Capítulo 31

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Ya estaba oscureciendo afuera y no dejaba de intercalar su mirada entre el reloj y la puerta, cuando se suponía que simplemente estaba bebiendo el té.

Tenía que encontrar una buena excusa para traer a su hijo de vuelta.

No podía usar la carta de que era muy tarde, por que no lo era tanto. Tampoco decir que estaba preocupado por que no sabía dónde estaba o qué estaba haciendo. Oh no. Él sabía. Y sabía que estaba en peligro, pero no uno que pudiera usar de excusa. Sólo era el peligro de perder su inocencia en manos de su perverso vecino.

Él para nada se imaginaba que eso ya había sucedido años atrás.

– ¿Kun? – llamó Taeyong, entrando por el umbral de la puerta – aquí estás – sonrió, caminando hacia él.

Sin prisa, se sentó el las piernas de su esposo y se acurrucó contra su cuerpo.

La bata que usaba se abrió ligeramente, dejando una de sus piernas al descubierto, lo que Kun totalmente aprovechó para acariciarlo en un intento de distraerse.

– ¿Qué pasa, mi amor? – lo miró preocupado – te ves tenso –

Al otro le tomó un momento responder. Sabía lo que Taeyong diría.

– Es... es Jun. Está en la casa de Jaehyun –

El mayor suspiró profundamente.

– Si sigues así, harás que se mude – lo tomó de la barbilla, obligándolo a despegar los ojos de la puerta y concentrarse en los suyos – ¿eso es lo que quieres? ¿Que se vaya lejos y que nuestro hijo tenga que ir más allá de unos metros de su casa? ¿Todo por que su papá no puede aceptar que ya es un adulto que ya es capaz de tomar sus decisiones y tener sexo? –

Kun le dedicó una mirada de sufrimiento.

– ¿Por qué tenías que mencionar el sexo? –

El otro bufó, pero no se atrevió a decir nada más.

Sabía lo difícil que era para su esposo ver al bebé al que habían adoptado hacía muchos años convertirse en un hombre.

También habría sido difícil para él, pero apenas conocía el lado bueno de YoonOh, y éste le había contado que se había divorciado tan pronto aceptó que tenía sentimientos por DeJun.

Sicheng, en cambio, le expresó todas las veces que sentía que su matrimonio no estaba funcionando. Que carecía de amor y compromiso mutuo. Y sus acciones y constantes engaños no hacían más que confirmárselo.

Claro que Kun no sabía eso. Lo que él sabía era que su compañero de oficina había conocido a su niño y ahora intentaba robárselo para hacerle cosas feas.

Sonrió compasivo.

Sin decir nada, se levantó del regazo de su esposo y se arrodilló entre sus piernas, llevando sus manos al elástico de su pantalón de pijama.

– ¿Qué haces? – preguntó el otro, en un intento de detenerlo.

– Ya te lo dije, te ves tenso – se encogió de hombros, siguiendo con su tarea.

Con cuidado, sacó el miembro dormido de sus pantalones y, mirándolo a los ojos, lamió la palma de su mano para comenzar a acariciar lentamente.

– Tae... –

– Shhh – lo silenció – estoy inspirado. No lo arruines –

A medida que pasaban los segundos acariciándolo, el falo del contrario comenzó a ganar grosor y longitud, aguándole la boca.

Sin meditarlo mucho, dio una lamida experimental que hizo al otro contraerse.

Sonrió en respuesta, antes de comenzar a engullirlo completamente.

Gimió complacido cuando el menor tomó un puño de su cabello gentilmente y lo empujó hacia abajo.

Estaba funcionando. Lo estaba distrayendo.

Casi se pierde el momento en que su esposo se despojó de su camiseta sin dejar de mirarlo.

La mandíbula de Taeyong dolía un poco, pero se sentía motivado. Su plan de distraer a su hombre de los pesares estaba yendo genial.

– Ven aquí – gruñó, levantándolo sin dificultad.

Taeyong sonrió de satisfacción cuando se sentó a horcajadas sobre el contrario, empalándose en el acto.

– Mierda – jadeó entrecortado – sí –

El otro tomó los extremos de su bata y la abrió completamente, despojándolo de ella para tirarla al suelo y poder apreciarlo como quería.

Taeyong se aferró a sus hombros mientras subía y bajaba. Tenía los ojos cerrados y jadeaba con la boca ligeramente abierta, lo que era un deleite para quien lo viera.

Sintió como los fuertes brazos del otro rodeaban su cintura antes de que le enterrara los dientes en el cuello, comenzando a succionar su piel con avidez.

Sabía que le gustaba hacer eso. Le gustaba marcarlo. Nunca había entendido la razón, pero no importaba. A él le gustaba también.

Luego de eso se alejó para tomar su estrecho cuerpo entre sus grandes manos y comenzar a subirlo y bajarlo a su gusto.

Taeyong era un desastre de jadeos y lamentos bajos.

Se dejó llevar como no lo había hecho en... semanas. Tenían sexo con mucha frecuencia, pero DeJun siempre estaba alrededor, así que normalmente era silencioso.

Bueno, no esa noche.

Esa noche se dejó joder como a su marido le gustaba: duro y agresivo.

Seguro que tendría marcas en todo su cuerpo al día siguiente, y seguro que dolería, pero era que le gustaba tanto así. Tanto.

Cuando se sintió cerca, se inclinó hacia adelante y atrajo al otro en un beso que apenas e hizo algo para acallar el largo gemido que gritó.

Kun lo besó con paciencia, cariño y mucho amor.

Era probable que hubiera terminado también. No iba a saberlo hasta que se levantara, pero no tenía mucha prisa por hacerlo.

– ¿Fue bueno? – preguntó despacio, acariciando su rostro mientras alejaba algunos mechones desordenados de su frente.

– Muy bueno – respondió sin aliento – ¿me cargas a la habitación? –

El otro asintió, levantándose sin problema con su esposo entre sus brazos.

– Ni creas que vas a dormirte – comenzó a besar su cuello de nuevo – esto apenas fue la primera ronda –

El mayor suspiró cansado.

A veces olvidaba que el libido de Kun no era ninguna broma. Pero bueno, ¿quién era él para quejarse?

Es todo por hoy ❤️

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