Veintitrés

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Marco, quien nunca había sido un buen referente cuando se trataba de organización, se estaba esforzando por distraerse con algo productivo y decidió que ordenar el desastre que había en la habitación era una excelente actividad. Era fin de semana y todas sus responsabilidades académicas y de ayudantía estaban terminadas, por lo que no había mucho que hacer, y a pesar de que odiaba ordenar no era ciego y sabía que ya había llegado la hora de hacer una limpieza profunda. Pero, como el dormitorio no era sólo suyo, obligó a Charlie a participar y se ganó un montón de quejas y evasivas hasta que finalmente logró quebrantar la mala voluntad del chico y ponerlo manos a la obra.

Tenían el cesto de la ropa sucia cerca de la puerta para no olvidarlo, junto a él, un basurero lleno de papeles y hojas que habían usado en algún momento durante la semana, también habían revisado sus armarios con el fin de donar todo lo que no usaban y liberar espacio.

-No puedo creer que me tengas haciendo esto.- se quejó Charlie una vez más.-¿Cómo se supone que deje ir esta camisa? ¿Sabes cuánto valor sentimental tiene?-

-Dime.- lo incitó.

-La usé en mi primera presentación cuando entré a Diseño.- indicó.-Me veía fabuloso.- aseguró, echando la camisa de vuelta al armario.

-Estoy seguro que te he visto una muy parecida.-

-"Parecida" no equivale a "Igual"-

-Como sea.-

-Ah... ser ignorante cuando se trata de estilo, qué vida.- suspiró el chico.

Marco volvió su atención a su pila de ropa mientras asentía, después de todo era cierto que se vestía lo más sencillo y cómodo que podía. No se imaginaba cambiando eso en el futuro próximo, pero sí creía necesitar un corte de cabello y una buena afeitada luego de varios días de descuido que lo hacían sentir algo desaliñado.

-Creo que estoy listo.- anunció.

-Obviamente yo no.- siseó Charlie sosteniendo una pantalón rojo y un chaleco marrón peludo en cada mano.-Pero ya me estresé, limpiar me pone nervioso.- se quejó.-Me debes un café por esto, y lo quiero ahora.- lo apuntó.

-¿Sabes que este también era tu desorden?-

-¡Me da igual!- exclamó metiendo una mano en la manga del chaleco.-Vamos por un café, necesito aire.- insistió.

-Ok, pero podemos hacer dos cosas al mismo tiempo.- decidió.-Agarra tu ropa, vamos a la lavandería y compramos un café para esperar.-

Charlie lo miró con el ceño fruncido, irritado, pero desistió de más quejas e hizo lo que Marco le pidió. Ambos salieron de los dormitorios sosteniendo bolsas con ropa sucia y atravesaron el campus a paso lento, hablando acerca de cómo había cambiado el tiempo y de las peores clases que habían tenido durante la semana. Era una charla trivial y simple que Marco agradecía, incluso si cada dos minutos Charlie soltaba un comentario desagradable acerca de cualquier cosa, ya se había acostumbrado a la amargura de su compañero de cuarto.

-¿Puedes meter la ropa en las lavadoras mientras voy por el café?- le preguntó.

-Tengo que hacer todo el trabajo sucio.- chistó Charlie dándole la espalda como única respuesta.

Marco caminó dos cuadras bajo el cielo nublado, con las manos metidas en los bolsillos y la punta de los dedos fríos; atravesó una estrecha callé y encontró la pequeña cafetería que todos los estudiantes de la zona solían frecuentar. Mientras hacía fila para hacer su pedido pensó en Derek, preguntándose qué estaría haciendo. Quizás estudiando o pasando el rato con Ben y Dana, quizás también estaba ordenando su cuarto. No había forma de saberlo, no a menos que intentara llamarlo o enviarle un mensaje de texto, dos cosas que claramente ambos estaban evitando.

Entre TiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora