Sam | Papá

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Cuando era un niño solía acostarme en la alfombra sucia de la habitación con mi madre a ver la televisión. Ella era fanática de las novelas y yo no me resistía a verlas en cuanto ella quería, ya que era solo en ese momento del día en el que mi padre salía a comprar cigarrillos y nos dejaba la sala para nosotros solos.
La mente de alguien menor siempre se desarrolla de la manera en la que vive su vida. Y yo creía que todas las personas vivían de la misma manera en la que yo lo hacía, creía que todos sufrían lo que yo; pero justamente sucedió en un día común, en el momento en el que miré la serie que mi madre veía con unos actores gozando y disfrutando su matrimonio, donde supe que nuestra familia no era como las otras.

Papá no debía de pegarnos a mamá y a mí.

Y mamá podía ser feliz si quería.

En el momento en el que me di cuenta de que mi vida estaba jodida fue en ese instante. Acostado justo frente a la televisión, con mi madre comiendo varios cacahuates sin darse cuenta que a un lado su pequeño hijo estaba percatándose de que no era feliz.

-¡Te dije que calentaras la comida!- me gritó rabioso. Extrañamente hoy estaba despierto a esta hora, y para mala suerte mía, su humor no era bueno.

Observé callado al hombre el cual mientras se tambaleaba, caminó hasta la cocina y abrió una estantería para sacar un plato de esta.
No había mostrado alguna reacción hasta que esto sucedió, mi rostro palideció.

- ¡No puedes hacer nada bien!

-P..pero no hay comida papá.- me intenté excusar pero ya era demasiado tarde, el ya me había lanzado el plato de cerámica encima.
Intenté cubrirme con mi antebrazo, el cual al menos impidió que el artefacto frío golpeara mi rostro, pero eso no dejó de lado el hecho de que los pequeños vidrios que impactaron sobre este dejaran unas horribles heridas abiertas.
Todo mi cuerpo se tambaleó debido al impacto que recibí y me hubiera caído sino fuera por el sofá que tenía a un lado mío, en el cual me recargué rápidamente. Esto estaba sucediendo demasiado rápido.

-¡Ve afuera a comprar algo de comer! ¡y regresa antes del medio día!- asentí de una manera frenética, mi pulso estaba a todo lo que daba y sin percatarme de lo ocurrido mis mejillas ya estaban humedecidas por las lagrimas que mis ojos emanaban sin parar.
Un punzante dolor en mi mano tamborileaba sobre mi mente. Pero eso no importó en cuanto el hombre que tenía enfrente elevaba su mano hasta mi mejilla y depositaba un fuerte golpe en esta.

- ¡Fuera!

Sin decir una palabra más salí corriendo de mi hogar temblando como una maraca en dirección a la cafetería más cercana que hubiese. En estos momentos no me importaba para nada que mi mano estuviera sangrando como un demonio, necesitaba conseguir comida y no me importaba gastarme lo último que quedaba de mi trabajo.
Corrí lo más rápido que pude, secando mis lágrimas con mi mano sana, a su vez que envolvía la otra en mi playera para que no le diera el viento y así no conseguir una infección; la gente que pasaba a mi lado se giraban para verme confundidos, e incluso algunos intentaron ofrecerme ayuda pero me negué.
Temblaba demasiado cuando entré al primer restaurante de comida que había en el lugar, el cambio de ambiente me desconcertó un poco, pero eso no me impidió caminar unos pasos.

"Mami va a estar bien pequeño"

Escuché a lo lejos y algo asustado giré en todas las direcciones posibles sin saber exactamente lo que buscaba. Mi vista comenzó a nublarme el juicio, pero en cuanto noté que mi playera la cual envolvía mi brazo estaba escurriendo de ese líquido rojo y espeso todo cobró sentido.

Estaba perdiendo mucha sangre, la suficiente como para comenzar a trastabillar.

-Hijo, ¿estás bien?- ví como una mujer mayor se acercaba a mí y colocaba su mano en mi hombro preocupada. Eso fue lo que le bastó a mi cuerpo para tambalearse de una manera preocupante y caer al suelo en un golpe sordo; varias personas se levantaron para aglomerarse a mi alrededor y ver lo que sucedía, pero yo solo pensaba en una cosa: la sala de mi casa en una tarde nublada, y una televisión encendida en el canal de telenovelas.

"Vamos a estar bien"

Volvió a hablar esa voz, haciendo que me sienta con toda la seguridad para por fin, en estos momentos del día, cerrar los ojos con calma por primera vez.

NilakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora