Nueve

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-Hombre... siento que no entendí nada de eso.- resopló Alex mientras se echaba la mochila al hombro.

-¿Quizás porque no leíste los artículos de esta semana?- preguntó Marco.

Alex alzó ambos hombros con cierto desinterés mientras que Carter escribía a la velocidad de la luz lo que fuera que se le había ocurrido en ese último minuto. Marco observó por sobre el hombro de su amigo y leyó algo que lo hizo sonreír "Muerte al psicoanálisis, ¿qué se fumaron Freud y Jung? ¡¿Y Lacan?!" Puso una mano en el hombro de Carter para llamar su atención y habló con una risa.

-Probablemente opio y cocaína.- comentó.

-¿Qué...?- Alex también le echó un vistazo, pero bufó negando.-¿Ellos son los raros? ¿Qué mierda con Grof?- les preguntó cruzándose de brazos.

-Bueno, a él le gustaba el LCD.- explicó Marco.

Tomó la correa de su bolso deportivo y se lo acomodó mientras se dirigía hacia la salida del salón. Escuchó a los chicos siguiéndolo y continuando con una pequeña discusión acerca de qué psicólogo del siglo XX estaba peor que el anterior, una discusión muy interesante de la cual él también deseaba ser parte si hubiera tenido un poco más de tiempo. Pero ese era el primer día de la práctica de béisbol y ya debía ir al gimnasio, por lo que se despidió de sus amigos y se encaminó hacia el campo.

Era otro día de calor y en el trayecto se encontró con varios estudiantes descansando en el pasto, en pequeños grupos bajo los árboles charlando y fumando, aún tranquilos gracias a que las clases apenas estaban comenzando. Él tampoco estaba muy preocupado por las clases, pues había tratado de organizarse con sus lecturas y hasta el momento todo iba bien; aunque pensando en eso se recordó a sí mismo que no era buena idea enorgulleserce por una victoria antes de tiempo.

El gimnasio y las graderías que rodeaban el campo ya se hallaban a la vista cuando sintió que su teléfono móvil comenzaba a vibrar dentro de su bolsillo, lo sacó y al ver la pantalla sintió un apretón en el estómago. Era Karen, la asistente social que estaba siguiendo su caso, y tan solo pensar en ella lo ponía nervioso. Suspiró resignado, frotándose los ojos con el dorso de la mano, y contestó.

-Hola, Karen.- la saludó.

-Marco, ¿cómo estás?- preguntó ella, se escuchaba normal.

-Bien, bien.- asintió.-De hecho, voy a la práctica de béisbol. Hablé con el entrenador Sanders y dijo que estoy en la nómina, probablemente tendrá la aprobación del departamento la próxima semana.- le contó.

-Esas son buenas noticias, sólo tráeme los documentos cuando los tengas ¿sí?-

-Sí.- asintió.

-Genial.- dijo ella.-Bueno, te llamaba porque la última vez que hablamos me dijiste que te interesaba encontrar trabajo, no tuvimos tiempo de conversarlo y me gustaría tener una reunión contigo, pero he estado un poco enferma y no estaré estos días en la oficina.- le contó ella.

-¿Se encuentra bien?-

-Sí, sólo estoy algo débil y el doctor me envió a casa.- le contó despreocupada.-En fin, entiendo que estás bajo presión y... no deberías autoexplotarte, aún no llegamos a un momento donde realmente necesites cantidades ridículas de dinero.- le dijo y Marco sintió que un escalofrío le recorría la espalda.-Así que estaba pensando, tal vez deberías postular como ayudante de alguna cátedra.- sugirió.

-Comprendo...- dijo dejando la frase a medio acabar para que ella continuara.

-La universidad contrata a los ayudantes, algunas facultades pagan más que otras, pero en general es una buena actividad que permite desarrollarse dentro de cada disciplina.- dijo.-Sería un buen primer paso para otras cosas, se vería bien en tu currículum.-

Entre TiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora