La fecha de mi mudanza ya había sido planeada dentro de una semana más, justo cuando me graduase de preparatoria. Llevaba varios días durmiendo en casa de Claudia junto a Sam y gracias a ello el dolor era más llevadero por momentos. Lo malo era cuando llegaba la noche; hora en donde no podía dejar de pensar, de pensar, y de pensar.
-¿Estás bien?- susurró delicadamente Sam al notar mi repentino cambio de humor. Ahora que veía mi partida a un tiempo más cercano, repentinos arrepentimientos inundaban mi mente; no sabía qué tenía que hacer para mantener una relación sana a larga distancia, y el terrible miedo de que Sam se cansase de mí golpeaba todos mis sentidos. Odiaba decirlo, pero la ansiedad constante de perder mi relación llegaba a atormentarme.
Vivía dentro de un montón de estrés.
-Sí.- musité al momento de abrazar al chico y revisar distraídamente las páginas del libro que leía. Tal vez era demasiado infantil de mi parte, pero el podría leer su libro cualquier día, mientras que yo no estaría aquí en una semana; no podíamos gastar el tiempo de esta forma.- Sam.- llamé su atención y el chico me miró.- ¿tienes algo que te gustaría hacer? Algo como un último deseo antes de que me vaya.- su expresión cambió a una confundida, ¿lo había dicho muy repentinamente?
-¿Último deseo?- musitó.
-Si, ya sabes. Me gustaría saber si hay algo especial que te gustaría hacer conmigo.- Sam solo me miró con la misma expresión durante unos segundos, hasta que al final cerró su libro y suspiró.
-¿Quieres ir por un helado?- el ambiente repentinamente se aligeró con esa pregunta y no pude evitar reírme delicadamente.
-¿Te ofrezco cualquier cosa y estás bien con ir por un helado?- sus mejillas enrojecieron levemente y pellizcó mi mejilla. Un leve quejido salió de mis labios pero aún así aguanté.
-Cuando era chico mi mamá compraba helado solo en situaciones importantes, entonces yo creí que la gente lo hacía solo cuando sucedía algo bueno o festejaban algo.- susurró y se acurrucó en mi pecho. Acaricié su cabello prestándole la mayor atención posible.- pero ahora viviendo aquí noté que comer helado puede hacerse sin razones específicas, y a mí me gusta mucho comerlo a tu lado.- una pequeña sonrisa se situó en mis labios, cayendo en que no tenía idea del significado que tenía para Sam las cosas sencillas.
-Acabas de sonar muy lindo, ¿lo sabías?- él se giró hasta mi persona y sonrió.
-¿Deberíamos hacer una lista de cosas para hacer antes de que te vayas?- sin quererlo esa pregunta sonó algo triste, y me atormentaba no poder hacer nada para evitarlo.
-Bueno, me gustaría tener una cita contigo.- lo que dije transformó sus mejillas a un tono rojo, y debido a que desvió su mirada me di cuenta de que era un intento por esconderlo.Todo esto era nuevo para mí, y aunque hubiera mantenido contacto sexual con variaspersonas antes que él, ahora me sentía más expuesto que nunca; curiosamente ni siquiera había caído en la realidad acerca de nuestra relación y el pensar que ahora él se había convertido en mi mayor responsabilidad me sorprendía.
Quería hacer demasiadas cosas con él; quería pedirle que sea mi pareja, quería dormir a su lado, quería despertar todos los días a su lado, y quería hacerle el amor; ¿era correcto mantener estos sentimientos? No me gustaría tampoco hacerle creer que yo solamente lo buscaba como una compañía placentera, jamás había dudado el abrazar a alguien como lo hacía con Sam; y es que tenía demasiado miedo de herirlo más de lo que ya ambos estábamos. Odiaba admitir que dudaba de mi experiencia junto a un chico, pero es que me sentía por primera vez tímido.
-Anotado.- respondió él sacándome de mi bola enorme de pensamientos y logrando captar por completo mi atención.
-Quiero beber contigo.- eso lo hizo reír.
-¿Está bien?
-Quiero ver una película, ir de preferencia al cine.- y es que se me ocurrían tantas cosas.- me gustaría comprarte algo que al verlo pienses en mí, dormir a tu lado, enseñarte a nadar para que nada te pase cuando lo hagas con tus amigos; me gustaría dedicarte una canción para que sea solo nuestra y...- un beso en mis labios interrumpió todo lo que estaba pensando, una sonrisa reposaba cálidamente en sus labios y me miraba con un brillo hermoso en sus ojos. Sin pensarlo dos veces le devolví el contacto y me recosté sobre su pecho; ya no me sentía ansioso, porque él estaba a mi lado.
-¿Qué te parece comenzar con la cita?- susurró repentinamente.
Todo brillaba.
-Me encantaría.