Nilak | Antaño

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Regresar a viejas costumbres en muchas ocasiones nos hace bien. Nos fortalece el alma y alimenta nuestra sed de seguir adelante.

Pero, en mi caso eso nunca aplicó.

-¡Ah!- gimió la chica debajo mío aferrándose a mi espalda y mordiendo fuertemente mi cuello. Sin razón alguna eso no me gustó, pero no dije nada, ya que no era el momento correcto para hacerlo realmente.- ¡más rápido!- hice caso a lo que ella me pidió y aumenté el ritmo de mis estocadas. Parecía que estaba teniendo la mejor noche de la semana.

Pero me sentía vacío, me sentía muy, muy solo.

¿A qué me recordaba esto?

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-¿Fui yo?- preguntó Ana mientras encendía un cigarro acostada sobre mi cama. No respondí y me levanté de la misma desganado.- porque vamos, que una mujer no llegue al climax es normal, ¿pero el hombre?- la miré sin decir nada, pensando en cuánto había cambiado desde la ultima vez que nos acostamos, en cómo era una mujer nueva y más confiada, a la que ya no le importaba acostarse con alguien o no hacerlo. Solo vivía.

-¿Me das uno de esos?- señalé la cajetilla de cigarros a un lado de la cama y sin mayor problema ella los tendió hacia mí.

-Pareces más devastado que hace tres meses.- me dijo en cuanto llegué a su lado y encendía el cigarrillo sin ningún problema. Aquello que dijo llamó mi atención y me animó a tener una pequeña charla con ella, cosa que nunca hacía después de acostarme con alguien.

-¿Porqué lo dices?- le pregunté sin más, sentándome a sus pies y mirándola. Ella ya no se puso nerviosa, ni me sonrió como antes, simplemente se alzó de hombros.

-Vaya, no es por ofender, pero todos vemos tus ojeras.- respondió fría.- ¿has estado bebiendo verdad?

Le di una calada a mi cigarro y retuve el humo lo más que pude, como si eso fuera a librarme de toda la tristeza.

-No lo sé.- respondí al final, levantándome de la cama bruscamente.- pareciera que tú lo sabes todo.- eso le arrancó una pequeña sonrisa. Me dirigí hasta el baño con las intenciones de bañarme de una vez por todas, si ella quería quedarse no tenía ningún problema con que lo hiciera

-No lo sé todo.- oí a lo lejos.- pero si tuviera que adivinar, se debe a Sam.

Cerré la puerta de la habitación fingiendo que no había escuchado aquello que dijo. Y ya solo, dejé mi vulnerabilidad a flote de mi cuerpo, de mí mismo. Una que otra lagrima resbaló de mis ojos, pero antes de que pasara a más, encendí la regadera con el agua fría a tope y me metí directamente en esta.
Lo extrañaba tanto que me dolía todo el tiempo. Lo extrañaba tanto que ya ni el alcohol ni el sexo lograban distraerme.

Me estaba rompiendo de nuevo.

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Me estresa cada que dejan de hablar estos dos, pero aún así era necesario, lo siento (?)
Algún día diré cuál fue mi razón de esta historia, porque siento que muchos autores nos basamos en algo (o al menos en algo lejano) para escribir.

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