Capítulo 38

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Ya estaba anocheciendo y los colores del atardecer teñían el cielo y su reflejo el océano al horizonte. Era un momento mágico.

Si estuviera un poco más sobrio, Yuta estaba seguro que lo disfrutaría mucho más.

Pero era que le daban tanto miedo los barcos o derivados, que no se imaginaba estando ahí sin algo encima que lo entorpeciera lo suficiente para olvidar dónde estaba parado.

Dio otro largo trago a su cerveza hasta que algo lo hizo ahogarse.

– Siempre estas feliz de verme, ¿no? – palmeó su espalda.

– ¿Qué haces aquí? – preguntó intentando recuperar el aliento.

– Me alegro de verte también – rodó los ojos – vine con mi novio, obviamente –

El japonés frunció el ceño.

– ¿Novio? –

– Jungwoo – interrumpió un tercero.

Mark se acercaba sonriente como siempre, con sus dulces ojos de ciervo y su brillante aura en general.

Al menos hasta que pasó su brazo posesivo alrededor de la cintura de Jungwoo mientras intercambiaba una mirada extraña con Yuta.

– Señor – sonrió de lado – ¿le molesta? Tengo que llevármelo un momento –

– Todo tuyo – sonrió también.

Pudo notar, a medida que se alejaban, como el mayor tenía toda la intención de hacerle saber a Mark su descontento ante su actitud celosa, pero pareció desistir de ello cuando éste lo sujetó entre sus brazos y acarició su rostro a la vez que le susurraba algo que lo sonrojó.

El japonés negó divertido.

Mark era todo manos y miradas intensas, mientras Jungwoo era un monstruo abrazador que no podía dejar ir a su amado.

A su parecer, hacían una extraña y linda pareja.

– ¿Espiando tan temprano? – llamó alguien tras él.

Sonrió cuando se giró a su encuentro.

Iba a decir muchas cosas. "Te amo" era el pensamiento que más ruido hacía. También que se veía precioso, que era lo más hermoso de la tierra y que esa noche estaba espectacular.

Al final, ganó la urgencia de besarlo.

YangYang se dejó hacer.

Antes de que hubieran regresado, ellos tuvieron que hablar de todo.

Se notaba mucho el progreso de Yuta, pero también el retroceso emocional en la confianza de YangYang. Habían tenido que trabajar mucho en eso último.

A Yuta le costó muchísimo más de lo que había esperado.

Resultaba que el YangYang que lo fue a buscar a la oficina aquel día no era más que una manera muy expresiva de su "yo" que lo extrañaba pero, tan pronto comenzaron a intentarlo de nuevo, sus demandas se volvieron insaciables, al grado que Yuta comenzó a preguntarse si realmente iba a tener una oportunidad o no.

Al final resultó que sí, pero YangYang no siempre estaba tan cooperativo.

Había días en que el menor lo alejaría de él. Que, por más que lo intentara, él no estaría interesado en hacer nada como salir o comer algo. Esos días Yuta tomaría su rostro, lo besaría y luego le prometería que va a quedarse no importa qué mientras lo miraba a los ojos.

Entonces, su vida continuaría cotidianamente.

– Ese fue un buen beso – susurró el menor cuando se separó – ¿todo bien? –

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