Alton Price.
No dejan de tocar la ventana, parece que alguien la golpea con muchas piedras pequeñas. Ella sigue con mucha temperatura, he ido a la farmacia por sus medicamentos y se los di.
No mejora, maldita sea.
La ventana no deja de sonar, me arriesgaré a llevar a ella al hospital mientras hay alguien en mi casa, haciendo quién sabe qué.
Hace meses que su cáncer no mejoraba, fue sometida a quimioterapias y muchos estudios, los doctores prometieron que estaría bien y la dejaron volver a casa, hoy despertó a media noche tosiendo y con temperatura.
Estoy conduciendo al hospital, ella apenas y respira.
— ¿Qué sientes ahora? —. Era una pregunta muy estúpida, pero quería saber.
— Siento… dolor —. Su voz reflejaba lo mucho que sufría por dentro. Mi corazón se quebró. Pisé el acelerador con todas mis fuerzas para llegar al hospital.
Me dirigí a urgencias y pasaron por ella al auto. Mis ojos inundados de lágrimas apenas podían ver lo que sucedía.
— ¿Estará bien? —. Miré al doctor, implorando para que me dijera que sí.
— No estoy seguro, haremos todo lo posible para salvarla.
Hace semanas me habían dicho que su cáncer llegó a etapa terminal, lo que significa que hay muy pocas probabilidades de que sobreviva. He pasado cada segundo al lado de ella…
Son las dos de la madrugada, aún no recibo noticias del doctor, me comienzo a preocupar. El doctor sale de la sala de urgencias y me levanto inmediatamente para escuchar lo que vaya a decirme.
— Ella… necesita que estés ahí, puedes entrar a la habitación.
Esa señal fue lo único que quise para correr a la habitación y a su cama. Estaba conectaba a unas mangueras con un montón de líquidos, irreconocibles para mí. Tomé su mano y suspiré aliviado al verla respirar aún.
— Siento… dolor —. Sollozaba.
— Yo…
— No digas nada —. Se notaba el esfuerzo que hacía para hablar. — Sabes lo mucho que te amo y te amaré, tal vez deba ser así.
— ¿Así como? —. Mi voz estaba cortada, estaba llorando demasiado.
— Sé que estarás bien, te amo, Alton, yo… —. Su voz se apagaba lentamente. Su mano dejaba de ejercer fuerza. El irritante sonido de la máquina a la que estaba conectada hizo entrar a todos los doctores.
— Hora de fallecimiento: 2:37 am —. Anunció el doctor, como si fuera lo más normal del mundo. Me tiré al piso, observando como la tapaban y desconectaban. Todo se derrumbó al verla así. El hueco en mi corazón se sentía cada vez más fuerte.
Grité de tristeza, los doctores me trataban de consolar pero era inútil, quería que ella estuviera conmigo, viva. No tenía fuerzas para levantarme, no quería seguir en este mundo si ella no estaba aquí.
— Prometo hacerte feliz, en este o en cualquier otro mundo, madre.
Unos brazos me movían de un lado para otro, me desperté y sentí todo mi cuerpo sudado, todo fue un sueño, un jodido sueño.
— ¡Alton!, ¡Despertaste!, ¿Qué fue lo que soñaste? —. La voz y cara preocupada de Aleck mientras me secaba el secaba el sudor me hizo confirmar que sí fue un sueño. No respondí su pregunta, él me abrazó por varios minutos hasta que logré estar "bien" otra vez.
ESTÁS LEYENDO
Contigo Todo
RomanceEs increíble cómo una sola persona puede cambiar tu vida tan drásticamente.