizo apretar las piernas. Ella esquivó la mirada del hombre, llevaban varios segundos haciendo contacto visual, pero parecían eternos. De repente la luz volvió dejándolos en evidencia frente al otro, esta vez no habría chance de disimular aquellas miradas traviesas y también las intenciones que conllevaban. El dichoso ascensor no tenía intención de moverse, por lo que Heather refunfuñó internamente. Ethan no había dejado de verla, estaba ansioso por volver a probar sus labios. Su mirada lascivia la había acorralado, haciéndola sentir un tanto inquieta.
ESTÁS LEYENDO
Lo Imperdonable
Любовные романыHeather Ripoll se ve en medio de una encrucijada cuando la empresa de su padre se encuentra prácticamente en la ruina, gracias a una estafa. El ser una mujer decidida, respetada, inteligente y lo suficientemente responsable para cargar con cualquier...