Sam | Cansado

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Disperso, distraído, distante.

Así era como Nilak había estado durante varios días después de que entré al trabajo. Al inicio pensé que le molestaba este hecho, solo que al final desistí cuando noté que no le prestaba la más mínima atención ni a mí, ni a nadie más.
Había dejado de recogerme por las mañanas a casa de Claudia, y se negaba a verme fuera de la escuela; no podía negar que mi mente se estaba haciendo miles y miles de conjunciones apresuradas, y eso me ponía nervioso.

¿Se habrá cansado de mí? ¿Le avergonzaría el hecho de que soy un hombre y ahora no quiere salir conmigo fuera de la escuela?

-Hey, Nilak.- musité mientras andábamos por los pasillos con al menos diez minutos seguidos sin pronunciar palabra alguna. El contrario no notó que le hablé hasta que literalmente lo tomé de la mano, obligándolo a parar completamente. A esto me refería con que se encontraba disperso.- ¿tienes algún problema?- pareció que eso lo sacó de su trance, levantando una ceja e interrogándome con su fría mirada.

-No.- respondió como si fuera lo más fácil del mundo.- solo estoy un poco cansado.

Mi estómago vibró del coraje en cuanto mencionó esas palabras. Llevaba conviviendo con él el tiempo necesario como para no tragarme esa estupida excusa del cansancio.

-Ven.- sin pensarlo dos veces apreté su brazo y ambos entramos al baño de hombres más cercano a nuestra dirección. Realmente no sabía mucho lo que hacía, jamás había sido la persona que trataba de descubrir lo que a alguien más le ocurría, e internamente quise llorar de felicidad cuando vi que no había nadie en los baños y mi plan estaba funcionando a la perfección.

-Sam tenemos clases y...-

-¿En serio crees que soy estupido?- le interrumpí bruscamente, ganando un fuerte suspiro por parte del pelinegro. Era verdad que teníamos clases, pero también Nilak nunca había sido un fanático de presentarse todas las horas seguidas, y eso lo hacía aún más raro.

-Sam yo...- calló mordiéndose el labio. Se notaba a leguas que ya ni siquiera tenía las energías para mentirme, ¿qué se supone que tenía que hacer en estos momentos? ¿Molestarme? ¿Llorar?

Le tomé del rostro apresuradamente, y antes de que el chico me preguntara qué me estaba pasando por la cabeza, comencé a sacudirlo como si de una maraca se tratase.
No pasaron ni dos segundos antes de que el mayor comenzara a reírse y a intentar librarse de mi pequeño agarre; mientras que yo, divertido, no iba a darme por vencido tan pronto.

-¿Qué haces?- preguntó, aunque de no ser por mi habilidoso oído solo hubiera escuchado unos cuantos balbuceos parecidos a los de un borracho.

-Trato de acomodar tu cerebro en su lugar para así asegurarme de que no estarás tan raro todo el día.- eso le hizo reír un tanto más, y justo cuando estaba considerando soltarlo de una vez por todas, sentí sus dos fuertes manos sujetar de forma firme mi cintura; el chico dió varios pasos, llegando hasta mi persona y logrando desestabilizar mi eje por completo.
Un tanto sorprendido, tuve que soltarlo para así poder abrazar su cuello y no caer; claro que esto no quedó aquí, cuando sentí que me levantaba completamente sin esfuerzo alguno.

-¿Nilak?- solo fue cuestión de que el chico diera un par de pasos más para que ambos quedáramos recargados literalmente en la pared, y yo sin otro lugar en el cual poner mis pobres piernas, no me quedó de otra más que enredarlas en su cintura. El ambiente en menos de un segundo se transformó completamente, pasando de uno divertido a uno sutil.
Lo miré a los ojos unos segundos, como intentando descifrar qué era todo lo que lo mantenía ensimismado, y sin resistirme mucho coloqué una mano en su mejilla. Aunque en mi mente rondaban miles de pensamientos no muy positivos, todo eso se esfumó en cuanto admiré sus lindos ojos grisáceos; le quería, le quería mucho.
No pasó tanto tiempo para que el contrario posara sus labios sobre los míos y me devolvieran esa energía que tanto había estado buscando en los anteriores días.

Sin dudarlo, continué con el contacto, abriendo mi boca y dando entrada a su lengua. El estar de esta manera, recargado en la pared con él en medio de mis piernas me hacía sentir extraño, como si no fuera yo mismo.
Acariciaba con los dedos delicadamente las finas hebras de su cabello negro, cuando sentí que sus manos descendían ligeramente de mi espalda a mi trasero. Di un pequeño respingo, y me separé de él en menos de un segundo.

-¿Te sorprendí?- comentó burlón, logrando que mis mejillas se tornaran completamente rojas.- perdón.- besó varias veces mi mejilla y una pequeña sonrisa se situó en mis labios.

-Sé que no soy el mejor candidato para animar a alguien.- susurré.- pero al menos quiero que me tengas la suficiente confianza para contarme lo que sea que ha estado molestándote.- tal vez era un tanto exagerado, pero sentí como el cuello del mayor se tensaba bajo mis manos gracias al contacto.

Si tuviera que admitir lo que esperaba, sí, yo creí que él me dejaría apoyarlo y me contaría aquello que le afligía. Pero al pasar de los segundos, el contrario volvió a sonreírme de una manera fría y seca, me bajó de su agarre y tomó mi mano delicadamente.

-Todo está bien Sam.- mintió.- solo estoy cansado.

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-Rosa.- le hablé distraídamente a la pelirroja en cuanto tuvimos un pequeño descanso dentro de nuestro turno. Como era entre semana no teníamos demasiada gente que atender, y eso curiosamente ahora me alegraba.- supongamos.- musité, llamando su atención.- que alguien con el que estás saliendo repentinamente ya no quiere hacerlo. Ahora se porta todo raro y pareciera distraído siempre que está contigo, ¿tienes alguna idea de lo que significa?

-¿Hablas del chico que te venía a dejar todos los días?- aunque me sorprendió que ella estuviera tan atenta de mi persona, asentí con las mejillas ligeramente sonrojadas.- bueno, no sé mucho de relaciones cariño, ¿al menos tienes una ligera idea de lo que lo tiene así?- curioso, la miré.

-¿Cómo?- la chica dejó la escoba que sujetaba unos segundos para centrarse completamente en mi.

-Pues, no lo sé. ¿Familia? ¿Dinero? ¿Amigos?- el estómago se me hizo chico tras cada cosa que mencionaba, porque sinceramente yo no tenía ni la más remota idea de todas esas cosas dentro de la vida de Nilak. Siempre estuvimos tan centrados en nuestros problemas que ni siquiera se me ocurrió la idea de excavar un poco en su historia.

Y eso me hacía sentir como basura.

¿Al menos conocía su pasado? ¿Su historia?

No, no lo hacía, y aunque él tampoco conociera la mía, eso me hacía caer en la realidad de que solo era un chico que llegó en un mal momento y me apoyó.

-No.- susurré en respuesta y seguí en mi labor de limpiar una mancha de salsa que se había quedado estancada sobre una mesa.

-Bueno, no te digo que seas un completo chismoso, pero si no se conocen bien ¿cómo piensan comenzar una relación romántica?- repentinamente, la mancha me pareció enorme.

-Solo creo que habíamos tenido tantos problemas que resolver entre nosotros, que no nos dimos cuenta de lo que cargábamos constantemente.- musité.- no conozco nada de su pasado, y él tampoco del mío.- callé unos segundos, recapacitando mis palabras.- No porque no crea que sea necesario, simplemente no somos personas normales intentando tener una relación normal.

Me encontraba tan dentro mío, que no vi llegar un fuerte golpe de un trapo húmedo sobre mi cuello. Un pequeño aullido salió de mis labios debido a la sorpresa, y me fue imposible no mirar mal a Rosa.

-¿Eso porqué fue?- toqueteé mi cuello nervioso, pero la chica ni siquiera me escuchó cuando comenzó a hablar.

-¿Te das cuenta de lo oscuro y triste que sonó eso Sam?- me regañó.- puede que ustedes no serán el estereotipo de una pareja normal, pero si no van hablando este tipo de cosas, terminarán mal. Todos merecemos sentirnos seguros en una relación, y si no lo hacemos, probablemente sea porque no estamos listos para una.- y después, sacó una paletita de su delantal y me la dió con una sonrisa.- inténtalo, estoy segura de que saldrá bien.

NilakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora