Extra

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YuYang

Ese sábado en la noche llovió.

Ellos no tenían planeado salir, de todos modos, pero YangYang no estaba exactamente cooperativo ese día.

Era uno de esos episodios en los que era imposible conseguir cualquier cosa de él.

No quería ordenar algo para comer, no quería ver una película, no quería dormir. No quería nada. Ni siquiera estaba seguro de querer estar ahí.

Así que Yuta se puso a trabajar.

Eso no hizo más que irritar al menor.

YangYang en realidad quería pasar tiempo con él, pero francamente pensaba que estaría acostumbrándose demasiado rápido si lo hacía.

Era una noche bonita. Era perfecta para acurrucarse en el sofá y darle muchos besitos, pero anticipaba una separación y sabía que esa seguramente sería una de las noches que más extrañaría si sucedía.

¿Para qué arriesgarse?

Aún así, quería estar con él.

– ¿Ya terminaste de trabajar? – preguntó secamente, echado en el sofá con sus ojos en su teléfono.

– Lo haré cuando quieras sinceramente que lo haga –

– Olvídalo – negó – sólo pregunto por que estoy aburrido –

– Estás aburrido por que no quieres hacer nada – sonrió de lado.

El menor se encogió de hombros en respuesta, sin decir nada más.

Yuta lo sabía. Sabía lo que estaba haciendo.

Era como una especie de reto. Como si intentara llevarlo al borde. Como si quisiera hacerlo explotar de nuevo.

Eso era. Quería ver si explotaría. Necesitaba comprobar que su estabilidad no era algo momentáneo. Que no iba a lastimar su corazón, por que YangYang estaba dispuesto a ir en serio. A darlo todo de sí.

Pero, incluso sabiéndolo, había cosas que Yuta no toleraba por nadie. Ni siquiera por él mismo. Una cosa era ser paciente, otra era reparar un berrinche cuando "no me gustó la cena", "no consigo el agua a la temperatura que quiero. Llévame a casa".

Eso eran simplemente provocaciones infantiles.

Si nunca se quejó de ellas, era por que el sexo estaba siendo muy bueno. YangYang enojado era YangYang enérgico y receptivo, a pesar de estar jugando un papel castigador y demandante por el que, ciertamente, él no se iba a molestar. Excepto cuando lo sorprendía en la oficina y exigía toda su atención colándose debajo de su escritorio para abrir sus pantalones mientras él estaba trabajando. Entonces sí, le molestaba.

– Hazme un favor, ya que no estás haciendo nada –

El menor lo miró indignado.

Ni modo. Si iba a portarse como un niño, Yuta sería un adulto autoritario.

– Toma mi iPad – continuó, decidido a ignorar su descontento – revisa mi bandeja de entrada. Hace como dos días me llegó un correo con el asunto "P&Y correcciones". Envíalo a mi correo de oficina –

Por segundos, el menor no se movió.

Luego de un rato, soltó un sonoro bufido y se levantó a buscar el aparato a su habitación.

Yuta sonrió discretamente cuando recibió lo que pidió.

Iba a comenzar a leer el documento cuando notó que YangYang había fruncido el ceño mientras seguía revisando.

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