Hermanos Kawata.

10.5K 904 1.6K
                                    


maixjaeger

Manjiro hizo una mueca al ver la expresión triste de su hermana, suspiró viendo fijamente a Draken, buscando ayuda.

Odiaba ver a Emma decaída, y se sentía un poco culpable también.

Aunque la rubia era alguien amable y sumamente amigable que solía tener muchísimos gente cerca, desde que un grupo de ellos la vieron acompañado de él y otros miembros de Toman, poco a poco se habían encargado de aislarla. "No me imagino que clase de chica debe ser si se junta con pandilleros", "Seguramente ya se acostó con la mitad". Bastardos, le partió la nariz a todos y cada uno de los que se atrevieron a hablar así de ella. Aún así, eso no quitaba que la pobre ahora estuviera casi completamente sola en sus clases, exceptuando a sus dos mejores amigas. Pues a Hina sólo podía verla de vez en cuando, por los horarios de la colorina.

—Emma.—La llamó.—Sabes que el próximo sábado iremos a la playa, ¿Por qué no invitas a alguna de tus amigas?, Hina no podrá ir y no quiero que te sientas sola.

Se sintió muchísimo más tranquilo cuando la vio sonreír, emocionada. El brillo había vuelto a sus ojos olivos, Draken también le devolvió el gesto sin enseñar los dientes.

—¡Gracias, Mikey!.—Le recibió el abrazo esperando que aquello haya sido una buena decisión.

[...]

—No, voy tarde, me van a matar.—La chica corría a toda la velocidad que sus piernas le permitían. Había olvidado que tenía una reunión del club de debate y ella se había quedado encerrada en la biblioteca.—Mina-senpai, tenga piedad.


Llegó al auditorio abriendo la puerta de golpe, maldijo, estaba vacío.

Definitivamente al próximo lunes no llegaba.

Resignada, se dio media vuelta para volver a su hogar. Ya estaba a punto de atardecer y no quería llegar a oscuras, a sus dieciséis años le seguía temiendo horriblemente a la oscuridad.

—¿Emma-san?.—Su pecho se estrujó al ver a su compañera soltando lágrimas en silencio apoyada en la pared de uno de los pasillos.—¿Está bien?, ¿Neceista algo?.

—M-Mai-san.—Se congeló al tener a la rubia entre sus brazos llorando aún más fuerte, consolar gente no era algo que se le diera del todo bien.

La estrujó con cuidado dejandola soltar todo en su hombro. Ellas realmente no eran cercanas, no porque no quisiera, pues la Sano siempre le pareció una chica increible, sinó porque el momento de interactuar nunca se había dado. Hasta ahora.—Ya sé, ¿Por qué no vamos a tomar un café?, yo invito.

Aunque sus ojos seguían brillantes, Emma asintió, Mai era la número uno de la clase, siempre admiró lo aplicada que era y su suspicacia. Salieron juntas del establecimiento sintiendo el calor que transmitía un atardecer veraniego en Tokyo, poco más allá había un barrio lleno de locales de comida, aquel fue su destino.

—Dos trozos de pastel de chocolate y dos caramel machiato.—Ordenó por ambas, había visto a la Sano comer eso una vez en un receso. No lo diría, claramente, pues sonaría como si la estuviera acosando.

Pasó sus manos sobre la mesa blanca y al fin se atrevió a preguntar.

—¿Qué fue lo que pasó, Emma-chan?.

[...]

Dejó sus llaves colgadas en la entrada y se quitó los zapatos, apoyándose en la puerta dejó escapar un suspiro para luego sonreír emocionada.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora