Sam | El que puede y no quiere, cuando quiera no va a poder

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Siempre había estado acostumbrado a ser yo el centro de todos los rumores de la escuela, por lo que nunca me había llegado ninguno de alguien más.
Hasta hoy, que por primera vez en mucho tiempo fue diferente; esta vez a mí, Sam Palacios, me estaba llegando un rumor.

Y era de la persona que menos creería.

-Nilak Vitali, a la oficina del director.- sonó en el altavoz del aula, llamando la atención de todos los presentes.- repito: Nilak Vitali, favor de presentarse en la oficina del director.

El mencionado, el cual comenzó a sentarse al otro extremo del salón, a un lado de Ana Santillán, apenas pudo levantarse debido a su deplorable condición. Las ojeras bajo sus ojos cada vez estaban más marcadas, comenzó a saltarse clases y simplemente ya no era el mismo.

Me dolía demasiado verlo de esa manera. Pero al final de cuentas, no podía hacer nada.
Me sentía como un idiota que solo atinaba a verlo de lejos, sin poder correr y abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien.

-¿Escuchaste Vitali?- le preguntó el profesor, logrando que el chico le mirara con una cara de pocos amigos.

-No soy sordo imbécil.- y antes de que el profesor, indignado le respondiera, el chico salió del aula en supongo sería la dirección de la oficina del director. Inmediatamente los murmullos comenzaron a inundar el pequeño cuadro lleno de estudiantes, y me fue inevitable prestarle atención al menos a una voz que sonaba.

-¿Lo oliste?- le dijo un chico a otro preocupado.- de nuevo apestaba a alcohol.

-Escuché que su novio lo dejó.

Mis pies comenzaron a moverse nerviosos, y mirando en otra dirección intenté no tomarle atención a las palabras de los contrarios.
Nadie sabía lo que había pasado entre nosotros, nadie tenía el derecho a opinar en esto más que el.

Tú le hiciste esto.

Susurró mi cabeza una y otra vez.

Todo lo que le pasa es por tu culpa, porque no te atreviste a decirle lo que sientes por miedo a perderlo, ¿y ahora qué Sam? Ya no lo tienes ni de novio, ni de amigo.

Apreté una hoja un par de veces, centrándome en el sonido del reloj al pasar los segundos; pero era demasiado, esto me estaba pesando demasiado. Cuando ya no pude más, levanté la mano, llamando la atención del profesor el cual me cedió la palabra de inmediato.

-¿Puedo ir al baño?- el contrario asintió sin más mientras seguía dando su clase, a la vez que yo me paraba de mi asiento y salía casi corriendo del salón.
El estar sentado sin poder hacer prácticamente nada no me ayudaba a distraerme de mí mismo, y mucho menos me ayudaba a olvidar.
Mientras caminaba distraído por los pasillos rápidamente, sentí cómo alguien me tomaba del hombro bruscamente. Un tanto asustado, giré mi rostro como si de una ráfaga se tratase, y me encontré a un Ares mirándome fijamente. No pude evitar el escalofrío que recorrió mi columna al tenerlo así, de frente nuevamente, ya que siendo sinceros desde aquella fiesta ambos no hablábamos.

-Hola.- musité serio. El chico no me dedicó ninguna sonrisa como antes, simplemente susurró un:

-Tengo algo que decirte.

Temblé.
Curiosamente, en estos momentos no había ni un alma en los pasillos, por lo que no hice nada más que mirar la suela de mis zapatos y moverla de un lado a otro.

-Adelante.- susurré dándole luz verde al pelirrojo, quien por primera vez pareció sentir alguna emoción, ya que sus mejillas enrojecieron y frunció el ceño.

-Sé que no lo recuerdas.- musitó y tomó su nuca con una mano.- pero hace un tiempo comenzó a llenar mi cabeza la idea de que tal vez....- calló por unos segundos, como buscando las palabras correctas.- Tal vez tú me gustabas.- mi pulso se disparó en menos de un segundo y ahora era yo la persona más roja del mundo. El ojiazul pareció ver mi reacción, por lo que simplemente sonrió.- luego en la fiesta, cuando me besaste...

NilakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora