Nilak | Digna de amar

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Sí, tal vez podía admitir que estaba un poco (muy) feliz.

Sonreí mientras intentaba hacer delicadamente una letra cursiva en el cartel de nuestro proyecto, y es que esa letra era la que más quedaba con mi humor del día de hoy.

-Se te nota en toda la cara lo que tienes dentro.- me dijo Ana con una sonrisa en el rostro y unió de forma audaz una bola de plastilina a un palillo, formando así un intento de oxígeno. No pude evitar sonreírle aún más.

-Lo sé.- admití rememorando una y otra vez mi mañana, el desayuno en casa de Claudia, las notas en clase y la hora de recreo.
Era algo tan irreal y rápido que seguía creyendo que me encontraba dentro de un sueño.

Por unos instantes escuché como Ana suspiraba de manera cansada y se dedicaba a su labor de terminar la maqueta. Pero eso no duró más de dos minutos cuando me tomó del brazo de manera un tanto brusca y me obligó a mirarla. Mi corazón dió un pequeño vuelco al sentir su mirada llena de emociones indescriptibles y solo callé; eso era algo que ella lograba hacer con su fuerte presencia, que las personas a su alrededor callasen para prestarle la atención que merecía.

-Quiero conocerlo.- dijo de manera firme y no pude evitar sorprenderme un tanto, ni siquiera sabía por dónde empezar, las palabras se me atascaban de lleno en la garganta.

-¿Cómo?- al fin salió de mis labios frunciendo el ceño. Al parecer con eso la chica notó que había algo extraño con ella, ya que soltó delicadamente su agarre y miró al suelo con un tenue rubor sobre sus mejillas.

-Sabes...- musitó.- creí que podría, pero aún así no pude mirarlo hace rato.- cuando soltó esas palabras sentí que me dieron una cachetada fría. Ana tambaleó su pie de un lado a otro nerviosa, y al final continuó.- pero sé que él es un chico maravilloso, y que por eso lo buscaste y añoraste tanto. Es por eso que quiero conocerlo.- una delicada sonrisa apareció en su rostro.- yo igual quiero ser alguien digna de amar.

Las acciones tienen consecuencias, de eso me había dado cuenta ya. Y es que en ese momento, supe que yo no había recibido el castigo que merecía, no había sufrido lo que esas chicas pasaron cuando yo jugué con ellas, cuando yo jugué con sus cuerpos.
En un impulso, tomé a Ana por los brazos y la abracé. Sintiéndome un completo tonto por no haberla notado antes.

-Ya eres alguien maravillosa Ana.- susurré delicadamente.- sabes que siempre fui un idiota que no pensaba en los demás, y lamento no haber podido notarte antes. Pero ya eres alguien digna de amar; últimamente es por Sam que me di cuenta de que todas las personas son dignas de ser amadas, hasta alguien tan asquerosamente molesto como yo.

Sentí un pequeño temblor en su cuerpo cuando correspondió a mi abrazo, y aunque sea un poco, mis palabras la habían ayudado en algo.

-Aún así quiero conocer a tu hombre.- susurró bromista.- quién sabe, tal vez termine conquistándolo.- la empujé un poco divertido y ambos reímos.

Supongo que ella siempre fue una buena persona.

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