Ken Draken Ryuguji.

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Música alta, chicos bailando, algunas bebidas alcohólicas y sobre todo; hormonas a tope. Aquel era el panorama esa noche en la casa de Pah-chin, este había organizado una pequeña reunión pues sus padres tenían un viaje a Osaka por dos días.

¿Que importaba que fuera martes?, ¡Tenían casa sóla!.

Jessica estaba en el centro del comedor, bailando pegada con Nahoya, quien disfrutaba del movimiento de sus caderas en aquel traje de dos piezas de látex negro que parecía casi una segunda piel, y vaya que se veía sexy, ella lo sabía, todos lo sabían.

Yuzuha estaba en una esquina de la habitación bebiendo junto a su hermano y Mitsuya, Emma y Hina -gracias al cielo- habían desistido de ir. Cosa que el blondo agradecía, pues haber tenido que ver a la rubia y a la peliengra en el mismo lugar en aquellas condiciones, hubiera sido una completa mierda.

Pues aunque él y la Sano habían intentado tener una relación, eso no funcionó para ellos. Tal vez fue su culpa por ser tan distante, o culpa de ella por esperar demasiado de alguien que sabía que no podía dárselo aún. Prefería pensar que sencillamente el destino de ambos estaba separado, junto pero no unido.

—Hijo de puta.—Gruñó cuando el de cabellos anaranjados besó a la chica sin mesura alguna, ella se dejó hacer sin dejar de bailar lentamente al compás de "Soy una gárgola".

Y es que Jess era su amiga, ese tipo de amiga que tenía la confianza de pasearse en ropa interior frente a él a sabiendas de que no haría nada. Pero no sabía el por que últimamente, -o tal vez si lo sabía pero no quería acéptalo.- estaba sintiendo una extraña tensión al estar junto a ella.

Tal vez porque sabía que se había estado acostando con sus amigos y una chispa de extraños celos se acumuló en su pecho, pues hasta ahora no había sido considerado como opción o ha pasado el mismo tiempo con ella como para tener una oportunidad de entrar en el juego.

La joven en cambio, al sentir su boca lejos de la del Kawata y percatandose de la mirada de Infierno que su amigo de trenza les estaba lanzando, curiosa, se separó para alejarse en dirección al baño del segundo piso disculpándose de Nahoya con un beso en su barbilla.

Subió las escaleras con calma y cuando estaba a punto de entrar en aquella puerta blanca sintió la presencia que esperaba tras ella. Quedó inmovilizada en la pared con su pecho apretandose en ella y sus manos fueron sujetas por las grandes y largas del Ryuguji.

—¿Crees que podría tomar mi turno ahora?.—Preguntó él con su voz ronca mientras pasaba su nariz por su cuello, sacándole un jadeo risueño.

—Claro, Ken.—Se limitó a responder, sintiendo ya su cuerpo caliente por la mera situación tan candente.

Dicho aquello, el rubio la soltó para tomar su cintura y guiarla hasta el primer cuarto vacío que encontraron.

Él fue el primero en llevar sus manos al cuerpo ajeno, ansioso por descubrir su piel lo antes posible. Estaba más que sobrio, cosa que agradecía ahora, pues así no cometería el pecado de olvidar parte de lo que estaba a punto de hacer.

Ella sólo había tomado una cerveza, estaban en igualdad de condiciones.

La atrajo hacia él para besarla, teniendo que agacharse un poco para alcanzar sus labios pues aunque llevaba tacones, Jessica seguía siendo más pequeña que él.

Aquel beso fue casi una guerra de ambos por ver quién tomaría el control del otro, húmedo, sus lenguas se encontraron rápidamente mientras Ken bajaba sus manos hasta las nalgas de la chica para subir un poco su falda y comenzar a masajear las y apretarlas a su antojo.

𝘖𝘯𝘦-𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘛𝘰𝘬𝘺𝘰𝘳𝘦𝘷¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora