Chifuyu Matsuno.

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Daddy kink¡ Si el contenido no es de tu agrado mejor no leas <3.

El cabello de la chica estaba peinado en dos coletas largas que fluían a la vez que el viendo las rozaba. Pasó frente a unos aparadores llenos de juguetes y se detuvo a ver, aquel peluche de osito enorme color rosa la cautivó. Lo necesitaba para vivir.

Ahora, con un nuevo objetivo, apresuró su paso para correr levemente dejando su falda plisada de color rosa aletear tal cual un par de alas de mariposa. Sus pequeñas plataformas negras tipo escolar más las calcetas a media pierna blancas hacían sus muslos verse aún más grandes de lo normal, sus rodillas estaban un poco rojas pero cubiertas con banditas de animalitos pues se había portado mal y papi debió castigarla el día anterior.

Keihi se veía tal cual un pequeño arcoiris en tonos rosas. Su cabello azabache era lo único que perduraba con el tiempo, al igual que claramente el ámbar de sus ojos y los pequeños colmillos prominentes que poseía como herencia familiar.

La tienda de mascotas de papi estaba un poco más allá de el letrero de "pare" en dónde se encontraba. Sonrío emocionada al verlo en la parte exterior de la tienda regando las plantas que adornaban esta.

—¡Papi!.—Chilló para llamar su atención y que este pudiera alcanzar a voltear y abrir sus brazos para recibirla en ellos.

—Bebé.—Pronunció este al hacer lo anteriormente dicho. Acunó a la chica entre sus brazos para besar su cabeza y luego separarla levemente para ver su rostro que había sido automáticamente escondido en su pecho.—¿No tuviste problemas en el camino?, No me gusta que vengas sola, te dije que podía ir a buscarte a la facultad más tarde.

—Es que salimos antes porque la maestra no llegó.—Puchereó mientras los dedos del pelinegro tomaban su mentón para obligarla a levantar la mirada y verlo a los ojos, aquellos ojos azules que estaban cargados de devoción al verla.—Pero...

—¿Pero qué, bebé?.—Cuestionó hipnotizado por el movimiento de los labios de la fémina. Sin necesidad de aguantar más la tentación llevó su pulgar al inferior para acariciarlo levemente.

—¡Vi un peluche muy lindo! ¡Lo quiero!.—Se aseguró de verlo con aquellos ojitos que literalmente lo dejaban a sus pies. Chifuyu sonrió negando suavemente.

No le importaba gastarse el sueldo en juguetes color rosa si eso hacía feliz a su bebé.

[...]

Ahora, con su bebé feliz abrazando aquel oso como si su vida dependiera de ello y con la comodidad de su departamento aislandolos de cualquier comentario de mierda que tuviera Kazutora, se permitió acercarse a Keihi y atraerla hacia él, besándola en el acto.

La acomodó sobre sus piernas dejando que sus manos se guiaran por sí solas al borde de su falda y al fin pudiera recorrer sus piernas con completa libertad. La piel tersa reaccionaba a su toque erizandose levemente, amaba poder causar ese tipo de reacciones en su pequeña, sentir que él era el único con la capacidad de dejarla hecha un desastre sólo usando sus dedos y su lengua era el mejor puto sentimiento del mundo.

Sus belfos jugaron entre ellos con cariño aún siendo el hombre quien llevaba el control, Chifuyu se encargó de morder levemente el labio inferior de su bebé para tener campo abierto de introducir su lengua. Aquella acción le sacó un jadeo a la joven, vaya que disfrutaba de escuchar los sonidos saliendo de su boca. Quería escuchar más.

Por ello, llevó una de sus manos para tantear las bragas de la chica, aprovechando también de darle un apretón a su trasero en el acto.

—Levantate un poco, cariño.—Le pidió, la menor rápidamente obedeció acomodando sus rodillas en la cama para sostenerse y poder erguirse, con esto, dándole completa visión de sus bragas de encaje color rosa al ojiceleste sin salir de su posición.

—Papi, por favor.—Pidió al notar como el Matsuno solo seguía jugando con el elástico de su ropa interior, torturandola.

Apiadandose de ella, Chifuyu llevó dos de sus dedos a la entrada de la joven aún sobre la tela. Tanteando por esta la ya latente humedad que poseía, sonrió por ello.

—Vaya, quien diría que tengo a una linda bebé tan caliente ¿Hmm?.—Jugeteó para ahora mover el tacto hasta su clítoris, dejando un par de caricias sobre él obligándola a arquear levemente su espalda.

Estaba desesperada, necesitaba sentir los dedos de su papi adentro o iba a llorar.

Levantó sus caderas dando a entender lo que quería sin necesidad de decirlo. Un puchero estaba en sus labios hinchados por el beso anterior y el resto de su cuerpo estaba comenzando a arder por el calor que su ropa provocaba, guiada por ello, desabotonó su pequeño suéter de pelitos para quedar solo con su blusa y su falda.

—Bebé, ¿Cuando te dí permiso de comenzar a quitarte de ropa?.—Gimoteó al sentir como su braga era al fin hecha a un lado y los dedos de su papi recorrían la extensión de su centro goteante, y sin cuidado, entraban.

—¡Papi!.—Chilló al sentir como no estaban teniendo ni una pisca de consideración con ella. Los dedos del ojiceleste habían comenzando a follarla con ímpetu, sin siquiera empezar con un Vaivén más lento. Casi sentía como si la estuvieran perforando, pero a la vez la rudeza de sus movimientos era sumamente placentera.—¡A-Ah!.

Enrroscó sus dedos en la camisa del hombre y escondió su cabeza en la vuelta de su cuello, los gemidos que salían de su boca más los sonidos acuosos que sus jugos provocaban hizo una orquesta erótica para los oídos de Chifuyu, quien satisfecho de haber hecho sufrir un poco a su bebé, quitó sus dedos empapados para tomar sus caderas y en un movimiento rápido dejarla bajo él en la cama.

—Que niña tan linda tengo, te mereces el cielo.—Ronroneó ante la escena de Keihi cubierta de un par de lágrimas por el placer y las mejillas rojas.—Pero como no puedo dártelo te llevaré a él.

Y con ello tomó sus piernas para sin tranca alguna abrirlas y hundir su rostro entre ellas de inmediato.

Su lengua saboreó con gusto el clítoris de su pequeña, deteniéndose en aquella parte para comenzar a chupar y morder levemente como si de un caramelo se tratara. La peliengra gimió fuertemente al sentir como además de ello, dos dedos volvían a su entrada para seguir penetrandola a la vez. Echó su cabeza para atrás, extasiada.

La lengua del ojiceleste no se detuvo en ningún momento, Chifuyu amaba la sensación de los jugos sedosos en su boca y corriendo por sus manos. Aumentó aún más el ritmo cuando una delgada y suave mano se aferraba a sus cabellos haciendo que los gemidos se volvieran erráticos y aún más ahogados que antes.

Aquella era la señal que necesitaba.

Introdujo otro dedo sin cuidado, pues estaba lo suficientemente preparada ya, y se mantuvo succionando aquella sensible bolita de carne tan importante hasta que finalmente escuchó un gemido más fuerte, que casi parecía un lloriqueo, y su orgasmo empapó sus dedos hasta hacer los fluidos mojar sus mejillas y gotear levemente.

—Papi.—Farulló levemente cuando se separó de su centro al sentir el vacío de sus dedos.

—¿La Bebé quiere que papi la folle ahora?.

Aún con su respiración descontrolada y su boca levemente abierta, asintió sin dudarlo ni un segundo.

—Por favor, papi.—Rogó.

Y eso fue suficiente para firmar su contrato de no dormir en toda esa noche otra vez.






𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora