El aire acondicionado frío me puso la piel de gallina. Seguí caminando dentro buscando con la mirada a Rosa, pero no la encontré por ningún lado.
-Voy al baño, no tardo.- me dijo Dante, para después de señalarle dónde se encontraba, salir de ahí a pasos rápidos.
Estaba a punto de sentarme en la primer mesa que encontré disponible cuando sentí un fuerte jalón en el gorro de mi sudadera. El impacto me hizo retroceder unos pasos, y algo exaltado miré de quién se trataba.
Me sorprendió mucho encontrarme a Matt mirándome molesto. Llevaba desde la preparatoria sin verlo, y fue una coincidencia demasiado molesta.-¿Qué haces por acá?- lo ignoré e intenté volver a lo mío, hasta que un fuerte empujón de su parte me desorbitó completamente.- te estoy hablando.- repitió amargamente.- desde que te juntas con ese inútil se te está volando la cabeza.
¿Hablaba de Nilak?
-Solo déjame en paz Matt.- susurré por primera vez en mucho tiempo. Ya no era el mismo que en preparatoria.- siempre intentas meterte conmigo, y yo nunca te he hecho nada.- eso lo hizo reír. Se acercó hasta mí y tomó el cuello de mi sudadera negra de manera brusca. No separé mis ojos de los suyos, intentando no dejarme someter.
-Sólo te está usando.- estás palabras me sacaron completamente de mi zona.- ¿crees que alguien como él estará con alguien como tú por mucho tiempo?- me estremecí y pareció que el contrario supo que justo donde estaba golpeando, me estaba doliendo.- hasta yo he querido experimentar, pero con alguien tan asqueroso como tú ni siquiera lo intentaría. No sé qué mierdas le pasa a Nilak, creo que está loco, ¿sabes que iba al psicólogo desde los cinco años?- no pude, se me dificultó respirar por unos instantes. Pensaba en que si lo que estaba diciendo este chico era verdad, todo lo que mi cabeza estaba suponiendo no era una completa locura.
Aunque conocía que solo nosotros sabíamos lo que habíamos pasado, dolió escucharlo de alguien más. Esa inseguridad no se iba de mi cabeza y era difícil quitármela.
Recargué mi mano en la pared de manera distraída, pensando en mucho y en nada al mismo tiempo. Y supe que el chico hubiera vuelto a hablar de no ser por una voz que lo interrumpió bruscamente.
-Será mejor que te vayas.- le dijo Rosa, roja por el coraje. Lo miraba de una manera despectiva.- Si no quieres que llame a la policía, vas a retirarte ahora.
-¿Y tú eres?- le preguntó el chico con sorna.
-Eso no te incumbe.- un mesero llegó y le tendió una pizza a Rosa, la cual la tomó y sin importarle el contenido, la aventó bruscamente a los pies del chico. Matt sorprendido miró los ingredientes en el suelo.- Ahora tome su pedido, y que tenga una linda tarde.
Después de un momento algo en trance, el chico tomó la caja molesto y salió de ahí a pasos rápidos.
Ni siquiera supe qué hacer o qué decir.-¿Todo bien?- me preguntó mi amiga al momento de que me ayudaba a sentarme en una mesa. No me hacía sentir mal la agresión física, sino el hecho de todas las palabras hirientes que me había dicho. Mi relación con Nilak no iba de lo mejor y eso era mi punto débil.
-Perdón por tardar tanto.- musitó Dante alegre cuando llegó y se sentó en la mesa.- había fila en el baño y...- guardó silencio en cuanto leyó el aura de la situación. Yo temblando y Rosa abrazándome delicadamente.- ¿pasó algo?
No estaba seguro de si quería hablar mucho de ello, pero al final de cuentas habíamos venido juntos y sabía que era algo incómodo presenciar esto sin tener la más mínima idea de lo que estaba pasando.
-Un chico que solía molestarme en preparatoria quiso hacer de las suyas de nuevo.- resumí algo cansado.
-¿Te hizo algo?- preguntó, cambiando su tono a uno preocupado.
-No, Rosa lo detuvo antes de que armara más escándalo.
No supe qué más decir. Seguramente él no esperaba todo esto al venir a mi lugar de trabajo, pero era la verdad. Esa etapa seguiría persiguiéndome por el resto de mi vida.
Era tonto pensar que solo cuando estaba con Nilak nadie ponía un dedo sobre mí. Pero él ya se había ido.Ya no estaba, y eso era lo que peor me ponía.
-La gente así solo refleja su propia inseguridad en ti Sam.- trató de animarme.- ven, te acompaño a casa.
Y no pude decir que no.