Ran Haitani.

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kiratorrws

—No me gustan los bastardos que juegan sucio.—El murmullo llegó a sus oídos y en instantes se vio a sí mismo en el suelo.

No, aquello no podía ser posible.

Aquel imbécil lloron de cabello turquesa y el otro alto tenían apresado a su hermano mientras él estaba siendo derribado por una fuerza tan rápida que ni siquiera podía ver del todo. Intento golpearla, fue en vano.

La patada en sus costillas fue el índole que terminó por dejarlo fuera de pelea, mínimo le habían roto una. Le arrebataron su bastón de las manos, sabía que era lo que querían hacer.

Abrió los ojos para encontrarse con una mirada gélida en un particular tono grisáceo, las ojeras rojizas adornaban aquellos orbes que fueron lo último que vio antes de caer inconciente por un golpe en la cabeza.

Esa fue la primera vez que lo vencieron.

Jamás iba a olvidar aquellos ojos, necesitaba volver a verlos.

[...]

—¿Por qué no dejas la mierda esa de la chica de Toman?.—Negó, revisando los papeles que le habían entregado hace unos momentos atrás.—¿Y que planteas entonces?.

—Sólo deseo verla.—Respondió simple.—Voy a llegar tarde hoy, lo siento.

Se levantó del banquillo de la estancia lentamente, se estiró para luego agarrar su teléfono y bajo la atenta mirada del rubio salir.

Ya sabía dónde podía encontrarla, y aunque sea necesitaba observarla de lejos un poco más.

—Vaya vaya...—Ahí estaba ella. Con el uniforme impecable y cabello tintado de un extravagante color rosa, jamás le pareció que el primero fuera lindo, pero ella realmente lo hacía lucir.

Reía junto a un rubio y un pelimorado que reconoció como Matsuno Chifuyu y Takashi Mitsuya. Ambos estaban llenos de pequeños cortes y moretones pero ella se veía intacta.

Ryuguji Akane, la hermana del famoso mano derecha del líder de Toman. Alguien que sin duda era particular, en todos los aspectos, no entendía como jamás se había topado con ella antes.

—Akane-chan, debo irme, o mi madre me matará.—El ojiceleste se había levantado rápidamente para dejar un par de billetes en la mesa de aquel restaurante y besar la mejilla de la chica. Aquel acto lo hizo fruncir el ceño, ¿qué clase de confianza poseían entre ellos los miembros de la Tokyo Manji?.

—Si, nos vemos mañana, Chifuyu.—La vió despedirse.

Cuando el rubio se fué pasó por su lado, lo analizó con cuidado por esos segundos aunque este ni siquiera notó su presencia.

—Ah, Taka-kun, yo también debería irme.—Escuchar aquello alertó sus sentidos.—Quiero ir a verlo de todas formas.

—¿Aún lo extrañas mucho, Akane-chan?.

—Siento que no puedo respirar sin él.—No estaba entendiendo el contexto de la conversación pero eso fue suficiente para hacerlo dar un paso al lado y salir hasta la entrada.

La noche estaba casi a punto de caer por completo, vió con un poco de asco las canaletas sucias que estaban a unos centímetros de su persona. La puerta se abrió y pudo sentir en su nariz la fragancia crítica que Akane desprendía al sólo mover su cabello.

—¿Por qué me vigilas, Haitani?.—Sus músculos se tensaron. ¿Hace cuanto había sido descubierto?.

Al parecer además de tener una cara bonita y habilidades impresionantes en el cuerpo a cuerpo, Akane es bastante perceptiva. Relamió sus labios, aquello lo estaba divirtiendo de una forma que no ocurría hace años.

—Me atrapaste.—Sonrió ladino.—¿Me acompañarías a un lugar?.

—¿Qué es lo que quieres?, ustedes nunca son buen augurio.—Al fin volteó y pudo admirar de lleno el color grisáceo penetrante, sintió un escalofrío cuando poco a poco ella comenzó a acercarse hasta acorralarlo en la pared de cemento.

Como si fuera una especie de juego, Akane tiró de su corbata, aún sin despegar su vista de él.

—Ya te dije que no me gustan los bastardos que juegan sucio.—La presión en su cuello estaba comenzando a causarle una sensación extraña.—Aunque, tal vez podríamos hacer una pequeña excepción.

Cuando esta lo empujó de lleno a aquel callejón para volver a atraparlo en contra de la pared necesitó liberar sus manos de los bolsillos de su pantalón para levantarlas en el aire, con claras intenciones de aferrarse al cuerpo de la joven. Un nuevo tirón a su corbata lo detuvo, ella le dedicó una sonrisa que le heló la sangre.

—¿Cuándo te dije que podías tocarme?.—La pregunta sonó burlesca en sus labios, abrió la boca levemente con intenciones de contestar pero fue rápidamente emboscado por la boca ajena.

Se paralizó por la sensación tan estimulante. Cerró sus ojos dejándose llevar por los movimientos fuertes de los belfos de la pelirosa, una mordida en su labio inferior le sacó un sonido del que no se sentía del todo orgulloso.

—Te veo desesperado, Ran.—Escuchar su nombre salir de esa forma fue la cúspide para provocar aquella reacción en sus pantalones.—Y emocionado.

La mano de Akane se coló sobre aquel bulto, abrió los ojos para ver la escena más erótica que podría haber imaginado en su vida.

—Déjame echarte una mano.—El sonido de su cierre siendo abierto y posteriormente bajado lo hizo tragar duro, ella tiró de sus boxers para dejar su miembro expuesto.—En lo que me toques un sólo pelo te voy a sacar las pelotas a mordiscos.

Dicha aquella amenaza, no dudó un instante en tomar el falo con su diestra masturbando la base. Sonrió al notar como el Haitani estaba perdido en la sensación, abrió su boca para introducir la punta, asegurándose de lamer todo a su paso. Dando vueltas por el glande y hundiendo la punta de su lengua en la hendidura, escucho un pequeño gemido junto a su intento de tomar su cabeza, que rápidamente fue corregido por él mismo.

Quien diría que uno de los grandiosos Haitani sería tan indefenso si de sexo se trataba.

Siguió con su trabajo, dejó lamidas largas desde la base de su miembro hasta la punta, intentando meter todo lo que podía dentro de su cabidsd bucal y estimulando con su mano el resto. Fue cuestión de dos minutos para notar las pequeñas contracciones en las piernas del pelinegro, quien sólo de retorcía soltando pequeños sonidos roncos. Lo sacó de su boca para verlo directamente a los ojos mientras seguía masturbandolo.

Fue demasiado para él, se corrió sin poder evitarlo en el rostro de la chica.

—Agradece que no me cayó en los ojos.—Con su dedo tomo una gota del semen para llevarlo a su lengua, saboreó el gusto con cautela. Con su mano limpió el resto para luego sacar un pañuelo de su bolsillo y tirarlo por ahí.

Ran intentaba regular su respiración mientras volvía a acomodar su ropa, estaba tan avergonzado que no podía creerlo.

—Vamos a mi casa, tú no vas a ser el único que de divierta.—Se dejó guiar aún sintiendo sus piernas débiles por el reciente orgasmo. Relamió sus labios heridos por morderlos tanto para acatar las indicaciones de la chica.

Definitivamente ir a buscarla fue una buena decisión.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora