Ran Haitani.

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MonserratSanchezRami

—¡Yo me voy a casar con Akane-chan!, ¡Ya verás!.—Le gritó al otro niño que aún no soltaba la manga del pequeño suéter blanco de la niña. Ran estaba perdiendo la paciencia, y el otro no parecía querer dejarlos jugar en paz.

—Ran-kun, ayúdame.—Pidió ella siendo jalada hasta casi el punto de ser tirada el piso por el niño de cabellos rojizos, aquello fue suficiente para el mayor de los hermanos Haitani.

—No voy a dejar que la lastimes.

Abrió los ojos sintiendo una migraña terrible, intentó volver a dormir con todas sus fuerzas pero se le fue sencillamente imposible. No podía dejar de rememorar aquellos recuerdos de su infancia, que solían estar bloqueados hasta hace algunos meses. Él había recordado la existencia de aquella niña, su vecina de aquel momento; Fujiwa Akane, la hija de uno de los magnates del país.

Una pequeña de cabellos chocolates y ojos de un tono esmeralda que no puede creer que olvidó. Se removió entre las sábanas de seda buscando aquel aparato que normalmente solía usar sólo para lo justo y necesario, marcó entre sus contactos a la única persona que sabía que podía ayudarle a quitarse el capricho de encima.

—Tengo un trabajo para tí, Unumi.

[...]

Su día iba de maravilla, logró conseguir sacar su uñeta favorita del interior de si guitarra y Masamune había llevado hamburguesas para todos en la clase. Ese chico era un sol.

—Entonces, ¿Cuál tocamos para Navidad?.—Aquella era la pregunta que llevaba atormentandola desde primer año, significaba una pelea segura. Le dio un mordizco a su comida ignorando como la presidenta de la clase y los gemelos Jun se ponían como gatas defendiendo un trozo de atún.

La Academia era genial hasta que llegaba fin de año, ahí todo era caos, pues las presentaciones de Navidad y año nuevo eran prácticamente la mitad de su calificación de todo el semestre, no tenían chance de joderlo, y el que lo hiciera pagaría con sangre.

Como siempre los de la orquesta Sinfónica se ofrecieron a tocar la misma pieza de Chopin que repetían desde el 99', los de la banda decidieron que la mejor opción era un arreglo de "November rain" sin hacerla parecer tan obscena como era en realidad, coro iba por una de Amy Houston y sólo quedaban ellos; el grupo de acústica contemporánea.

Era su maldito último año, debían disfrutarlo a lo grande.

—¿Y si componemos algo?.—Todas las miradas se dirigieron a su persona por soltar tan disparate.

—Eso hubiera servido hace seis meses, Akane, tenemos dos semanas.

—Entre todos podríamos tener algo bueno en una sola tarde.—Se encogió de hombros, sabiendo que estaba plantando la semilla del desastre.—¿O por qué están en la academia si no pueden crear nada?.

El aura cambio a uno desafiante, perfecto.

—Estas lo-

—Yo digo que si podemos.—Escuchó el primer apoyo.

—Sí, yo también.

—Tengamos algo de fé en nosotros.—Ánimo otra compañera. Vió como las mejillas de la presidenta ardían de la rabia.

En lugares hostiles debías saber mover tus cartas.

Su reunión termino aproximadamente a las siete de la tarde. Guardó a su amada Palmer PF23, a la que apodó Yan, en sus estuche colgandosela al hombro. Estaba agotadísima, mataría por poder tirarse a una cama y dormir allí mismo.

Caminó al ritmo que tarareaba aquella canción de Oasis que tanto le gustaba a su hermano mayor. Llegando al primer piso se topó con la desagradable sorpresa de que estaba lloviendo.

Y no un par de gotas locas que caían de vez en vez, el cielo se quería desmoronar.

Bufó, frustrada. No podía irse a casa bajo el agua con su bebé en su espalda. Pensó en soluciones, tal vez podía llamar a su padre para que fuera a recogerla cuando saliera del trabajo, mientras, podía vagar por las instalaciones ya desiertas del Instituto.

Dicho y hecho, llegó a aquel acuerdo con su progenitor luego de una corta llamada. Agradecía a los dioses siempre llevar comida extra en su mochila, tenía un hambre de los mil demonios.

Se sentó en una banqueta admirando las gotas caer, el frío le importaba poco pues el espectáculo tan caótico lo valía. No notó la presencia a metros de ella hasta que sintió como se sentaban a su lado.

Aquel joven, pues no sabía si era tan mayor como para llamarlo señor, dejó que viera su perfil afilado con las manos en los bolsillos. Su cabello estaba trenzado y llevaba una sonrisa particular en la cara, se le hizo familiar. Aún así no dijo nada y apartó la mirada, pensando que podía incomodar.

—Sigues siento tan callada como siempre, Akane-chan.

Su voz, a pesar de los años ese tono era inconfundible.

—¿Ran?.—Abrió sus ojos sorprendida al recibir una sonrisa mas grande y un asentimiento.—Dios santo...

—¿Te alegra mi presencia?.—Asintió, sintiéndose incapaz de decir algo con palabras.—Eso me hace feliz, Akane.—Dijo con sinceridad manchando sus pupilas.

—¿Hace cuántos años que no sabía de tí?, ¿Once, doce tal vez?.—La situación le parecía alucinante.

—Doce años son los que han pasado desde que te mudaste.—Le sorprendió que recordara y dijera aquello con tanta claridad.—¿Me extrañaste?.

—Cada día.—Respondió sin dudar.—¿Aún quieres casarte conmigo?.

—Por eso mismo vine a buscarte.—Vociferó él.—Quiero que me concedas una cita.

¿Acaso las hamburguesas tenían pepinillos alucinógenos?, ¿Estaba escuchando bien?. Él amor de su infancia estaba ahí, viéndola con anhelo, alevosía.

Al diablo.

—Tú pídeme todo lo que quieras, Ran-kun.—Le respondió, sacando a relucir esa parte juguetona que el chico no había tenido el placer de conocer.—Acepto la cita con la condición de que después tengamos otra.

—Lo que me pidas.—Asintió este sin dudar, su expresión adormilada le daba un toque relajado, transmitía calma.—Me alegra haber mandado a mis chicos a seguirte.

—Sigues siendo el mismo desquiciado de hace doce años, Haitani.

Pero que más daba, eso no quitaba que estuviera enamorada de él hasta la última fibra de su cabello.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora