Alton Price.
Actualmente el planeta se encuentra en en una horrorosa situación dónde una enfermedad obligó a la humanidad a tener una cuarentena absoluta; por ende las escuelas, los bares, antros y lugares donde hay mucha gente fueron completamente cerrados.
Por suerte el país dónde vivo actualmente se está recuperando de ello y hay algunas escuelas dónde ya se asiste de manera presencial. Hoy me toca conocer mi nueva universidad...Me despierto a las 7:00 am. Nunca me había sentido tan nervioso por conocer una escuela nueva, lo cual es raro en mí; ya que toda mi vida he tenido que cambiar de escuelas y estoy más que acostumbrado. Al mismo tiempo me siento feliz, ya que la universidad a la que asistiré tiene la carrera de mis sueños y podré mantenerme ocupado.
Después de bañarme y tratar de vestirme presentable para mi primer día, bajo a la cocina a desayunar, donde se encuentra papá y su esposa escuchando alguna canción de sus tiempos en una radio color roja.
— Buenos días, hijo, ¿listo para tu primer día?—.
— Buenos días, eso creo. — Respondí no muy convencido, realmente ni yo sabía cuán listo estaba.
— Me da gusto, en el escritorio de mi oficina te dejé el dinero para la colegiatura, procura llegar temprano—. Dicho esto, salió de la cocina junto a mi... ¿Madrastra?, Aún no sé cómo referirme a ella.
Mi padre, Charles Price. Desde que tengo memoria, cuando mi mamá y él se separaron siempre quiso que me fuera a vivir con él, nunca estaba convencido de ello hasta que sucedió esa espantosa noche trágica con mi madre, e inevitablemente tuve que mudarme aquí con su esposa, Cristina Adams, ella es una muy agradable y me ha hecho sentir a gusto en esta enorme ciudad desconocida para mí.
Me apresuro a desayunar para limpiar mis dientes, trato de peinarme para no verme tan mal y salgo de casa.
En el transporte trato de escuchar a mi banda favorita, ya que siempre me ayuda con los nervios, aunque esto dura muy poco al ver que estoy cerca de la facultad dónde voy a estudiar.
Al llegar quedo bastante sorprendido al ver lo enorme que es la facultad, como es el primer día hay mucha gente igual o hasta más perdida que yo. Tal vez me le acerque a alguien y así pedir información sobre dónde debo ir... Aunque esto es muy improbable debido a mi problema de socialización.Me apresuro a caminar y seguir las indicaciones del instituto para ir a la dirección. Cuando vine a inscribirme y afortunadamente ser aceptado, me dieron un mini mapa para poder ubicarme, aún así es muy difícil entender estos estúpidos mapas de universidad.
Casi salto de alegría al darme cuenta que llegué a la dirección, pago mi colegiatura y me asignan el salón dónde voy a estudiar. Salgo de la dirección y voy en camino al baño; ya que, los nervios de esta última media hora llenó por completo mi vejiga.
Genial, otra media hora buscando el baño.
Para mi suerte no me fue tan difícil encontrar los baños, por lo que entro rápidamente para no llegar tan tarde a la primera clase. Al salir del pequeño cubículo dónde están los migitorios, me doy cuenta que mi mochila estaba abierta y parte de los pocos libros que tengo cayeron al piso.
Maldita sea, ya se me hacía extraño que no hubiera pasado algo raro.
Después de maldecirme por no tener cuidado. Me agacho para recoger mis cosas, que por suerte son pocas. En ese momento siento que alguien se agacha y recoge mis libros rápidamente para dármelos.
Me quedé estático, ¿Como puede existir gente tan atractiva en esta universidad? Era un chico de tal vez 17-18 años, alto pero no tanto; apenas unos centímetros más que yo. Tenía el pelo largo y una cara alargada que no pude apreciar bien debido al cubrebocas que todo el mundo está obligado a usar desde la cuarentena.
Estaba usando un piercing negro en el lóbulo de la oreja y tenía unos lindos ojos azules con cejas pobladas. No tengo idea de cuánto tiempo estuve viendo lo atractivo que era hasta que él habló.—Parece que se te cayó esto—. Dijo entregándome mis cosas que acepté torpemente, aún estaba pasmado, tiene una voz gruesa pero suave al mismo tiempo, eso le suma muchos puntos a su atractivo.
—Gra... Gracias—. Odio tartamudear, pero no pude evitarlo, tomé mis cosas y me salí del baño rápidamente.
Genial, tu primer día y ya hiciste la vergüenza de tu vida.
Después de encontrar mi salón asignado, que para mi sorpresa no fue tan difícil de hallar, toqué la puerta y asomé mi cabeza, un profesor calvo y con apariencia mandona estaba en el escritorio con unos cuantos alumnos.
—Buenos días, joven, ¿Alton Price, cierto?— Hubiera agradecido que no dijera mi nombre, solamente asentí y me dió un lugar que, para mi suerte, estaba casi hasta atrás.
Me senté rápidamente y tomé un poco de aire, ya que el encuentro con ese chico en el baño me quitó la respiración. Y este estúpido cubrebocas no ayuda en nada con la circulación del aire.
Cinco minutos después el profesor empieza a presentarse y explicar cosas que llevaremos a cabo este ciclo escolar, me apresuro a tomar notas para no olvidar nada. En ese momento tocan la puerta y entra el chico misterioso y al parecer una chica.
Genial, nada puede ir peor.
—Buenos días, profesor, ¿Podemos pasar?— Exclamó con esa voz que parece sacada de una película cliché.
—Buenos días, por ser el primer día los dejaré pasar, pero traten de llegar más temprano ya que no tendré tolerancia de tiempo—. Añadió el profesor y los dos entraron.
¿Quien será esa chica?, ¿Su novia acaso?
No tengo idea de por qué me estoy preguntando esto si no es de mi incumbencia, retiro todos mis pensamientos hacia él y me enfoco en la clase.
Al terminar la clase, el profesor nos da la libertad de salir del salón o quedarse adentro, decido quedarme adentro ya que la primera hora no pude hablar con alguien o socializar.
Me coloco mis audífonos y veo cualquier cosa en mi teléfono que me distraiga.Terminando el descanso el día transcurre normalmente, al parecer el chico misterioso sólo le habla a la chica con la que entró.
¿Por qué piensas tanto en él, imbécil?
Terminando el día me apresuro a salir del salón y voy a la cafetería por algo de tomar, salgo de la facultad en camino a mi transporte para ir a casa, lo cual me ayuda a relajarme y disfrutar de la música mientras voy caminando.
Llegando a casa no había absolutamente nadie, algo a lo que ya estoy acostumbrado, busco algo para comer y me subo a mi cuarto.
Al parecer esta será mi nueva rutina.
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Contigo Todo
RomanceEs increíble cómo una sola persona puede cambiar tu vida tan drásticamente.