Capítulo 30

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⚠️ Favor de leer hasta el final del capítulo ⚠️

Ya estaba teniendo suficiente de sufrir a solas esos días.

Estaba en la mierda. Tenía que admitirlo.

Normalmente no pensaba demasiado en eso y ocupaba su tiempo en el trabajo, pero esa mañana en específico Mark había pedido que le dejara salir temprano por alguna razón. Y ahora estaba solo con sus pensamientos.

Ya casi era hora de salir.

Pensó en que lo mejor era ocuparse en algo.

Idea: ¿por qué no devolverle sus figuras de jardín a Jungwoo? A él no le molestaría la visita, ¿no?

Parecía un demente cuando salió de la oficina cargando un montón de pequeños gnomos y otras cosas hechas de barro.

¿Por qué las tenía en un cajón de su oficina? No podía recordarlo, pero estaba seguro que en ese entonces le había parecido una buena idea.

Cuando llegó a la casa del otro frunció el ceño.

Jungwoo ya había pintado el pórtico de blanco, a pesar de que Yuta le dijo un montón de veces que eso no luciría elegante. A Jungwoo no le importó. Él era un hombre seguro de sí mismo, hermoso y llamativo.

En su camino a la puerta notó también que por fin había dejado crecer el césped. Yuta lo cortaba siempre, pero Jungwoo decía que estaba bien un par de centímetros más alto por si un día sentía ganas de acostarse ahí.

Cuando se dió cuenta, ya tenía su mano presionando el timbre insistentemente.

El otro abrió desconcertado.

Sólo estaba usando una bata y tenía el cabello revuelto.

No le tomó importancia, pero debió haberlo hecho. Apenas serían las siete.

– ¿Yuta? –

– Jungwoo – lo abrazó, soltando todos los adornos que llevaba y rompiendo algunos.

– ¿Qué estás haciendo? – exclamó asustado.

Cuando el japonés se separó, lo miraba con resentimiento.

– Arruinaste mi vida –

El menor frunció el ceño.

– ¿De qué estás... –

– ¿Por qué tuviste que hacer que pensara en ti todo el tiempo? – negó, entrando a la casa sin permiso – ¿sabes lo que eso me costó? –

– Yuta – lo siguió a prisa – no sé de que estás hablando –

– Aquí estás tú con tu pórtico corriente, tu césped de casa abandonada y tus estúpidos adornos del jardín – señaló el desastre en el suelo – ¿y yo? Estoy solo. Estoy solo por que no dejabas de fastidiarme y el amor de mi vida me dejó –

El otro de repente se veía ofendido.

– ¿Esa es mi culpa? – se cruzó de brazos.

– ¡Sí! ¡Te metías en mi cabeza todo el tiempo! –

– ¡Te estabas divorciando! ¡No se supone que empiezas a salir con gente cuando todavía no te divorcias! –

– Oh, ¿debo suponer que lo hiciste por que estabas celoso? –

– Estarías encantado, ¿no? – entrecerró los ojos – no, Yuta. Tú estabas fastidiándome también, y hasta que no dejaras de hacerlo, yo no estaría listo para otra relación. Eso es lo que debe hacerse –

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