Sam | Cerebro

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-Es asqueroso.- musité asqueado en cuanto un carnicero nos tendió el cerebro dentro de un tarrito con un líquido extraño. Dante solo pagó por él y salimos de ahí.

Nos habíamos citado cerca de mi casa para poder comprar todo lo que nos hacía falta para la disección del día siguiente.
Aunque comenté que podíamos reunir los materiales por separado, Dante insistió en que sería todo más divertido si lo hacíamos juntos.

-No fue tan difícil.- dijo alegre y le miré con la misma expresión. Solo podía pensar en la pobre vaca que habían tenido que matar por esto.

-Sigo pensando en porqué no podíamos leerlo directo de un libro.- eso que dije le sacó una risa.

-¿No se te hace interesante?- preguntó.- verlo todo en persona se siente más real aún. Y seguramente esa vaca solo iba a usarse para hacer hamburguesas.

Lo pensé unos segundos y era cierto. No podía quejarme si seguía comiendo carne, era tonto.

-Me duele darte la razón, así que diré que no.- ambos reímos.

Posteriormente fuimos a buscar unos bisturíes, guantes y un par de cosas más que la maestra encargó. Dante era demasiado carismático, siempre tenía una broma que hacer o no paraba de hablar con las personas a su alrededor. A diferencia de mí, él destacaba demasiado con los demás.
Yo no tenía esa cualidad, pero no importaba tanto porque eso hacía que las pláticas con él jamás terminaran al cien por ciento. No habían silencios incómodos ni momentos desagradables, y creo que entendía porqué le agradaba tanto a las personas.

La gente popular por lo general tenían un rasgo en común, y era su personalidad segura. Nilak la tenía, Ares también y ahora Dante.

-¿Qué te gusta hacer?- preguntó cuando ambos salimos de una tienda de materiales médicos.
Lo pensé unos segundos, hace mucho nadie me hacía esa pregunta.

-Supongo que la psicología me agrada.- respondí, pensando tontamente que podía sonar algo aburrido de contar. Pero a Dante no le pareció así.

-¿Verdad? Es increíble la mente humana.- dijo entusiasmado.- me encanta que todo se relaciona, hasta la salud física.- concordé con una sonrisa.

-¿Porqué elegiste la carrera?- el castaño lo pensó unos segundos antes de contestar.

-Mi madre tuvo unos problemas de depresión en el pasado.- me confió sin ningún problema.- en esos tiempos ella no confiaba en la salud mental y lo dejó pasar. Al final del día la tuvieron que internar.

Guardé silencio. Tenía una idea de lo difícil que tuvo que ser para él, pero tampoco me sentía con ningún derecho de preguntar más.

-Lo siento, sé que es difícil.

-Para nada.- respondió casi de inmediato.- es la vida que me tocó vivir y de ello aprendí mucho. - ambos seguimos caminando en silencio por unos cuantos segundos, hasta que como era costumbre suya, rompió la incomodidad con una pregunta al azar.- ¿te apetece algo de comer? Podríamos pasar por algo de camino a casa.

No era una mala idea.

-Claro.- respondí sonriendo. Aunque el tarro con el cerebro sobre mis brazos llamó mi atención.- solo que tenemos que refrigerar esto cuanto antes.

-Cierto.- lo pensó unos segundos.- ¿crees que en algún lugar nos dejen guardar un cerebro de vaca?

-Trabajo en un lugar y conozco a la chica que atiende.- respondí casi de inmediato.- no creo que tenga problema con guardarlo por unas horas.

Inevitablemente este día me había hecho olvidar que llevaba dos días sin hablar con Nilak. Pero su recuerdo no desaparecía por completo de mi cabeza.
Era como si lo olvidara por momentos pero algo me molestara cada vez más y más. Como si no saber qué estaba haciendo me generara una clase de ansiedad inmensa.

Al final, solo guié a Dante, esperando a que este vacío desapareciera tontamente.

NilakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora