Chifuyu Matsuno&Keisuke baji

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katobi-San

La vocesita de su Kouhai le sacó una sonrisita. Chifuyu estaba siguiendola con un par de hojas en las manos y era acompañado por aquel pelinegro repitente; Baji Keisuke.

—Matsuno-kun.—Saludó.—Baji-kun ¿Cómo estás de tu puñalada?.

—Mejor, Senpai.—Le sonrió.—¿Necesita ayuda?.

Negó pero aún así el pelinegro le quitó los libros que llevaba en las manos. Le sonrió en agradecimiento.

—Estaba por irme a casa pero me pidieron devolver eso en la biblioteca.—Hizo sonar las llaves maestras que tenía por su cargo como secretaria del Consejo estudiantil.—¿Tú que llevas ahí?.

—Son los exámenes de historia de mi salón, debo llevárselos a Mari-sensei.—Respondió el ojiceleste.

—Oh, ella se fué antes por una emergencia familiar, Matsuno-kun.—Comentó, haciendo una mueca.—Pero si quieres puedo abrir para que las dejes en el salón de maestros.

—¡Muchas gracias, Senpai!.—Definitivamente esa sonrisa podía alumbrar hasta el día más nublado.

—Vamos entonces, chicos.

[...]

Una cosa había llevado a la otra, entre charlas el hambre picó y los invitó a ambos a ir por un helado en su local favorito. Ninguno se negó, claramente.

—¿Cuál es tu sabor favorito, Chifuyu-kun?.—El rubio se atragantó con su propia saliva cuando ella lo llamó por su nombre, su amigo le dió palmaditas en la espalda, preocupado.

—Oi, no mueras.—Golpeó más fuerte.

—M-Menta con chocolate.

—Si, mejor muerete.—Se alejó de él con una mueca de disgusto. Kato rió por la escena, ambos chicos eran muy divertidos.

—¿Y el tuyo, Baji-kun?.

—Frutos rojos.—Se encogió de hombros.

—Ah, ese es muy bueno, queda contigo.—Se puso levemente de puntitas para dejar dos palmaditas en su cabeza, los colores de subieron a la cara de Keisuke quien intentó cubrirse acomodando sus anteojos.

—¡Miren, ya es nuestro turno!.—Exclamó el tecerco con el mero ademán de separarlos.

—Es cierto, entremos.—Tomó a cada uno de las mangas de sus camisas para jalarlos hasta el interior de la colorida tienda.

Ambos se quedaron pasmados, ¡Era una heladería de gatos!.

—Por favor díganme que ninguno es alérgico.—Pidió al ver sus caras.

Negaron a la vez, sin siquiera pensárselo se tiraron al suelo de alfombra y más sorprendentemente aún, los gatos comenzaron a acercarse a ellos.

—Uno de menta y chocolate, Frutos rojos y café helado.—Pidió viendo como lentamente los animalitos comenzaban a acomodarse sobre los cuerpos de ambos, todos quienes estaban dentro miraban la escena, algunos incluso sacando fotografías.—Por favor.

—Se lo llevaremos a su mesa, veo que sus amigos son muy buenos con los gatos.—Asintió, igual de sorprendida.

—Al parecer lo son.—Aunque no le extrañaba, ambos daban unas vibras muy buenas, eso se traspasaba a los mininos.

Y ella sólo podía pensar en que eran tan lindos.

[...]

—Adiós, volveremos pronto a visitarlos.—Se despidió de ellos Chifuyu mientras Baji sujetaba la puerta y acariciaba a uno por uno con su otra mano.—¿No podemos llevarnos aunque sea uno?.

—Chifuyu-kun, lo siento pero no pueden.—Se acercó al ojiazul para entelazar sus brazos y alejarlo de ahí, lo veía capaz de agarrar alguno y salir corriendo.—Keisuke-kun, vámonos.

—Bien...—Murmuró el otro cerrando con cuidado de no cazar la patita de ninguno de los felinos.—Senpai.

—¿Sí?.

—Acompañenos al parque, queremos hablar con usted.

El tono serio con el que él pelinegro dijo aquello y el rubio asintió le puso los pelos de punta. ¿Acaso habían reprobado alguna materia?, ¿Baji volvió a golpear como antes y lo iban a expulsar?. Miles de ideas malas pasaron por su mente pero sólo asintió y Keisuke se enganchó a su otro brazo para seguir caminando.

La entrada al parque Yoyogi no tardó en colarse frente a los tres. Fueron directamente hasta las pequeñas islas redondas en aquel lago artificial, se sentaron en el pasto en silencio admirando como un ave jugeteaba a las orillas del agua.

—¿Les paso algo malo, chicos?.—Preguntó, sin podes quitarse el malestar de encima.

—Eso va a depender de lo que nos responda, Senpai.—Ladeó la cabeza aún más confundida por la respuesta de Chifuyu.

—Kato-Senpai, ¿Usted está enamorada de alguien?.—¿Qué? ¿Por qué Baji le preguntaba eso?.

—No lo creo, me han gustado varias personas pero no creo haber estado enamorada nunca.—Respondió.—¿Necesitan consejos de amor?.

Los amigos se dirigieron una mirada que no supo interpretar.

—No, Senpai.

—¿Entonces que ocurre, Keisuke-kun?.

—¿Qué tendría que hacer alguien para que usted se enamorara?.—Juntó sus labios y pensó en una respuesta, pues realmente jamás había parado en ello.

—Supongo que debe ser alguien que no tenga miedo a aprender cosas nuevas, pues siempre estoy hablando de cosas que leo y a algunos chicos con los que he salido les molesta.—Comenzó.—También debe ser más alto que yo, y ser bueno con los animales.

—¿Entonces nosotros entramos en la categoría?.—La pregunta tan directa la sobresaltó, un rubor apareció en sus mejillas y se encogió de hombros nerviosamente.

—N-No veo por qué no.

Ahora ambos tenían un par de grandes sonrisas en sus caras.

—Kato-Senpai.—Comenzó el rubio.

—¿Mm?.—Hizo un ruido, lo suficientemente avergonzada como para hablar.

—Nos gusta, mucho.—¿Qué?, ¿Por qué Baji hablaba en plural?.—¿Nos daría una oportunidad?.

—¿N-Nos?.

—Sí, a ambos.—Afirmó el de ojos celestinos.—Los dos queremos ser sus novios.

Casi casi sentía que vapor le estaba saliendo de la cabeza. ¿Acaso estaba alucinando?, oh, debía estar alucinando.

—¡Nosotros vamos a escuchar de todos los libros que lea Senpai!.

—Si, Y ambos somos más altos que usted. Si nos junta somos como tres Kato-Senpai's.—No pudo evitar reír por esa cuenta tan rara que hizo el pelinegro.

—Y ya vio que los animales nos quieren.—Volvió a hablar el rubio.—Diga que sí, Senpai, ya le dije al señor Peke J que usted es su mamá.

Suspiró, negando con una sonrisa.

—Que Kouhais más lindos tengo.—Rió sintiendo su corazón danzar por lo anteriormente dicho, si era un sueño, al diablo, iba a disfrutarlo.—Claro que sí, chicos. Cuento con ustedes.

Ambos pares de brazos se juntaron para tirarla al pasto en un abrazo adorable mientras murmuraban a la vez que la harían feliz y que no se iba a arrepentir de aceptarlos.

Claro que no lo haría, ¿quién podría hacerlo?.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora