Capítulo 19

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Con el paso de las semanas, Jaehyun ya se sentía un poco más liviano.

Si divorcio seguía en proceso, pero ya que habían acordado la repartición de bienes en un sencillo viaje en auto, estaba fluyendo bastante rápido.

Sicheng incluso lo visitaba frecuentemente.

Aunque ya había sacado todas sus cosas de la casa que, hasta ese momento, el castaño estaba notando que era muy grande.

El chino seguido le preguntaba por su vida pero, si eran honestos, él tenía mucho más que contar.

Por ejemplo, su amigo Lucas, con el que vivía, no sólo no estaba interesado en él, sino que había comenzado a arreglar citas dobles para ambos.

Incluso si los dos sabían que las cosas con desconocidos no eran lo suyo, se la pasaban muy bien en sus noches de salidas con otras personas o, algunas veces, uno con el otro.

Además, había recibido una mejor oferta al finalizar su capacitación.

Jaehyun nunca se había sentido celoso de Sicheng hasta que comenzó a cuestionarse si en realidad amaba tanto su trabajo como éste.

En cuanto a él, sus días y noches se reducían a trabajar y, por algunos brillantes segundos, anhelar ver a su pequeño vecino andar por ahí. Aunque no lo volteara a ver. Sólo con verlo caminar se sentía más completo.

No iba a mentir. Feliz no estaba. Pero podía ser peor.

Como, DeJun podía conseguirse un novio.

Se estremecía ante la simple idea. Eso lo destruiría.

Una de esas solitarias noches, cuando Jaehyun ya estaba en la cama después de haberse preparado para dormir, se encontró con la brillante luz de la habitación vecina encendida.

Intentó en vano no emocionarse mucho.

Claro que se sentía estallar de felicidad.

El breve instante que pudiera apreciar a DeJun lo agradecía con el alma.

Esta vez, cuando el menor comenzó a desvestirse, no cerró las cortinas.

Permaneció en la oscuridad, apreciando.

Ya estaba tan familiarizado con ese cuerpo al grado de que conocía su sabor. Y lo extrañaba mucho. Su temperatura, su sensación al tacto, cada lunar que tenía.

Todo en él le gustaba

Fue una reacción muy inesperada la de su miembro justo al momento en que el otro se quitó la camisa.

Se sintió sucio. Asqueroso, de hecho.

No podía creer que no sólo se estuviera conformando con la simple imagen de la persona que amaba, sino que estuviera tomando ventaja de ella.

Pero ahí estaba, comenzando a acariciar su miembro sobre la tela de su short.

DeJun no estaba haciendo nada especial. Sólo andaba sin camisa de un lado a otro, recogiendo cosas, agachándose deliciosamente frente a él, o revisando algo en su teléfono, totalmente distraído.

A veces lo perdía de vista, pero eso no hacía que la motivación se fuera.

Cuando el menor apagó la luz, el castaño se dejó caer en su cama y, al fin, metió la mano por la cinturilla de su pijama para tomar su carne y acariciarla con vehemencia.

Sólo le hizo falta recordar lo que había hecho con toda la disposición de ese chico. Lo que le había hecho hacer. Cómo lo había hecho suplicar que lo dejara venirse cuando lo estaba jodiendo duro contra la madera de la pequeña mesa en su patio trasero.

Soltó un gruñido bajo cuando terminó, tensando su cuerpo en respuesta y tomando grandes bocanadas de aire para recuperar el aliento.

Estaba sudoroso, pegajoso y había un desastre en su ropa interior, pero se sentía horriblemente satisfecho.

Luego culpable, mientras se bañaba.

Comenzó a llorar desconsolado.

Primero le fallaba a DeJun, y ahora profanaba su recuerdo de la manera más indigna posible.

DeJun merecía más que ser objeto de sus pensamientos descabellados.

Merecía ser amado, adorado... el único en la vida de alguien.

El chico merecía portar con orgullo una gran roca en su dedo anular. Ser ese alguien tan especial para algún afortunado.

La idea pesó más de lo que debía.

Algún día, él haría su vida y se olvidaría completamente de Jaehyun.

El reloj no iba a detenerse por compasión, después de todo.

Y, de todos modos, él no la merecía.






Ya eran más de las diez. O sea que tenía que haber regresado a casa hacía al menos unas tres horas, pero no. Se la pasó haciendo correcciones a los documentos que había hecho su equipo en capacitación.

No era que odiara a los becarios, pero sí lo hacía.

Ya les había pedido que corrigieran todo, y los únicos que sí lo hicieron fueron aquellos dos que se acercaron a Shotaro y Mark para preguntar.

Y eso que ellos sólo eran los secretarios. Eran todavía más listos que los pretenciosos idiotas a los que estaba entrenando.

Bufó.

Quería irse a casa.

Extrañaba a su lindo novio, que le había mensajeado para decirle que tenía que enseñarle un montón de cosas que había conseguido ese mismo día.

Apenas eran los primeros de diciembre y YangYang ya estaba entusiasmado comprando todos los ornamentos del mundo para decorar su casa (con su tarjeta de crédito, claro está) y haciendo planes para pasar su noche juntos.

Sería la primera vez que decoraba por navidad en su vida, así que no tenía nada para la ocasión. Incluso no iba a hacerlo, pero YangYang había insistido tanto en que mejorara su espíritu o Krampus iría a buscarlo. Yuta ni siquiera sabía que era eso.

Por eso mismo no había limitado su presupuesto. Lo dejó que fuera a esas tiendas de diseño de interiores con su amigo Hendery y ni se molestó en ver los recibos. Una parte de él no quería saber.

Aunque, tenía que admitirlo, le entusiasmaba la idea.

Pasar las fiestas decembrinas con YangYang era probablemente un sueño hecho realidad.

Y él... él estaba listo.

Había pensado mucho en eso.

La última vez que se había sentido tan seguro de algo fue cuando le pidió a Jungwoo que se casara con él, y seguía lamentándolo, pero creía que ya era hora de seguir adelante.

De dar el siguiente paso con YangYang.

Sonrió emocionado. Incluso, por un momento, olvidó todo el trabajo que tenía que hacer.

Aún había muchas cosas que planear y YangYang era muy joven, pero iría paso a paso.

De todos modos, ya estaba decidido a hacerlo. A comenzar el resto de su vida con él.

Lo amaba sinceramente.

No necesitaba nada más.

No creo haber escrito un capítulo donde nadie hubiera hablado antes jajaja ahorita les subo otro.

BetchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora