La frustración me comía vivo.Sam se había ido la noche anterior a la cama sin decir ni una sola palabra. Por la mañana solo despertó, se vistió, y salió del cuarto a pasos rápidos como si algo lo apurase.
Entendía que no todo estaba bien por nuestra pelea del día anterior, pero no sabía exactamente qué era lo que tenía que preguntarle.
Cuando me dijo que habíamos terminado, sentí cómo la sangre se me heló en cuestión de segundos. La facilidad con la que el chico soltó esas palabras me dejó en blanco, y lo que menos quería era volverle a meter esa idea a la cabeza.Se me hacía tan extraño tener miedo de la decisión de alguien más.
-Siento que estoy viendo un fantasma.- susurró Juan en cuanto me vió llegando a su universidad. Le saludé con un cálido abrazo en cuanto nos topamos.
¿Que si estaba siguiendo a Sam hasta acá? Tal vez. Pero él tendría que entender que yo me iba al día siguiente, que esta ansiedad no se iba a ir de mi cuerpo hasta que me hablara de forma clara sobre lo que estaba pasando.
Me sentía como una especie de acosador raro que buscaba cualquier forma para hablarle, y eso me avergonzaba hasta cierto punto.Juan y yo hablamos un rato sobre lo que había sido de su vida, y este cambio de ambiente me ayudaba demasiado a no pensar en tantas tonterías.
-¿Vienes a ver a Sam?- asentí sin más, pero mi rostro tuvo que haber reflejado una especie de malestar, porque Juan no se tragó mi actuación tan fácilmente.- ¿pasó algo?
Suspiré.
-No sé hombre. Llevamos semanas así y no sé cómo arreglar nada.- confesé frustrado. Las palabras solo salieron de mi boca como un grito de ayuda.- ayer incluso mencionó algo sobre terminar en cuanto yo no pude contestar por algunos días y llegué hasta acá sin avisarle nada. Y lo peor de todo es que lleva saliendo con ese estúpido niño bonito todo el tiempo.
-Wow, wow, wow.- Juan me detuvo, algo confundido.- ¿me estás diciendo que no le contestaste por varios días?- asentí.- ¿y que luego solo viniste aquí sin dar señales de vida?- asentí.- ¿y que salga con un amigo es tu mayor problema?- asentí.
No supe ni siquiera cuándo se aproximó el golpe que me metió en la cabeza. Le miré sorprendido.
-¿Y eso porqué fue?- tomé mi frente rápidamente. Su mano era realmente pesada. Dolía como una mierda.
-Por ser un gran idiota.- se limitó a decir.- ¿no pensaste siquiera en la ansiedad que debió de haber sentido el pobre sin saber de ti por días? Pudiste solo avisarle que estarías ocupado y aún así solo darle las buenas noches.
-No siento que tenga que disculparme por no poder contestar.
El contrario me miró indignado.
-Tienen una relación a miles de kilómetros Nilak. ¿No crees que su mente de por sí está ya lo suficientemente preocupada como para que te desaparezcas sin más por días?
Miré el suelo, sintiéndome una mierda por dentro. Era verdad que no había pensado nada de lo que Juan me comentaba, y es que había estado tan ocupado en el trabajo para poder darle una mejor vida, que ni siquiera me centré en el presente.
¿De qué servía querer brindarle un mejor futuro si él no se estaba sintiendo bien ahora?
Y lo que me atormentaba más de todo esto, era que aún así Sam la noche pasada me había perdonado como si nada. Sin siquiera explicarme lo que sentía o cómo podíamos mejorar nuestra relación.Era el peor novio del mundo.
-¿Cuándo dijiste que te ibas?
-Mañana.- Juan hizo una mueca.
-Tienes que arreglar esto Nilak, o todo se va a juntar para los dos como una gran bola de nieve.- moví el pie nervioso una y otra vez. Claro que lo entendía, y de verdad me costaba.
-¿Tienes idea de en qué salón puede estar?
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-¿Sam Palacios?- me preguntó una chica en cuanto abrió la puerta del salón. Juan y yo nos la pasamos buscando en aula tras aula de la facultad de psicología sin ningún éxito.
-Si.- le respondí. Obteniendo por fin una respuesta positiva por parte contraria.
Algo nervioso, miré a Juan. Quien me sonrió en afirmación.
Mi corazón latió rápidamente en cuanto la chica se acercó a Sam y le preguntó un par de cosas. El chico un tanto confundido miró en mi dirección y solo mantuvo el contacto visual por unos segundos. Mentiría si dijera que no me contuve en hacer una mueca al percatarme que se sentaba a un lado del chico extraño del día pasado.Me calmé internamente.
-Hola.- le dije en cuanto llegó a mi lado. Varias personas miraron en nuestra dirección un tanto curiosas.
-Pudimos habernos visto en casa.- respondió simplemente, alterando aún más a la multitud.
-¿Casa?- preguntaron unas chicas atrás de él.
-¿Es tu hermano Sam?- dijo otra y me sonrió, con demasiada confianza si me preguntaran.
Un impulso raro me tocó, y sin importarme una mierda ninguna respuesta, tomé a Sam por la cintura y le abracé sin esperar su reacción.
-Soy su novio.- les dije confiadamente. Las chicas miraron a Sam, y luego a mí en repetidas ocasiones. Sentí en mis brazos cómo el rubio se tensaba un poco, hasta que una solo sonrió animada.
-Me encanta.- dijo con simpleza.- tuviste que presentarlo antes Sam.
Me alegró pensar que sus compañeros se lo tomaron tan bien, y supe que al chico también, porque su semblante cambió a una pequeña sonrisa.
-Bueno, vivo en Italia por el momento.- me limité a hacerles un poco de plática, notando por el rabillo del ojo cómo Dante posaba sus ojos en nosotros. Mantuve el contacto visual por unos segundos hasta que lo desvió.
Victoria.
-Bueno chicas.- les dijo Juan animado.- estos tórtolos tienen unas cosas que platicar, luego pueden hacerles las preguntas que quieran.
Juan me dió luz verde para tomar a Sam de la mano por fin. Le miré serio.
-¿Tienes algún examen o cosa importante que hacer?.- Sam seguía pensativo. Su mirada no reflejó mucho en cuanto negó con la cabeza.- bien.- tomé su mochila y salí con él a pasos rápidos del salón de clases.
Iba a arreglar esto pase lo que pase.