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Reencuentros

Mi mamá siempre me decía que la familia era lo más importante y que teníamos que mantenernos unidos; la primera vez que me lo dijo, tenía 5 años y no entendía porque me lo decía, era una simple niña que quería jugar con sus juguetes pero la segunda vez fue cuando mi papá y ella se divorciaron; tenía 11 años y en ese momento supe la razón por la cual me lo decía. Éramos una familia como cualquier otra pero papá conoció a alguien dejándonos a un lado, las únicas personas que nos apoyaron, fueron mi familia, los que nos sostuvieron en los peores momentos, incluso ayudaron a pagar mi preparatoria y universidad, siempre iba a estar agradecida por eso, incluso cuando había comparaciones entre mis primas y yo; todas estaban formando una familia, teniendo hijos y yo simplemente viajaba por mundo, siendo una diseñadora de modas.

Con el tiempo me di cuenta que lo que decía mi mamá para mi no era tan importante, deje de asistir a las cenas familiares, reuniones,pero porque no quisiera, porque mi trabajo me lo impedía; muchas veces discutí con mamá y muchas otras veces la deje hablando sola. La familia era importante pero no como ella pensaba y tal vez me daría cuenta tarde de qu estaba equivocada.

Todo estaba bien en mi vida hasta que recibí aquella llamada que me dejo helada, como si me hubieran arrojado un balde de agua fría, no pude articular ninguna palabra, simplemente deje que mi hermana hablara mientras se escuchaba como se le quebraba la voz, jamás había tenido la experiencia de perder a un ser querido tan joven; los abuelos, pero solo eso.

Erin y yo no éramos las mejores amigas, ni unidas, ni si quiera nos veíamos seguidos; éramos familia pero coincidíamos poco y la ultima vez que la vi fue en su boda, se veía hermosa y tan feliz, jamás pensé que la volvería a ver de esta forma, ni si quiera podía imaginarme el dolor de su esposo o de sus padres; nadie estaba preparado para enterrar a su hija o al amor de su vida.

—Señorita hemos llegado—mire al taxista, reaccionando a mis pensamientos; mire por la ventana. El mismo templo de su boda a diferencia que ahora no tenía esos colores brillante de aquella vez, ni el cielo brillaba, todo parecía triste y nublado, como si supiera que no era un día de festejo.

—Gracias—baje del taxi y pude ver a mucha gente entrado, carros alrededor, e incluso fotógrafos intentando tomar algún momento triste, sabía que los cuñados de Erin eran famosos, uno más que el otro pero lo eran pero jamás pensé que fuera capaz de no respetar el dolor de dos familias.

La gente caminaba hacía adentro; algunos lloraban mientras otros lo hacían en silencio, no conocía a nadie y no encontraba a mi familia; pude notar que un grupo de personas me miraba, entre ellos un rizado pelirrojo que reconocí; baile con el en la boda de Erin, pero jamás supe su nombre, tal vez porque estábamos demasiados ebrios. Me abrí entre la multitud y por fin pude llegar hasta la entrada de la iglesia; había gente sentada mientras otros entraban y al fondo estaban varios arreglos de flores; una foto en grande de ella sonriendo, siempre era así, feliz; enfrente de aquella foto estaba el féretro, camine hacía el, llamando la atención de algunas personas. Al llegar me quede unos centímetros cerca, observe las flores, eran sus favoritas; siempre nos decía que las tendría por todo el patio de su casa, mi mirada fue hacía ella. Sus ojos estaban cerrados y ya no tenía esa gran sonrisa que la caracterizaba, es como si estuviera dormida, en ese momento me arrepentí de no pasar más tiempo con ella o conocerla un poco más; unas lagrimas se escaparon pero las seque rápidamente.

—Atenea...—me gire y me encontré con mi mamá; a la cual abrace— pensé que no vendrías.

—Logré conseguir un vuelo, no pude llegar al funeral pero ya estoy aquí.

—¿Quién lo diría no? nunca ibas a las reuniones y ahora que murió tu prima...

—Mamá, no es momento—asintió.

—Ven vamos a sentarnos—tomo mi mano y caminamos hacía las bancas, donde se encontraba la mayoría de mi familia, en especial los padres de Erin que no dejaban de llorar.

Pasaron algunos minutos cuando el padre comenzó la ceremonia, podía escuchar sollozos, gire mi vista hacía mi madre, la cual se secaba las lagrimas; todo era tan triste pero lo que más me llamo la atención fue el llanto de un niño que era cargado por una mujer pelirroja, el tiempo pasaba muy lento, solo veía el féretro, no podía creer que ella estuviera aquí, que estuviéramos aquí para despedirla, una voz hizo que mirara hacía enfrente; ya no era el padre, era un chico; cabello castaño con pequeños rizos cayendo por su frente, vestía una camisa formal y un saco negro; podía ver sus pecas y sus ojeras, sus ojos parecían cansados y estaban rojos, incluso note que aun lloraba; se veía mal, entonces lo reconocí; era el hombre con el que se había casado Erin, no había cambiado nada.

—Esto es muy difícil para mi—hablo— No quería ni si quiera pasar—dijo para mirar hacía el piso mientras lloraba— pero mis hermanos me convencieron—volvió a mirar hacía enfrente— Erin era la mujer mas generosa y buena; cuando la conocí recuerdo que estaba buscando monedas para dárselas a un indigente, yo pasaba por ahí y le di dos dólares para que se los diera, ese mismo día me invito un café para pagarme, fue el mejor café de mi vida —suspiro— Aquí mismo nos unimos para siempre y ahora soy el que la despide —paso sus manos por su cara—ella me dio los mejores 7 años de mi vida y me dejo a dos hermosos ángeles, no se como le voy hacer para seguir sin ella, era mi todo y ahora no esta—no se en que momento sentía lagrimas en mis mejillas— La amo y la amare por siempre—su mirada se enfoco en mi, sentí un escalofrió en mi cuerpo, se quedo callado por unos segundos y siguió mirándome— y se que ella hubiera amado tener a gente tan buen aquí para decirle adiós por ultima vez, incluso personas que jamás imagino, siempre me decía que amaba a su familia que aunque no pudiera verlos seguido, siempre los tendría en su mente y en su corazón, les juro que me hizo el hombre más feliz y yo a ella, hasta el ultimo minuto; incluso lo ultimo que me dijo fue '' te amo, cuida a nuestros hijos''—miro hacía enfrente— los voy a proteger como no logre protegerte a ti, te amo.

Me seque las lagrimas y el bajo de la tarima para recibir un abrazo de un hombre; la ceremonia termino después de 20 minutos, todos comenzaron a salir, mientras yo me quede, poco a poco se fue quedando solo así que decidí levantarme y caminar, sentí un escalofrió por todo mi cuerpo, por segunda voz y una voz me hizo detenerme.

—Por fin puedo decir que me da gusto verte después de 3 años—me congelé al escucharla, me gire lentamente y la vi; vestía un vestido blanco hasta las rodillas, su cabello estaba bien peinado y tenía la misma sonrisa.

—Erin...

—Hola Atenea—dijo con una pequeña sonrisa.

Espero que la disfruten. Sin más que decir. Nos leemos pronto.✨💕

𝐘𝐮𝐚𝐧𝐟𝐞𝐧; 𝐒𝐚𝐦 𝐇𝐨𝐥𝐥𝐚𝐧𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora