𝑑𝑖́𝑎 𝟣𝟣

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Ahí estaban

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Ahí estaban. Viéndose la cara como si se tratase de una competencia en quién ganaría el que mantuviese más tiempo el contacto visual.

La había cagado, y en grande.

No iba a negarlo, sería peor si se colocaba en aquella posición. Ya tenía experiencias pasadas, sobre todo con su hermano. Siempre terminaban discutiendo por unos eternos minutos que parecían no tener fin. Pensaba que si hubiese de alguna manera un universo alterno, juraría que si fueran humanos sus gargantas se resecarían y quedarían roncos al día siguiente.

Un dolor punzante, como en las películas que veían en la tele a las tres de la tarde cuando un carro atropellaba al protagonista amenazaba su cabeza. Era insoportable. ¿Cuánto duraría?

La culpa lo intranquilizaba, mientras divagando en sus pensamientos recordó las palabras de Blueberry. En ese preciso momento necesitaba a alguien tan puro de corazón como él, que le escuchase y a pesar de que sus acciones no hubieran sido del todo correctas, le diera unas palmadas en la espalda mientras dijera no te preocupes, todos cometemos errores.

Pero ya estaba acostumbrado, siempre que hago marchaba bien solía suceder algo que lo arruinaba todo por sus acciones o por de algún tercero. Era como una maldición que estaba encima de sus hombros constantemente.

—¿No vas a decir nada? —escuchó la voz simpática pero claramente seria del comediante al frente de él lo hizo escapar de su resguardo dentro de su mente. Su vista se había dirigido a dirección al suelo desde hace unos minutos, era algo que solía hacer cuando sentía inseguridad.

—¿Qué más podría decir o acaso esperas que me arrepienta de rodillas por lo que hice? —le reto, con cada palabra escupía veneno para dejar su peso contra la pared de concreto. Su miraba indiferente hizo que los orbes de Sans se oscurecieran levemente.

—A pesar de lo mucho que nos parecemos físicamente, tu actitud es totalmente opuesta a la mía. Espero que al menos si no haces nada al respecto con tus palabras lo hagas con tus acciones.

Su voz hizo eco en la pequeña habitación, manteniéndolos en silencio. El sonido de unos pasos tomo la atención de ambos presentes, seguido del chirrido de una puerta siendo abierta.

—¡Chicos! —la voz de Blue hizo que Sans relajara su expresión, mientras que Fell se mantuvo indiferente. —¡Me alegra tanto que se encuentren bien! —se aproximó a su posición, quedando en medio de la distancia que tenían el de ropajes góticos y el vendedor de hot dogs.

—Heh, hola. ¿Qué tal todo, pequeño?

—Todo bien, estaba preocupado por ustedes. Disculpen que los mantuviera aquí, solamente era mientras se calmaban las aguas. Hay muchos policías en las calles por lo ocurrido. —comentaba mientras observaba la habitación con gesto de aflicción.

—Está bien, de todas maneras... —Sans se levantó del banco donde se encontraba sentado, para colocar las manos detrás de cuello mientras miraba por la pequeña ventana —Es muy peligroso arriesgarnos de esta manera, si estos ataques son tan constantes, no estamos seguros si solo se trataba de un solo humano.

—¿Q-quieres decir que p-pueden haber más seres afuera en busca de atacar monstruos? —tartamudeo el de pañuelo azul, mientras el del universo de underfell escuchaba en silencio.

—Es lo más seguro. —cerró los ojos, dando una pausa —No me parece extraño si logra suceder, de todas maneras, estamos hablando de que estamos en un mundo donde tanto humanos como monstruos conviven en paz. Siempre habrá alguien que quiera romper ese lazo para su beneficio.

—Hu... E-eso, eso es muy cruel. —Blue bajó la mirada hacía el suelo. —P-pero, ahora que sabemos que estos ataques están surgiendo, estaremos más alerta. —alzó la vista mientras cerraba ambas manos en un puño con determinación. Sans asintió.

—Bah, tonterías. —Fell se levantó, teniendo como respuesta la atención de sus contra partes. —No hay razón para sorprendernos de esto, se trate de un humano o de uno nosotros. De donde solía estar se mataban entre ellos sin importar nada, a pesar de que ahora nos hemos juntado no cambia los hechos de la situación.

—Pero, esperen, eso significa... ¿Qué tendremos que cerrar la cafetería? —el más bajito intervino con tristeza en su voz. El de suéter azul le acarició la cabeza.

—No, no es necesario. Además, eso nos ayudará a conseguir información. Es mejor que piensen que somos civilizados y no nos gusta la violencia, de esa manera podremos tomar cosas a nuestro favor y sacarle el provecho para encontrar la raíz detrás de todo esto.

Los tres asintieron en silencio, mientras se retiraban de la habitación.

—Por cierto, ¿dónde conseguiste este lugar? —Sans preguntó al más tranquilo de los tres, este volteo a verlo con una gran sonrisa.

—Eh, bueno... Digamos que... —fue interrumpido por una cuarta voz.

—¡Arándano, apúrate que tengo cosas que hacer! —una voz glicheada retumbo por toda la casa, haciendo que dos rostros en confusión le mirasen mientras este sudaba con una risa nerviosa.

—¡Arándano, apúrate que tengo cosas que hacer! —una voz glicheada retumbo por toda la casa, haciendo que dos rostros en confusión le mirasen mientras este sudaba con una risa nerviosa

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30 días de OTP! ¦  𝑘𝑢𝑠𝑡𝑎𝑟𝑑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora