Dormía como nunca lo había hecho. Me sentía cómodo y cálido, pero la cabeza me picaba.
El dolor se fue convirtiendo cada segundo más pesado, hasta que terminé por abrir los ojos de manera lenta. Notando que me encontraba en mi cuarto.
Estuve a punto de volver a cerrar los ojos de no ser por un suspiro que llegó muy cerca de mi oído; un tanto sorprendido me recargué sobre mis brazos y me incorporé sobre la cama que dormía, o más bien, sobre el cuerpo durmiente de Nilak.-¿Qué demonios?- salió de mi boca para después literalmente saltar fuera de la cama. Lo único que recordaba era haber llegado con Ares a esa fiesta, los tragos y...
Mi rostro se puso como un tomate al verlo así, durmiendo sobre mi cama sin ninguna incomodidad, y me hubiera parecido tierno de no ser por el bendito dolor de cabeza que me atormentó.
Tenía que concentrarme en recordar lo que había sucedido. Caminé de un lado a otro dentro de mi habitación, haciendo el mayor esfuerzo, pero nada llegaba.Nada.
-Puta madre.- susurré, aunque ese pequeño sonido salido de mis labios fue lo suficientemente fuerte como para despertar al pelinegro sobre mi cama.
Mi piel palideció cuando noté que se removía un tanto incómodo y abría delicadamente los ojos. Sus grandes ojos grises.
Me quedé parado en medio de la habitación como un idiota esperando a que el chico por fin terminara su estado de sonambulismo, esperando una explicación a todo esto.-Buenos días.- fue lo primero que soltó cuando se sentó sobre mi cama y tomaba la playera que estaba en el pequeño mueble a un lado suyo. Cuando se paró e intentó darme un beso en los labios, lo único que pude hacer fue retroceder un tanto confundido.
¿Qué había hecho anoche?
Mi acción pareció lastimar al pelinegro, pero al final no dijo nada, parecía cansado, y las ojeras bajo sus ojos no dieron nada más a esperar.- yo...- conectó su mirada con la mía, y un pequeño escalofrío golpeó mi espalda.- ya me iba.- se levantó sin preocupación alguna, pero mi voz fría lo detuvo. No quería que sonara de esta manera, pero no podía permitirme el tratarlo amable ahora.
Ya no.
-¿Qué pasó?- pregunté. Nilak simplemente se giró hasta mí con gracia. Su mirada me lastimó y me recordó a cómo lo hacía hace varios meses, cuando no nos conocíamos en lo más mínimo.
-Que conveniente.- respondió amargo.- intenta recordarlo, porque yo ya me cansé.- fruncí el ceño cuando volvió a caminar hasta la puerta de la habitación, y en cuanto pasó a un lado mío no me resistí en tomarlo del brazo de manera brusca, ¿cuándo habíamos pasado a tratarnos de esta manera?
-¿Porqué no me dejaste en paz? Podía arreglármelas solo.- eso le sacó una pequeña risa sarcástica.
-Es cierto, tuve que haberte dejado en paz.- y estiró su brazo haciéndome soltarlo.- de saber que olvidarías todo no me hubiera molestado en....- se cortó, frustrado. Estaba en claro que ninguno de los dos estábamos en la capacidad de hablar, con resaca y sentimientos encontrados; pero aún así no me rendí.
-¿Porqué te portas así?- pregunté, volviéndolo a interrumpir en su labor de salir de una maldita vez de mi cuarto.- ¿porqué cagamos esto? ¿Porqué no seguimos siendo solo amigos?- mis palabras flaquearon, mis sentimientos me golpearon en la cabeza por decir semejante estupidez, pero aún así me mantuve.
-No puedes solo venir aquí y pedirme que sea tu amigo Sam.- susurró el pelinegro. La mirada gélida en sus ojos logró que me diera un vuelco el corazón, y me sintiera más pequeño con cada segundo que pasaba.
¿Qué te asustaba Sam? ¿Qué era lo que en realidad te impedía decirle todo eso que sentías dentro?
-Eres el único amigo que tengo.- intenté decirle, pero el contrario solo negó con el rostro, como si cada palabra que yo estuviera pronunciando fuera un completo insulto.- no podemos arruinar esto.
Me sentía pequeño, su mirada me hacía sentir de esta manera. Pero es que si es lo que quería, ¿porqué me dolía tanto decirle que mantuviéramos esto en una simple amistad?
-Lo arruinamos Sam.- dijo al final, después de un silencio incómodo.- Nuestra amistad no era normal y lo sabías, y aún así decidiste seguir con ese juego, y jugaste conmigo como nunca nadie había jugado.- fruncí el ceño sintiéndome herido por todas las palabras que me decía al rostro, porque, aunque no gritara, yo sentía que lo hacía en su interior.- tú me hiciste así.
No entendía nada.
-¿A qué te refieres?- pregunté inseguro, ¿realmente quería saber la respuesta?
El pelinegro tomó mis hombros firmemente. Intenté desviar mi mirada de la suya, pero me obligó a conectarla sujetando mi barbilla con dos de sus dedos.
No tardó ni un segundo en darme un beso. Un beso que me dolió en demasía porque sabía que iba a ser el último.-Nunca me había preocupado por nadie como lo hago por ti Sam.- susurró después de despegar sus labios de los míos, y solo atisbé a mirarlo directamente sin saber qué decir.- tú me devolviste la emoción de querer proteger a alguien. Tú me hiciste ser nuevamente yo.
-Nilak yo...
-Ya sé qué vas a decir.- me interrumpió.- ya lo sé y de verdad que no quiero escucharlo.- cuando me soltó sentí frío. Un frío solitario y gélido; el cual aunque estuviéramos a más de veinticinco grados yo lo sentía como un escalofrío.
-¿Así termina?- salió de mis labios como un ronquido, llamando su atención.- ¿nuestra amistad va a terminar por esto?
Pareció que eso lo molestó, ya que se dirigió a la salida, y tomó la perilla no sin antes dedicarme unas últimas palabras:
-Ahora se porqué me aislé siempre de las personas. El porqué nunca me importó ayudar a los demás o involucrarme en su vida.- una pausa.- no voy a ser tu amigo Sam. Nunca vamos a poder ser amigos.
Y azotó la puerta de mi habitación.
Y me rompió.
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