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Este capítulo incluirá lo tercero de la lista. Día 3: Jugando o viendo una película.
Ambos estaban en un silencio bastante incómodo. Miraban al frente del televisor casi por obligación.
Fell simplemente pensaba en que al pasarse un poco el malestar que sentía volvería a investigar sobre el caso. Fue muy inmaduro de su parte dejar que sucediera tal cosa por una simple apuesta.
Perdió parte importante de lo que pudo adelantar o conseguir si no se hubiera distraído.
La voz de Mettaton solo aumentaba su mal humor, como lo detestaba.
Pareciera que Sans leyera su mente, ya que se levantó para tomar un CD tras sacarlo del mueble.
—¿Quieres ver una película? —preguntó sin verle.
El de colmillo de oro simplemente miró al techo como si este fuera la cosa más interesante del mundo.
—Vale. —respondió simple. No le importaba que género fuera mientras no fuese romance, no lo soportaba.
La pantalla se volvió blanco y negro. Para luego que fue colocada en el aparato empezara a reproducir las imágenes.
La introducción se le hizo demasiado familiar hasta que se dio cuenta.
—¿Enserio pusiste una película de Disney?
—Oye, Toy Story es un clásico. Mi hermano la adora.
Se mantuvo en silencio. Después de todo le parecía gracioso la escena de Buzz Lightyear con el delantal rosado y la tetera.
Le recordaba a alguien...
Ya llevaban un poco más de la mitad, cosa que se le hizo bastante rápido al estar tan concentrado en verla. Tal vez por eso no sentía tanto el malestar a comparación de antes.
Sans había sido amable en darle algo de comer que Papyrus dejó en el refrigerador. No sabía porque lo veía tanto al comerlo sin rechistar.
De por si se sentía algo extraño de el simple hecho de estar a solas con él.
Cuando finalmente terminó la película pudo respirar tranquilo porque podría irse.
Se levantó, viéndolo.
—Uhm... —miró a otro lado. —Será mejor que me vaya.
Él asintió. A pesar de mantener su típica sonrisa podía notar como se sentía algo distante.
Fell no sabía cómo decirlo.
—Ya sabes, uh. Gracias por todo. —dijo para después desaparecer.
Cuando llegó a casa se alegró de no ver ninguna señal de su hermano por ninguna parte. Entonces se dirigió a su habitación.
En uno de los cajones buscó algo de dinero, consigo unos recortes de periódicos que organizó para guardarlos en su bolso.
Revisó su teléfono que por mera suerte aún le quedaba batería.
Ningún mensaje de Blueberry.
Suspiró frustrado.
—Bien, si no quieres por las buenas será a mi manera. —dijo para sí mientras guardaba dicho aparato en su sudadera.
En un pestañeo se encontraba en unos edificios que pertenecían a una de las mejores urbanizaciones del lugar. Buscó entonces el nombre que tenía anotado en un pequeño trozo de papel.
Pronto dio con el. Entonces se fijó en el número del apartamento y marcó el comunicador.
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