Capítulo 24: El amor a veces no lo es todo

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El tiempo transcurría lentamente, octubre estaba llegando a su fin. Ethan y Heather continuaban siendo el blanco de miles de periodistas. Muchos la humillaron por no haberlo saludado en septiembre por su cumpleaños. Ella trataba de no recordarlo, quería dejarlo ir, pero el mundo no la dejaba avanzar. Por suerte, tenían a sus respectivas familias apoyándolos y aconsejándolos para mirar hacia adelante. Les costaba, pues se amaban y extrañaban el roce de sus cuerpos, echaban de menos la cercanía que tanto bien les hacía. Pero era momento de aceptar que todo había terminado. Christopher estuvo al lado de su hija incondicionalmente desde que hicieron las paces. No la dejaba sola nunca y a la vez le otorgaba todo espacio que ella buscaba tener. Los dos estaban felices de haber arreglado, aunque sea la mitad de las cosas, dejaba en paz a la pelirroja. Sin embargo, para Vilma era la peor de las noticias. Tuvo que permitir que su marido se acercara a esa mujer sin refutar, estaba claro que Heather no estaba a discusión. La odiaba, la odiaba por volver a sus vidas. Había salido temprano por la mañana, debía reunirse con alguien de suma importancia y ansiaba poder llegar a un nuevo acuerdo. El primero de ellos se había llevado a cabo, la boda. Pero Vilma quería más, como toda mujer ambiciosa nada le era suficiente, iría por mucho más. Llegó a una empresa bastante precaria, sin dudarlo era más pequeña que la de su esposo o bueno, la suya en teoría.

En el recibidor de cuarta, vio a una mujer que estaba de recepcionista y no dudó en acercarse.

— Buenos días, tengo una cita a las ocho.

La muchacha la miró con sorpresa, no sabía quién era la mujer.

— Buenos días, señora. Claro, dígame con quién la tiene programada.

— Bueno, bueno... Si no es nada más ni nada menos que la flamante señora Ripoll... —Vilma se giró con soberbia, detrás de ella se hallaba un hombre calvo de más de cincuenta, algo delgado y muy, muy alto observándola con avidez.

— Con Dorian Gomez. —le respondió a la muchacha sin mirarla y se acercó a él—. Es un placer volver a verte.

El hombre sonrió encandilado por la pelinegra.

— Bienvenida a mi empresa, lamento no habértela presentado antes, acompáñame... —ella esbozó una sonrisa y él se giró guiándola. Ella aprovechó para hacer una mueca sin que se diera cuenta, qué lugar más nefasto y sin clase. Ambos subieron al quinto piso y pasaron al despacho de Dorian—. Toma asiento, hay que hablar de cómo vas con nuestro acuerdo.

— ¿No crees que lo hice a la perfección? —indagó con orgullo. Él dejó salir el aire con brusquedad.

— No lo negaré, lo hiciste estupendamente. Pero... —Vilma enarcó una de sus cejas—...no es suficiente, Vilma. Tienes que hacer mucho más que usar un simple anillo, o hacerle firmar un documento.

— ¿Podrías ser más específico, Dorian? ¿Qué es lo que realmente quieres?

— Vamos, Vilma. Tú eres inteligente, sabes a qué me estoy refiriendo. Si queremos apresurar el trámite, debemos hacerlo. —la pelinegra lo entendió todo y asintió no muy satisfecha.

— ¿Dices que lo mate? —preguntó con sarcasmo—. ¿Dime qué ganaría aparte de su dinero? Me gusta Christopher.

— Linda, ganarías tantas cosas. Piénsalo por un momento... —se puso de pie rodeándola—. Lo tendrías todo, comenzando por todos sus bienes, imagínate ser la emperatriz de todos. La empresa podría pasar a tus manos, su hermana es una buena para nada así que ella no tomará el mando ni en sus sueños. Podrías en un tronar de dedos deshacerte de lo que te estorba, piénsalo. Él te dañó toda la vida, eligió a otra mujer para el resto de su vida y te lo restregó eternamente. Él jamás te amará por todo lo que hiciste para escalar hasta dónde estás justo ahora...

Lo ImperdonableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora