Dos

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-¡Me voy!- anunció.

Su hermano se asomó desde la cocina y se apoyó en el umbral de la puerta mientras ella le echaba un último vistazo a su morral para asegurarse de que llevaba sus laves, su dinero y su identificación. Cuando descubrió que todo estaba en orden se colocó unos lentes de sol rojos y le sonrió, agitando su mano a modo de despedida.

-¿Adónde vas?- le preguntó Derek.

-A explorar...- dijo ella, con obviedad.

-¿A explorar qué exactamente?- insistió.

Maya rodó los ojos, pero como sabía que él no podía verlos se esforzó porque el fastidio se expresara en el resto de sus facciones. De todas formas suspiró para componerse y decidió que le dedicaría el tiempo necesario a convencerlo de que no se iría de parranda o a los confines criminales de su nueva ciudad.

-Iré a la ciudad a hacer reconocimiento, ya sabes, será útil que sepa dónde están los lugares importantes.- le dijo.-También tengo pensado ir a la universidad, ¿sabías que están en la semana de bienvenida?- preguntó.

-Lo sé.- suspiró él.-Matt quería que lo ayudara a reclutar.- Maya reconoció vagamente el nombre, pero supuso que se trataba de uno de los compañeros de Derek en el equipo de béisbol.

-¿Y no lo ayudaste porque...?-

-Hay mucho que hacer aquí.- dijo.

Ella entrecerró los ojos y se cruzó de brazos. No había, literalmente, nada que hacer en casa. Estaban solos, en una casa de no sabía cuántos metros cuadrados, pero demasiados; con muchas habitaciones vacías y ninguna otra persona con la cual charlar. No era que no apreciara la compañía de su hermano, pero lamentablemente estaba siendo muy denso desde que llegaron y eso la aturdía.

Además, sabía exactamente cuál era la razón.

-No deberías hacer todas esas "cosas" solo.- dijo.-¿Por qué no llamas a Marco? Quizás quiera pasarse un rato.- sugirió.

-Está ocupado.- contestó él, sus ojos desviándose hacia una pared vacía.

-Sólo llámalo, ya me está poniendo nerviosa toda esa aura de alma en pena que tienes encima.- comentó.

A veces Maya se preguntaba cómo era posible que ella y su hermano tuvieran formas tan diferentes de ver el amor, y las relaciones y los compromisos, y la compañía y... Maya adoraba el amor y lo aceptaba como fuera que se le presentara. Derek no.

Para ella estar con alguien era algo que atesorar, sin importar cuánto tiempo durara o qué tan profunda fuera la conexión. Podía pensar en su última relación con Leo, el chico con el cual se había sentido tan bien antes de venir a la universidad. Él había sido muy compresivo, siendo consciente de que lo que tuvieron terminaría cuando ella tomara el avión; pero esa fecha límite no le había quitado la importancia.

Derek era más serio y puede que infinitamente más intenso, caía con fuerza cuando le importaba alguien y, bueno, caer siempre era doloroso. Así que no estar en buenos términos con su actual interés amoroso lo estaba desgastando, y Maya no tenía idea de cómo manejarlo. Quería agarrar a Marco, darle una bofetada y decirle que por favor volviera e hiciera trabajar su magia para que Derek dejara de lloriquear en el interior.

Suspiró, porque su hermano no le respondió.

-Volveré temprano.- le dijo.

-Cuídate.- le dijo él, y volvió a la cocina.

Dejó la casa con un peso sobre los hombros que se mantuvo allí mientras caminaba. Recorrió su nuevo vecindario y observó las amplias y elegantes casas, los jardines bien cuidados y las flores que los adornaban; vio algunos niños disfrutando sus últimos días de vacaciones y otras personas sentadas en pórticos. Era un barrio residencial muy tranquilo, de clase alta y al parecer no muy amistosos.

Entre TiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora