Takemichi Hanagaki.

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—Entonces, Take, ¿No te arrepientes de haber roto con Hina?.

Ambos jóvenes estaban algo idos, pues Jessica había tenido la maravillosa idea auto invitarse a la casa del rubio con una botella de ron blanco en mano, el Hanagaki no sabía de dónde diablos ella sacaba tanto alcohol siempre.

Y tal vez prefería no saberlo.

—No, digo, al principio si lloré pero pues ya no lloro tanto.—Se encogió de hombros respondiendo de forma pesada y lenta, pues sentía que su lengua estaba algo adormecida.—Ademas ella se quedó con ese imbécil, el de los lentes.

—Tetta, Take, el nombre de pervertido.—Rió ella.—Aunque la verdad verdad, no entiendo por qué terminaron-¡Hip!.

—Ya sabes, Jesss, ella estaba asustandome un poco, además su padre me odiabaaa, me odiaba en serio.—Sonrió él alargando algunas palabras.

—Arrrgumenta tu respuesta, Hanagaki.—Sonrió la pelinegra, pues si cerebro no había captado demasiado de la información por haberse distraído con una mosca que pasaba detrás de su amigo.

—Ella-¡Hip!, No me dejaba juntarme contigo porque decía que si te emborrachabas podías querer acostarte conmigo o algo.—Rió él.

Jessica sintió aquello como un balde de agua fría en su cabeza.

¿Su amiga pensaba eso de ella?.

[...]

Ambos se habían quedado dormidos en quien sabe qué momento. Tampoco tenían la más mínima idea de cómo habían llegado a la habitación del rubio.

El sol se colaba por las cortinas y de seguro rozaba las nueve o diez de la mañana, tal vez incluso más temprano, Jessica decidió ignóralo mientras meneaba el brazo de su amigo para despertarlo.

Pues si ella tenía que estar despierta, él también, claro que sí.

—Michi, voy a echarte agua encima.—Amenazó al ver cómo el rubio se volteaba ignorandola con un gruñido bajo

—¿Por qué eres así?.—Cuestionó él con los ojos aún cerrados y la voz adormilada.

—Si yo sufro, tú sufres.—Resumió obligándolo a abrir sus párpados.—¿No te duele la cabeza?.

—No, creo que dormimos tanto que la resaca se pasó en eso.—Se encogió de hombros el Hanagaki sentándose en la cama.

—En realidad es porque era una botella cara, yo lo decía porque no hemos comido nada.—Sonrió ella.—¿Tienes cereales o algo así?.

—Sí, en la cocina.—Asintió él.

—Voy a buscar, también agua.—Afirmó ella levantándose de la cama.

Takemichi bostezó buscando si teléfono para ver la hora, pues no tenía relojes en su habitación. Se rindió al dar vuelta la cama y cuando se volvió a recostar notó algo incomodo en su cabeza al apoyarla en el respaldo.

—Oh, mierda.—Soltó al tomar el objeto.

Era el sujetador de Jess.

No quería ser tan virgen, pero su miembro reaccionó al instante que se dió cuenta de lo que era. Lo examinó con la mirada al notar el tamaño de las copas y el lindo diseño que este tenía.

Cuando escuchó pasos llegar a la habitación lo tiró lejos lo más rápidamente que pudo, sintiendo sus mejillas arder e intentando cubrir su erección con un cojín.

No podía ver a la Pelinegra a la cara en ese estado, Dios.

—Ya tengo todo, hazme un espacio.—Rió ella dejando la caja de hojuelas de maíz a entre ambos para volver a acostarse.—Dame el cojín.—Se lo arrebató de tirón antes de que pudiera reaccionar, viendo de inmediato el problema en sus pantalones.—¿Erección mañanera?.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora