Ken Draken Ryuguji.

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Topioka-Sempai

—Nee, ¿Qué tenemos aquí?.—Haru observó de arriba a abajo al chico con complejo de poste telefónico.—Draken, el vice líder de Toman.

—Vaya, me alegra saber que soy conocido.—Rodó los ojos con ironía este mientras entraba al Granero donde estaba sentada la chica.—Vengo a hablar con tu jefe.

—¿Mi jefe?.—Arqueó la ceja.

—Sí, el líder de Crimson.—Aquella conversación estaba comenzado a molestarle.—¿No está aquí?.

—Yo soy mi propio jefe.—Afirmó con una sonrisa juguetona cruzando sus piernas para dejar ver un poco demás intencionalmente.—¿Qué te trae a hablar conmigo, Draken?.

El rubio la vió incrédulo.

—¿Una chica es líder de Crimson?.

—¿Por qué te sorprende tanto?.—Cuestionó.—Te advierto que odio a los hombres machistas.

—No soy machista, pero es peligroso que una chica esté metida en cosas como estas.—Respondió con convicción.—¿Cómo lograste formar una pandilla?, tus hombres son fuertes.

Su risa resonó por todo el lugar, Draken se preguntó qué había dicho tan gracioso.

—Creo que tenía expectativas muy altas de Toman, si ni siquiera ven con quien están peleando...

—¿Qué insinuas?.—Fruncio de nuevo el ceño.

—Mis chicas son muy fuertes, ¿no?.

Vaya mierda. Ahora resulta que quienes golpearon a Peh fueron chicas.

—Crimson nació por necesidad, Draken.—Comenzó ella.—Necesitábamos algo para sentirnos seguras al salir y también darle seguridad a todas las demás. No vamos a dudar en matar a cualquier imbécil que intente ponernos una mano encima.

Ella sonaba decidida, fuerte. Nunca había conocido a una mujer tan imponente en su vida.

Le gustaba.

—¿No están interesadas en una alianza?.

Haru sonrió de lado, recorriendo su mirada por la anatomía del chico.

—Convenceme.

[...]

Definitivamente Haru sí era sumamente intimidante si se lo proponía, lo del Granero no había sido nada. Ahora incluso él estaba algo sacado de sintonía por su seriedad.

Mikey y ella se estaban quemando con aquellas miradas.

—¿Entonces, Kenchin logró convencerte?.—Vió hacia otro lado, queriendo meterse bajo una piedra por ser llamado con aquel ridículo apodo.

Sí supiera.

—Fue lo suficientemente convincente.—Por primera vez en todo el tiempo que llevaban en aquel descamparo ella soltó una sonrisa de lado.—Acepto el trato, nos afiliaremos a Toman siempre y cuando ustedes cumplan con su parte.

—Lo haremos, Haru-chan, no te preocupes. Tampoco es que queramos hombres del tipo que golpearian a alguna chica en nuestras filas.—Afirmó el rubio correspondiendo el gesto.—Entonces desde ahora, Crimsom será puesto en la primera división, te presentaré mañana al jefe de tu escuadrón.

—Me gusta, líder.—Estrenaron sus manos, sellando el pacto.—¿Me prestas a Draken un rato?.

—Todo tuyo, Haru-chan.—Respondió este con burla.—Diviértete, Kenchin.

Sí, definitivamente no soportaría esa humillación.

—Maldito...—Gruñó por lo bajo al verlo irse despreocupadamente.

—Draken, vamos a comer un helado.—No podía negarse a aquella sonrisa.

Aunque tampoco es como si quísiera decirle que no.

—Parate entonces.—Ambos imitaron la acción retirandose del lugar. Le abrió la puerta al salir y Haru no dudó en colgarse de su brazo en cuanto comenzaron a caminar en dirección al centro. A pesar de que ella no pasaba el uno sesenta y cinco, era sumamente fuerte, su abdomen y sus musculos estaban marcados por el arduo entrenamiento de Box y patear tipos que veía en la calle.

Además aquello le daba la ventaja de ser más ligera y flexible, podía dejarlo en el suelo incluso a él si se lo proponía.

Y eso solo hacía que sintiera más atracción por ella.

Además no podía negar su belleza, su rostro parecía tallado. Y su personalidad nada recatada y coqueta sólo daba en resultado un combo mortal para cualquier chico, claramente no iba a ser la exepción.

—Gracias por aceptar, Haru. En serio necesitábamos más gente para pelear contra Valhalla.

—Lo sé, me topé con un bastardo con esa chaqueta, debo reconocer que ahora es algo personal.—Asintió, comprendiendo.—Aunque si quieres agradecerme con algo...

—Ya sueltalo.

—Prometeme que vamos a pasar las fiestas juntos después de esta pelea sin importar qué.

El Ryuguji fue tomado por sorpresa con aquella petición. Si era sincero, esperaba más algo como ser su esclavo una semana o repetir lo que había ocurrido el día que se conocieron. Aún así, su pecho se sintió cálido y no se guardó la sonrisa que quería salir.

—Te lo prometo.

—Perfecto entonces, si te atreves a romper tu promesa nos va a ir mal, Kenchin.—Se burló al último.

—¡No me llames así!.—Se quejó.—Además, ¿Hay un nosotros?.

—Claro que lo hay, ¿O quieres que te lo recuerde?.

—Tal vez podrías refrescar un poco mi memoria.—Dicho eso llevó sus manos hasta la cintura de la chica para levantarla sin problema alguno ella enrredó sus manos en su cuello y sus labios se buscaron cuál imanes.

No fue nada obsceno en comparación a las veces anteriores, tomando claro en cuenta que esta vez estaban en la calle y no en ese granero abandonado en medio de los barrios vacíos de Tokyo. Sus bocas se movían lentamente, incluso con ternura, los de ella tenían gusto al dulce café con leche que se había servido antes y notó como los propios aún llevaban gusto al expreso negro doble que tomó. Sonrió entre el beso y cuando el aire escaseó se separaron suavemente para quedar cara a cara sin necesidad de que él se agache o de que ella se suba a una silla.

—No pesas nada, me gusta.—Afirmó para atraerla a su pecho.

—También me gusta.—Asintió ella dejando un beso en su quijada. Sabiendo que el rubio no tenía ni la más mínima intención o ganas de bajarla.

Y estaba más que de acuerdo, por ella que no la soltara en toda la vida.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora