Kakucho Hitto.

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—Maldita sea.

Jessica había salido casi huyendo de la casa de Hina luego de decirle de broma que también se había tirado ya a Takemichi.

Cosa que iba a hacer, pero aún no.

No esperó toparse de frente con aquellos ojos bicolores de nuevo al cruzar la acera alejándose de la avenida principal.

—¿Kaku?.

—Jessy.—Pronunció el Pelinegro, algo confundido, sorpendido.—¿Por qué no volviste al club?.

La chica tragó duro, sintiéndose intimidada por su presencia varonil y suave que muchas veces la hizo derretirse en sus manos.

—Bueno...¿No quieres ir a tomar un café?.

[...]

El club de lectura de la calle 88 era un sitio poco concurrido y sumamente tranquilo, en su mayoría algunas ancianas y jóvenes con alcance de mira iban a inscribirse para recibir el libro mensual que se les era entregado.

Jessica había llegado ahí luego de romper con su ex novio, Hanma. Y buscando alguna distracción de sus pensamientos llenos de aquel idiota.

Así conoció al chico más único que había tenido el placer de ver en su vida; Kakucho Hitto.

Era sencillamente dulce.

Al principio ninguno fue muy hablador, pero fue imposible no compartir un par de palabras cuando "invisible" de Eloy Moreno les fue entregado aquel Junio. Así, poco a poco, su relación fue tornandose cada vez mas cercana.

Y de la cercanía a la intimidad no hay demasiados pasos.

Recordaba con parsimonía como las manos del Hitto la había recorrido con tanta ternura que se sintió casi de cristal. Cómo sus besos no sabían vacíos y que sus palabras eran sinceras.

Y aquello mismo, a alguien como ella; que había vivido a base de la inhumanidad del Shuji, logró aterrarla por completo.

—En serio lo siento, Kaku.—Murmuró cabizbaja, jugando con el mantel blanco de la mesa de aquella cafetería.—Yo...

—Realmente me preocupe de que te hubiera pasado algo, no sabes lo feliz que me hace poder verte bien aquí ahora.—Comprensivo, él siempre había sido así.

—¿No estás molesto conmigo?.

Las pequeñas risillas del chico calaron bastante.

—Jamás podría enojarme contigo, pequeñita.

[...]

El café terminó con el ir a caminar a aquel parque que solían recorrer juntos. Sus manos estaban tomadas con delicadeza y algo de nervios, Jessica no podía evitar sentirse pequeña y protegida por la gran mano del chico. Kakucho, quien caminaba con una pequeña sonrisa en su rostro normalmente incauto, al fin sentía su pecho andar en paz por tener a la chica que tanto adoraba, y que jamás dejó de adorar, a su lado.

—¿Quieres pasar a mi departamento o prefieres que te lleve a tu casa?.—Preguntó él luego de dar un par de vueltas por los senderos rodeados de faroles amarillos.

—¿Me dejas quedarme contigo esta noche?.—Preguntó con una pizca de vergüenza en su voz.

El Hitto no evitó soltar su mano para llevar ambas a sus mejillas rojizas por el frío de la noche.

—Puedes quedarte hasta que quieras irte, Jessy.

El edificio era uno de aquellos antiguos pero con aire mágico. Las paredes de concreto llenas de helechos verdosos y amarillentos que reodeaban algunos balcones la hizo voltear la mirada, pues le pareció sencillamente hermoso.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora