Ya iba a medio camino.
Medio puto camino y aún no decían nada. Ninguno de los dos.
– Yang... –
¿Qué debía decir? ¿Cómo debía empezar? ¿Si quiera debería empezar él?
– Lo siento mucho –
– Ya lo sé – respondió en tono neutro – lo que no sé es qué es lo que lamentas exactamente –
– Es que no debí portarme así en primer lugar – negó – no debí haberte hablado así. Tú sólo estabas preocupado. Es sólo que... fue un día difícil. Estaba tan estresado... –
– ¿Y fue mi culpa? – casi susurró – yo no hice nada –
Yuta quería golpearse.
Eso había sonado tan triste.
Se estacionó junto al edificio donde vivía el menor, sin saber que más decir, limitándose a retirarse el cinturón de seguridad. Temía tenerlo puesto y no poder reaccionar rápido si YangYang decidía irse.
– Lo siento – repitió, mirándolo – no quise hacerlo. Te juro que no estaba pensando en ello cuando dije lo que dije – suspiró – estaba pasando por un momento difícil. El hecho de pensar en mi otra relación aún inconclusa me hace cuestionarme si soy apto para dar el siguiente paso. Yo pienso que sí, pero luego voy y te lastimo y no sé qué hacer para arreglar todo lo malo que te he hecho – tomó su mano – tienes razón. Tú no tienes la culpa, y no hay nada malo contigo. El problema soy yo –
– Yo no dije que hubiera nada malo conmigo – apenas y lo miró – sé que eres tú –
Yuta asintió de acuerdo, acercándose más, intentando encontrar sus ojos.
YangYang no se veía brillante como solía hacerlo. No se veía lleno de vida, risas y toda la luz que existía.
Era un chico triste. Todo por su culpa.
– ¿Crees que... – dudó – ¿crees que hay posibilidad de volverlo a intentar? –
– No sé – se encogió de hombros, quitándose el cinturón también – ¿en algún momento vas a dejar de compararme con, según tú, lo peor que te ha pasado? ¿Vas a dejar de tratarme como basura? –
Yuta no respondió.
No era que no tuviera la respuesta. Era que se sentía en la mierda al recordar lo que le había dicho. Cómo le había llamado.
YangYang ni siquiera debería estar ahí. Él merecía algo más. Algo mejor. Pero no podía dejarlo ir.
No sabía qué decir.
El menor tomó el silencio como respuesta y asintió, dándose por vencido.
Él ya había intentado todo.
– No quiero que te vayas – susurró el japonés.
YangYang miró hacia otro lado.
Parecía pensativo, pero había algo de recelo cuando se giró al frente de nuevo.
Recelo y rencor.
– Algún día me interesaré en chicos de mi edad en lugar de hombres como tú – dijo con determinación – he salido con hombres mayores antes. Siempre hay algo. El que me dijo que me amaba por primera vez estaba comprometido. Me encontré con el que perdí mi virginidad en un mall, iba con su esposa y sus hijos. El último no era del todo horrible, al menos hasta que comenzaba a gritarme cada que tenía problemas en casa por que todavía no establecía su vida – lo miró de nuevo – supongo que yo no era material para establecerse –
– Lo siento tanto – estaba profundamente molesto ahora – no merecías nada de eso –
– Estoy seguro de que no – entrecerró los ojos – y ciertamente tampoco merecía que el primer hombre del que me enamoré perdidamente y al que le entregué toda mi confianza me comparara constantemente con su ex –
– No te estaba comparando – aseguró – de verdad no lo hacia. Tú eres realmente el amor de mi vida y a ti sí me importa perderte. Me dolió mucho que te fueras –
– ¿Esperabas que me quedara? – preguntó incrédulo.
– Esperaba poder hablar contigo –
El menor asintió, mirándolo finalmente.
– Si querías hablar conmigo debiste haber regresado a casa temprano –
Yuta frunció el ceño. Los ojos de YangYang habían comenzado a brillar.
– Debiste haber vuelto y dormido un rato – siguió, esta vez con voz inestable – habríamos cenado juntos. Yo pude hacerte un masaje para relajarte y hacerte sentir bien – negó frustrado. Ahora en serio estaba llorando – tú debiste haber evitado todo esto. Fue absolutamente todo tu culpa – le arrebató su mano – no es justo que me duela a mí. No es justo que digas que me amas y me rompas el corazón así. Yo confiaba en ti – limpió sus lágrimas agresivamente – yo... –
No pudo más.
Comenzó a sollozar desconsolado. No podía resistirlo más.
– Yo esperé demasiado de ti – susurró – nada de esto es justo. Yo no debí perdonarte –
El japonés sólo lo miraba llorar.
Nunca podría describir lo terrible que fue verlo así.
Su estómago se contrajo y su pecho dolió. Sentía náuseas. Quería poder arrancar toda esa tristeza de YangYang y enviarla lejos pero, ¿entonces qué? Él iba a lastimarlo de nuevo.
No debía ser así.
No podía hacerle eso otra vez.
De verdad lo amaba con todo su ser, pero ni él estaba seguro de que fuera a ser una mejor persona en el futuro. Que no habría otra cosa que lo lastimaría luego. Que no podría empeorarlo.
E iba a hacerlo. Iba a empeorarlo.
Sin decir nada, atrajo al menor hacia sus brazos y éste se dejó abrazar, llorando con más fuerza.
– Lo siento mucho, mi amor – susurró contra su frente – lo siento por todo. Por esa reservación, por darte esa chaqueta, por llamarte Jungwoo – lo abrazó con más fuerza –debí haberte cuidado mejor. Darte más cariño y más amor en lugar de más penas – sujetó su rostro con cuidado, haciéndole mirarle – de haber sabido que iba a romperte así, no te habría tocado en primer lugar –
Y lo besó.
YangYang correspondió desesperadamente, tomando sus manos y aferrándose a ellas mientras estas lo sostenían.
Se estaban despidiendo. Estaba claro para ambos.
Probablemente en el futuro se verían por ahí. Se sonreirían y, eventualmente, se saludarían.
Por ahora, lo mejor era decir adiós.
Es todo por hoy por que el siguiente capítulo como que le quita el balance al asunto 😂
ESTÁS LEYENDO
Betcha
FanfictionA DeJun le gusta el amigo (casado y prohibido) de su papá. Es tan incorrecto. Y él es un buen chico. No debe hacer nada malo. Al menos hasta que le cuenta a sus amigos, YangYang y Hendery. Ellos hacen una apuesta. Sólo debe conseguir su número y g...